Gratis habéis recibido, dad gratis. Mateo, 10, 8










sábado, 26 de noviembre de 2016

Maranatha


Evangelio de Mateo 24, 37-44


En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: “Lo que pasó en tiempos de Noé, pasará cuando venga el Hijo del Hombre. Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del Hombre. Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán. Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre".


Resultado de imagen de vision del apocalipsis el greco analisis
                                                        Visión del Apocalipsis, El Greco


Mira, estoy de pie a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo.

                                                                               Apocalipsis 3, 20

Durmiendo yo, mi corazón velaba.
Y en esto, la voz de mi amado que llama…

                                                                                    Cantar de los cantares, 5, 2


Entre los primeros cristianos nació una expresión Maranatha, ¡Señor nuestro, ven! traducción al griego de una palabra  aramea. En indicativo, marán athá, el Señor viene. En esta expresión, que la liturgia repite continuamente estos días, se resume el sentido del Adviento.

Comprender y vivir el  Adviento consiste en descubrir que Él viene, que siempre está viniendo. Es darse cuenta de esta realidad, despertar del sueño que nos mantiene en una espera pasiva de que algo externo, a ser posible espectacular y evidente, nos salve.

Ya estamos salvados; llevamos la Salvación escrita en nuestro ADN desde el Misterio del Calvario. Él viene, está a la puerta y llama… La Salvación está ya en ti, en mí. No hay nada que hacer, ningún mérito que conseguir, solo despertar y darse cuenta de esta experiencia de salvación y liberación que ya Es. Emmanuel: Dios con nosotros.


                                             MARANATHA                                             
            
            Si logro estar alerta, me descubro:
            soy atención serena y sostenida,
            soy la mirada fiel, soy el aliento
            de una respiración que me respira,
            devolviendo mi esencia al universo.

            Si logro estar alerta, Le descubro:
            es todo para mí,
            soy todo para Él.

            Soy real en el centro de mi ausencia,
            presencia Suya al fin
            y para siempre.


El dueño de casa siempre está viniendo. Está a la puerta. Pero no le oímos, ni siquiera vemos que hay una puerta. Porque no es una puerta normal, no divide dentro y fuera, interior y exterior; no divide…  Es la puerta del darse cuenta, de estar atento, vigilante, despierto, la puerta de la consciencia que permite a cada uno/todos/Uno volver al Centro, desprenderse de lo falso para reconocerse en el Ser, único, indivisible, real, eterno.

La pereza, el exceso de comodidades el miedo y las falsas creencias nos roban la atención necesaria para mantenernos en el presente, que es  el amor consciente. Son los causantes del parloteo de la mente. Nos roba la capacidad de estar velando, manteniendo la consciencia, despiertos.

En espíritu y en verdad… Si traducimos literalmente del griego: en pneumati kai aletheia: en la respiración (en pneumati, de pneuma, el aliento, rouah en hebreo) y en la vigilancia (a-letheia, sin lethè, sin sueño, sin letargo). Hemos de vivir despiertos, vigilando, con una respiración consciente. Cobra así todo su sentido la exhortación a orar siempre de san Pablo.

Adviento, tiempo de oración continua, de vigilar y estar alerta como nunca, tiempo de velar. Porque cuando nos dormimos, volvemos a poner la mente y el corazón en los afanes del mundo, abandonando ese estado de vigilancia y verdad. Nos dejamos llevar de nuevo por la inercia, las creencias, lo conocido, los hábitos cansinos…

Porque la Fuente nunca nos abandona; somos nosotros los que podemos olvidarla. Si nos mantenemos atentos, despiertos, vigilantes, podemos ser conscientes de la Verdad en la que somos, esa que configura nuestra identidad, que nos llena de amor porque es más íntima a mí que yo misma. 

El Evangelio de hoy es una nueva llamada a despertar, vigilar, estar atentos, de pie, la cabeza levantada, el ánimo resuelto, porque el Libertador, el que era, el que es, el que viene (Apocalipsis 1, 8; 4, 8), está viniendo para todos.




