Gratis habéis recibido, dad gratis. Mateo, 10, 8










sábado, 25 de abril de 2015

La piedra angular


Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 4,8-12

En aquellos días, Pedro, lleno de Espíritu Santo, dijo:Jefes del pueblo y ancianos: porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; pues, quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre, se presenta éste sano ante vosotros. Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular; ningún otro puede salvar; bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos.”
 
 
 

Dice Laurence Freeman que la muerte no es el momento más importante y trascendental para la vida de un cristiano. El momento irrepetible y decisivo es aquel en que nos hemos abierto a Jesucristo y hemos puesto nuestra vida en Sus manos para con su ayuda, solos no podemos, poder llegar a ser auténticos discípulos, testigos de su Mensaje, apóstoles Suyos. Ya lo hice hace tanto que ni siquiera lo recuerdo; acaso 40 años… Luego lo olvidé, para experimentar tiempo después la dicha del verdadero recuerdo, de la verdadera consciencia, que es siempre recuerdo y consciencia de Dios. Me perdí para poder ser encontrada por el Buen Pastor y experimentar su ternura infinita en sus brazos amorosos y protectores y sentir cómo dice continuamente: jamás te abandonaré, no tengas miedo. Porque un día Él puso su mano en mi corazón y ya no hubo frío, ni miedo, ni tiempo.

Para el que escoge a Cristo como Camino, Verdad y Vida, Él es la piedra angular. Creer en Él nos da la vida eterna, nos libera de ciclos y de leyes. Porque el Verbo se hizo carne, se hizo debilidad, vulnerabilidad, para ser uno de nosotros y poder elevarnos con Él. Dios se abaja para elevarnos, por amor. Ya no somos solo carne, destino mortal, porque Él ha glorificado la carne, ha hecho del ser humano algo más que el cuerpo frágil y el alma adormecida, consecuencia de la caída. Él nos ha elevado, nos ha transformado y nos ha otorgado la dignidad de los Hijos de Dios.

Desde entonces es fácil aceptar la multiplicidad, como una cara de la única moneda. Si, como dice Frithjof Schuon, la venida de Cristo es el Absoluto hecho relatividad a fin de que lo relativo se haga Absoluto, bendita relatividad, bendita multiplicidad, contemplada desde la esencia integral y unificada que nuestra condición restaurada de Hijos nos otorga. Porque seguir al Buen Pastor, reconocer con Pedro que bajo el cielo no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos,  nos permite recuperar la inocencia primordial, esa dimensión sin espacio ni coordenadas en la que todas las cosas y todos los seres mueren y renacen en la Unidad, en un presente eterno, un único latido que trasciende las formas y los nombres ante el único Nombre, que siempre está viniendo.


                                         Santísimo Cristo de la Redención. Iglesia de San Ginés. Madrid

 

ME BASTA TU FIGURA

Tu figura es mi signo
vertical de infinito, hacia la Vida.

Figura que me eleva, “S” sagrada,
torsión sobre la Cruz, soga bendita
que salva de un abismo
muy hondo y muy oscuro,
cargando distorsiones
tremendas, por amor.

Figura de Varón, sereno y libre,
único entre miles de millones
figura primogénita de Dios.

Te tallamos a olvido y latigazos,
terribles clavos de silencio
e ignorancia tenebrosa y letal.

Qué incómoda postura
te hacemos adoptar, piedra viviente,
angular, de Propósito y de Meta,
Origen y Destino, solo Tú.

Una y otra vez, crucificamos
al que es el Salvador, ciega locura.
Oh sombra de Caín cómo te extiendes,
ahora como nunca en esta matrix
de miedo y destrucción. Mira los mártires,
nunca hubo tantos…, pobre Jerusalén

Sombra aciaga de culpa y olvido,
errante sombra atravesando el mundo
tantos siglos después, cansada y triste…

Pero tus días están contados. Más aún:
no quedan días siquiera
por cubrir con tu manto ceniciento,
todo es ahora,
la Salvación ahora porque Él hace
nuevas todas las cosas hoy,
ya siempre es Hoy.

Mira la luz, cómo brota y se expande
desde el costado abierto. Mira la sangre
y mira el agua, iluminándonos,
sangre–agua–luz,
derramándose desde el centro del Hijo
hasta el confín más recóndito
de este sueño de olvido y distorsión.

Mira cómo borra y disuelve
cada mancha inconsciente y torpe de tiniebla,
cada escalofrío de desolación.

Queda ya solo el Centro,
Alfa y Omega, Todo.
Esa es la Piedra, angular y sin ángulos
ni aristas, pura luz como al principio,
como al final, como siempre
y más que siempre,
eternidad donde ya somos
luz con Él,
luz de Luz.



                     
                                               Cántico espiritual, S. Juan de la Cruz. Jésed
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario