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miércoles, 14 de agosto de 2019

La Asunción. "Enaltece a los humildes"


Evangelio según san Lucas 1, 39-56

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.» María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia –como lo había prometido a nuestros padres– en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.» María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

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La Asunción de la Virgen, Annibale Carracci


El Magnificat, el canto evangélico de María, señala el camino hacia el Hogar, que es asunción, porque Dios quiere elevarnos hacia Sí para asumirnos en Sí. Ya nos asumió con todo lo bueno y lo malo en la Encarnación. Ahora nos quiere elevar, para que donde Él esté estemos también nosotros.

Si María Santísima ha sido asunta al cielo en cuerpo y alma… ¿Dónde está? ¿Cómo está? ¿Dónde están ella y Jesús, con sus cuerpos, los únicos cuerpos gloriosos hasta el final de los tiempos? ¿Qué tiempos, si para Dios no hay tiempo? ¿En qué estado viven, aguardan los santos? ¿Qué es el Cielo? ¿Cómo es el Cielo? Si no es lugar, sino estado… ¿Cómo será llegar a él? No lo sé, ni falta que hace. Me basta saber que todo es parte del Plan maravilloso del Dios del Amor y de la Vida. 

¡A Jesús por María!, como dice San Luis María Grignion de Monfort y Santa Madre Maravillas de Jesús. Caminar hacia Él, sobre las aguas turbulentas de la vida, de la mano de María. Y, como a ella, es Él quien nos iza, nos alza, nos eleva y nos asumirá.

Nuestras vidas están en su humanidad encarnada, muerta y resucitada. Enamorados de Jesús, fundidos con Él, que santificará y eternizará todo lo bueno de nuestras vidas. 

Mira hacia el Cielo, mírale a él y tendrás todo. María inauguró este fundirse en la Voluntad Divina con el Fiat mihi. Continúa tú pronunciando con cada acto de tu vida el Fiat Voluntas Tua. viaamoris.blogspot.com

Muchos rechazan la existencia del Cielo y una vida perdurable porque son cobardes. El Cielo supone responsabilidad y coherencia. Es más fácil, más cómodo, más ventajoso, incluso, para los incoherentes, los tibios, los que ponen su corazón en lo mundano, que todo acabe aquí.

El Cielo supone valor, coraje, coherencia y responsabilidad, sacrificio y entrega total. No es resignación ni opio de los pueblos, sino compromiso auténtico. Es afrontar la propia coherencia, la propia autenticidad. 

Porque para poder ser elevados, hemos de desprendernos de lo que pesa. La buena noticia es que se puede “rehacer” la propia vida si se vive en unión con Cristo. Él nos devolverá nuestra vida, pues la vivió por nosotros, para que la revivamos a la luz eterna del más allá–más acá, pero con una claridad distinta, con una densidad diferente, la materia glorificada.

Ascenderemos a nuestro Yo real y eterno, el que Dios soñó para cada uno. ¿Quién asciende?, ¿cómo asciende?, ¿en qué se asciende? Esencia, centro, corazón, alma inmortal, cayendo al fin lo viejo y lo caduco... Ascenderemos con nuestra apariencia eterna, la de nuestra verdadera juventud, que es nuestro ser más profundo, el impulso de todo aquello que el Señor nos ha dado y hemos aceptado, incorporado, unificado en Él.

                                  Concierto para la Asunción de la Virgen María, Vivaldi


El tronco corrompido por el pecado que soy yo recibirá por el Nombre de Jesús savia y vigor; por Él, reverdecerá mi humanidad y dará frutos a la gloria de Dios. El espíritu de mi voluntad, que ahora está en la humanidad de Cristo, y que vive por su Espíritu, dará por Su virtud savia a la rama desecada, para que el último día, a la invocación de las trompetas celestes que son la voz de Cristo y la mía propia en Él, resucite y reverdezca en el Paraíso.
                                                                                                          Jacob Boëhme

sábado, 10 de agosto de 2019

Dar todo


Evangelio según San Lucas 12, 32-48 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “No temas, pequeño rebaño; porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino. Vended vuestros bienes, y dad limosna; haceos talegas que no se echen a perder, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas: Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle, apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela: os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y si llega entrada la noche o de madrugada, y los encuentra así, dichosos ellos. Comprended que, si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis, viene el Hijo del Hombre. Pedro le preguntó: “Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?” El Señor le respondió: “¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo al llegar lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado piensa: «Mi amo tarda en llegar», y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse; llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra, recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá”.


Jesús predicando, Fritz von Uhde


Durmiendo yo, mi corazón velaba.
Y en esto, la voz de mi amado que llama… 

                                                                                    Cantar de los cantares 5, 2 


Diligencia, vigilancia, coherencia. Jesús vuelve a espabilar nuestra conciencia para que salgamos del letargo de la vida y realicemos, despiertos y disponibles, la Misión que nos ha encomendado. viaamoris.blogspot.com

Se trata de escoger si queremos trabajar y vivir para lo ilusorio y efímero, o para lo esencial, lo verdadero. En el mundo estamos muchas veces dormidos, alienados. Nos encadenamos voluntariamente a lo material, lo transitorio, y perdemos de vista lo que vale de veras, lo eterno. Buscamos necesidades absurdas, porque hemos creado una escala de valores diabólica que nos impide vivir como hijos de la luz. 

Si fuéramos valientes y nos observáramos con sinceridad, veríamos cuántas veces escogemos las sombras y servir a los falsos señores de la mentira y la muerte. Traicionamos nuestro destino y nuestra verdad interior, y luego nos engañamos a nosotros mismos para poder soportar esa traición que nos condena. Porque es uno el que escoge ser de los elegidos, y es uno también el que se condena. He ahí el doble filo del maravilloso libre albedrío con el que el Señor nos hizo las criaturas más dignas. 

Procuremos vivir en la Verdad continuamente. Porque muchos son los llamados y pocos los elegidos, y decidir ser de los elegidos, requiere despertar y mantenernos alerta. Si no fuera por la gracia, resultaría imposible. Porque el príncipe de este mundo no solo reina en lo material, sino en todo ese escenario que hemos creado con tantos ídolos que nos roban el corazón y la conciencia. 

Se trata de escoger entre Dios y lo que no es Dios, entre el Ser y lo irreal, entre la Verdad y la mentira. Sombra y luz, bien y mal, codicia y generosidad que conviven en cada uno. Es una elección continua. Cada día, cada hora, cada instante, hemos de optar entre vivir despiertos o dormidos, entre vivir para lo Real o para lo falso, para Dios o para el mundo. Una opción continua, para la que hace falta ser valiente y también resistente, porque es una carrera de fondo. Siempre espabilando, actuando, recuperando el tiempo perdido. 

La fe nos mantiene en vela, y la fe se expresa en la confianza. Confío en Jesús y me mantengo unida a Él, atenta a su palabra, que se expresa en mí y en cuanto me rodea. Confío en Jesús, el Pastor que vela por su pequeño rebaño, el Señor que viene a cada instante, el Esposo que aguarda a que la novia se prepare, el Tesoro que llena mi alma y la rebosa, derramándose en todo, liberando y transfigurando todo. 

Confío en Jesús y no me separo de Él, no puedo ni quiero separarme. Él es el latido y yo el corazón, soy el pie y Él es el paso, soy el ojo y Él es la mirada, soy la Voz y Él es el canto. “Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá.” Se me ha dado todo, por eso tengo que darlo todo.


Señor de la Belleza, de la Luz y la Vida,
¿cómo no verte?
Te encuentro a cada paso, me sorprendes
con el caudal de gracias que derramas. 

Te urge, Te apresura, Te desborda
el anhelo de unión, por eso pones
en cada criatura Tu sello indeleble,
te pones a Ti Mismo,
para que Te reciba y corresponda
a esa lluvia de gracias con amor. 

Me fundo en Tu querer, Amado mío,
para darte algo de mí por cada don,
pero no encuentro nada que sea digno
de Ti, Señor, solo miserias… 

Mas Tú me has dicho siempre
que Te dé lo que tengo, lo que soy,
porque Tú lo engrandeces,
haces valioso lo insignificante,
lo recubres de Ti, lo vuelves oro.

Abandono el temor y las excusas,
y decido tomar Tus mismos dones,
los que Tú me vas dando, y devolvértelos,
poniendo en cada uno algo de mí.
Tengo solo Tu amor, amor le pongo. 

Me das el sol, por darme luz y vida,
y yo Te entrego el sol,
atenta a cada rayo en su caricia. 

Me ofreces con el aire Tu beso y Tu suspiro,
y yo Te los devuelvo, Te respiro hasta el fondo
y, en cada expiración, Te doy mi vida. 