Me basta con saber que estás aquí, Sor Virginia


Algunos pensamientos de Imitación de Cristo de Thomas Kempis, que nos animan a velar:

            Así habías de conducirte en toda obra y pensamiento, como si hoy hubieses de morir.

            Si no estás dispuesto hoy, ¿cómo lo estarás mañana? Mañana es día incierto; y ¿qué sabes si amanecerás mañana?

            ¡Ojalá hubiéramos vivido siquiera un día bien en este mundo!

            Bienaventurado el que tiene siempre la hora de la muerte delante de sus ojos y se dispone cada día a morir.

sábado, 19 de noviembre de 2016

Eucaristía, prenda del Reino


Evangelio de Lucas 23, 35-43

En aquel tiempo, las autoridades y hacían muecas a Jesús, diciendo: “A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido”. Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo: “Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo”. Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: “Este es el rey de los judíos”. Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: "¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros". Pero el otro lo increpaba: “¿Ni siquiera temes tú a Dios estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, este no ha faltado en nada”. Y decía: “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino”. Jesús le respondió: “Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso”.

jueves santo
                                           Imagen de La Pasión de Cristo, Mel Gibson


Jesucristo, Rey del Universo Amor de los amores, Luz del mundo… Rey del Reino eterno que reina también aquí, en la representación de este mundo que pasa, desde el trono invisible del Sagrario. Eucaristía, lo más real que podemos concebir en la tierra, lo más adorable, el más absoluto anonadamiento por amor. Inconcebible para la mente, lo sabe el corazón y lo comprenderemos cuando atravesemos definitivamente el velo que nos separa de lo que ni ojo vio ni oído oyó.

San Francisco de Borja cuando tuvo que reconocer el cadáver descompuesto de la emperatriz Isabel, su bella y amada señora, pronunció las célebres palabras: nunca más servir a señor que se me pueda morir. San Francisco de Borja, al comprender, o despertar, lo dejó todo, eligió servir al único Señor, el que no muere, el Único.

Jesucristo, Rey del Universo, así culmina el año litúrgico. Celebremos al Rey mirándole, sintiéndole, uniéndonos a Él en la Eucaristía, Su Presencia Real en el mundo. Es lo más adorable, mucho más adorable de lo que las imágenes con cetro y corona con que representan al Cristo triunfal de la Parusía, porque aquí, ahora, en este vértice del tiempo que conecta con la eternidad, se ha hecho Nada por amor y, desde esa Nada, nos acompaña e inspira, nos anonada y nos plenifica a la vez. Vivo sin vivir en mí..., muero porque no muero… Qué otra forma de expresar la Verdad que la paradoja, cuando nuestro lenguaje, tan limitado, pretende expresar lo Inefable… Paradoja, torsión que deshace la distorsión para que volvamos a Sión, donde el Rey nos espera sin esperar, nos acoge soltándonos, nos recibe recreándonos en el Origen (en el principio era el Verbo...).

La pregunta y la respuesta se encuentran, pero Pilato no lo ve. Si lo viera, solo con verlo, sería él también pregunta y respuesta unidas. Por eso Santa Teresa nos exhorta: no os pido más que Le miréis. Que Él es primogénito significa que somos Hijos también. Pregunta y respuesta unidas en cada hombre que se da cuenta y atraviesa el ojo de aguja, liberándose del tiempo, conectando con el Reino que está aquí, ahora. Un Reino que no es de este mundo pero está en este mundo si desaparecemos y a la vez nos real-izamos, una y otra vez, bajo la mirada de Aquel que nos eleva, nos iza, nos realiza (cuando yo sea elevado sobre la tierra elevaré a todos hacia Mí).

Hace unos meses volví a verlo de un modo nuevo que ya no olvido. Conversando con un sacerdote, de esos que se van pareciendo tanto al Rey, que se transfiguran y casi desaparecen. Me recordó que el camino pasa por no mirarse a uno mismo sino mirar a Cristo porque, si uno es tibio, Él es fiel, si uno es débil, Él es fuerte, si uno es mezquino, Él es generoso, si uno es falso, Él es verdadero. Ese día emprendí mi más querido proyecto, tal vez mi único proyecto ya: desaparecer para ser. 

Bendito sacerdote, bendito día, desde el que solo está Él, y el eco cada vez más débil y el rastro cada vez más tenue de un fantasma que a veces, asustado, intenta aparecerse. Entonces, vuelvo a enfocarme, vuelvo a mirarle, vuelvo a desaparecer, para unirme con el Rey que nos mira desde su trono invisible.

Ayer, un amigo me preguntó qué espero de la vida, cuál es mi meta. Le respondí que ser un fiel instrumento de Dios y que Su Voluntad se cumpla en mí. Hoy, releyendo este pasaje del Evangelio, bajo el listón y, a la vez, subo el listón, matizo la respuesta a ejemplo de Dimas (www.viaamoris.blogspot.com), el buen ladrón, lúcido y humilde, noble y listo, capaz de robar el Reino en un instante de rendición y confianza. Como él, yo ya solo pido, solo espero, solo anhelo que Jesús se acuerde de mí. Una palabra Suya basta para sanarnos, nos enseñó el centurión... Una palabra, una mirada, un recuerdo Suyo basta...

  

                                       Panis Angelicus, Pavarotti y Sting

sábado, 5 de noviembre de 2016

Hijos de la resurrección


Evangelio de Lucas 20, 27-38

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: “Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella”. Jesús les contestó: “En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos, no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque son hijos de la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor: “Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob”. No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos”. 





Retenemos las heces del mundo y dejamos escapar nuestra vida en el tiempo, he aquí la estupidez que nos hace herederos de la muerte. Abandonemos el filtro lleno de inmundicias y sublimemos pacientemente nuestra vida en Dios hasta la perfección de la paz eterna.


                                                                                            Louis Cattiaux




Las personas conscientes enfocan su vida a la luz de la muerte.
A esa luz, las cosas adquieren su auténtica dimensión.
Lo secundario es secundario y nunca principal.

Lluis Serra Llansana 

      Noviembre, mes para ser conscientes de la impermanencia del mundo de la forma y de nuestra propia impermanencia, conscientes de que estamos muriéndonos desde que nacemos, todos juntos y de uno en uno. Noviembre, mes del despertar para descubrir lo verdadero, lo que existe realmente y por eso no puede morir. Vivamos velando; aprendamos a vivir ya, aquí y ahora, la inmortalidad.
      Y, ¿cómo es posible vivir así, cuando sé que voy a morir? Porque ya has muerto y has resucitado; lo que llamas muerte será escenificar otra vez ese paso a la habitación de al lado donde ya estás. Mira esa luz que ves a veces al otro lado del espejo, en tus ojos, cuando brillan como si estuvieran reteniendo lágrimas. Esa luz es tuya, la trajiste de allí, la traes de allí cada vez que cruzas el umbral que separa el sueño de la Vida. Somos ciudadanos del cielo, dice San Pablo, podemos ya vivir resucitados, por Aquel que nos ganó la resurrección.
       Hemos sido esclavos del sueño y la ilusión demasiado tiempo; es hora de vivir de verdad, atentos al Reino que está entre nosotros y dentro de nosotros, más real que lo que nos muestran los sentidos. Aunque tengamos que seguir caminando, trabajando mientras hay luz, en este valle de la muerte donde todo es inestable y efímero.

       Es útil observarnos cuando algo nos saca inesperadamente de las “casitas de muñecas” o el “Monopoly”, la "Matrix" donde jugamos a vivir. Miremos sin excusas el fastidio, la sensación de desconcierto, la incapacidad para improvisar. Y nos daremos cuenta de la necesidad de tomar decisiones valientes y definitivas, porque en este mundo todo es precario, nada está seguro, por mucho que lo acoracemos con rutinas, falsas seguridades, comodidades anestesiantes…
       Bendito sea el imprevisto que nos despierta de nuestras ensoñaciones y nos pone frente a un espejo implacable, para que veamos todo lo que hay que extirpar o soltar o solo dejar caer, como una máscara vieja que ni siquiera nos favorece.

            No podemos ser esclavos de costumbres, hábitos, compulsiones o expectativas cuando sabemos, por experiencia, que no nos protegen de nada. Ni podemos apegarnos a un lugar, unas caras conocidas, porque, en esta tierra transitoria, el único entorno natural, lo único seguro es estar despierto, recordando que estamos en el mundo, pero no somos del mundo. Tampoco podemos apegarnos a nuestros cuerpos ni al de los seres que amamos, pues no son nuestra esencia. Recordemos que el espíritu inmortal recoge cuanto de bello y verdadero hemos amado, y lo restaura para siempre en el cuerpo glorioso que nos ha sido destinado para la eternidad.

            No estamos aquí para estar cómodos o seguros, para disfrutar o tener lo que el mundo entiende por calidad de vida (qué sabe el mundo sobre la verdadera “cualidad”…) sino para imitar a Jesucristo, haciendo lo que Él hizo. Porque, desde que el mundo se empapó de la Luz que brotó a partir del Misterio del Gólgota, en Él nos espera la verdadera dicha.

            Todas las estructuras son inestables, dice Eckhart Tolle; las experiencias de pérdida producen sufrimiento, pero el sufrimiento consciente (el único valioso, porque el sufrimiento mecánico es masoquismo) eleva y permite salir del purgatorio en el que nos encontramos.
Sufrir conscientemente enciende en el corazón la llama del Amor. Es entonces cuando comienza el verdadero camino; lo de antes era un transitar por los senderos que conducen al Camino. La condición para adentrarse en él es salir de esa noria, pequeña y oxidada, de seguridades, pasiones inferiores, sensaciones, comodidades, necesidad de poder, sentimiento de separación, falsas creencias…
            Y aunque a veces descendamos a estados inferiores, de sufrimiento inconsciente, inercia, miedo ciego y olvido..., cuando uno ha dado el gran salto, siempre puede volver a elevarse en la espiral infinita. Porque el fuego sigue encendido, aunque no siempre seamos capaces de sentir su calor.

              El ego, que se niega a desaparecer, trata desesperadamente de combatir el miedo que esa amenaza le causa con placeres, posesiones, victorias efímeras, ilusiones… Pero, mirando siempre al Modelo, Jesucristo no buscó la abundancia, el triunfo mundano, el placer o la comodidad, sino cumplir siempre la voluntad del Padre. En esa sumisión voluntaria encontró el sufrimiento consciente, y lo aceptó por amor. Él mismo dijo: “Mi alma está triste hasta la muerte” (Mt 26, 38). Su naturaleza humana atravesó el valle de lágrimas para mostrarnos la salida.
            Si somos discípulos verdaderos, Le seguiremos, crucificando en nosotros todo lo falso, el egoísmo, el hedonismo, la rutina, la ignorancia, el miedo. Entonces experimentaremos la quiebra de las ilusiones que nos libera de la mentira y nos permite nacer a lo verdadero.
            Es el Fuego del Amor, la Llama de Amor Viva, que va consumiendo lo ilusorio, lo impermanente, para que resplandezca nuestra esencia inmortal, una en lo Uno, ola y Océano, sarmiento en la Vid.
¿Los yunques y crisoles de tu alma, trabajan para el polvo y para el viento o trabajan para lo real, el oro del espíritu que los ladrones no roban ni el óxido corroe? Funde tus miserias, acrisola lo que te ha robado tiempo y energía necesarios para amar. Transfórmalo todo en ese oro eterno, para pagar por ti y por cuantos te rodean.
Sufrimiento consciente con amor es redención, liberación, luz, alegría; es ascenso: “Cuando Yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí” (Jn 12, 32). Sigamos subiendo, iluminando, redimiendo cuanto quede por redimir en nosotros y en aquellos que amamos.


¿Y ha de morir contigo el mundo mago
donde guarda el recuerdo
los hálitos más puros de la vida,
la blanca sombra del amor primero,
la voz que fue a tu corazón, la mano
que tú querías retener en sueños,
y todos los amores
que llegaron al alma, al hondo cielo?
¿Y ha de morir contigo el mundo tuyo,
la vieja vida en orden tuyo y nuevo?
¿Los yunques y crisoles de tu alma
trabajan para el polvo y para el viento?

                                                                                       Antonio Machado



                                                 There is a Light that never goes out, Smiths