Me das el agua que me purifica
en la lluvia, en el mar, en cada río.
Con lágrimas de asombro,
con mi anhelo de Ti, Te la devuelvo.

Me sigues cortejando en el perfume
de marzo, que ya anuncia primaveras,
en mi propio latido, en cada aliento,
me dices Tu “te amo”, que no espera,
se apresura a volcarse sobre mí. 

Me das Tu amor inmenso y yo Te doy el mío,
pequeño, miserable…, ¡enorme para Ti!,
pues Tú me lo has pedido,
y lo extiendes a la luz de Tu mirada
que todo lo hace nuevo. 

Hasta en sueños me das, Te doy, nos damos,
y cuando pueda verte, cara a cara,
descubriré que era un solo Amor,
un solo canto, el Canto del Cordero,
escondido en el sol, el mar, la lluvia, el viento,
en cada criatura, y seguiré cantando
mi alabanza, adorándote por siempre.


                                                         Divina Voluntad, Tu te amo

sábado, 3 de agosto de 2019

Buscad los bienes de arriba


Evangelio según san Lucas 12,13-21

En aquel tiempo, dijo uno de entre la gente a Jesús: «Maestro, dije a mi hermano que reparta conmigo la herencia». Él le dijo: «Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre vosotros?». Y les dijo: «Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes». Y les propuso una parábola: «Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos, diciéndose: “¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha”. Y se dijo: “Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes. Y entonces me diré a mí mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente”. Pero Dios le dijo: “Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?”. Así es el que atesora para SÍ y no es rico ante Dios». 

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                            Parábola del rico necio, David Teniers


Si Jesús nos llama: “¡Levantaos, vayámonos de aquí!”, ¿quién será tan necio para consentir quedarse con los muertos en el sepulcro y permanecer entre los enterrados? Cada vez, pues, que el mundo quiera retenerte, acuérdate de la palabra de Cristo: “¡Levantaos, vayámonos de aquí!”. 
                                                                                                               Filomeno de Mabboug


Necio: esta noche te van a reclamar el alma. Recuérdalo cada día. No vivas creyéndote eterno y dando importancia a lo transitorio, sino sabiendo que esto es una mala noche en una mala posada. viaamoris.blogspot.com

Ayer estuve en una Hora Santa. Cuando adoro al Santísimo, busco a Jesús de Nazaret en Él y sé que ahí está, y el Verbo increado, y el Sol de justicia, y el Señor de la Parusía. Todo en Él. Es la joya, el tesoro de nuestra vida y del universo. Que otros se pongan joyas; yo me pongo en la Joya, con toda mi miseria, que Él transforma en oro. Que otros se intenten poner guapos o jóvenes, cuando Cronos se muestra despiadado; yo me pongo en la Belleza y la fuente de la verdadera juventud. Ya no me quiero poner nada; me pongo en Él. Que otros se enriquezcan y acumulen; yo escojo la Abundancia infinita que nos quiere dar el dueño de Todo. 

La actitud del rico insensato que debemos reconocer en cada uno, para desterrarla de nuestro corazón, no consiste solo en acumular riqueza y bienes materiales, sino, sobre todo, en acumular posibilidades aquí, en la representación del mundo que pasa, planes y proyectos que diseñamos con nuestra voluntad humana, contaminada de soberbia. Escojamos la única posibilidad: la vida en Cristo, Camino, Verdad y Vida. Entonces tendremos Todo, y podremos descansar en el gozo del Señor, mientras seguimos en esta vida terrena y en la eterna.

Dentro de muy poco viene el juicio particular de cada uno. Nos jugamos el alma y el grado de verdad, bondad, belleza y dicha que tendremos, porque hay muchas moradas. Vivamos ya para ese juicio, pero no solo como el gran negocio, como decía san Ignacio de Loyola, sino como una respuesta al amor, y como el mejor modo de amar a los que nos han sido confiados. Porque la única herencia que importa es la heredad eterna. 

Gánala para los tuyos con la gracia de Dios y para Su gloria. Vive ya para la Vida. El dueño de Todo quiere compartirlo contigo, pero, a cambio, pide tu corazón. Solo quiere que cumplas el mandamiento del amor y se cumple amando, pero, primero, escuchando. Ese es tu legado: escuchar para que escuchen. Cristo en ti y tú en Cristo, manifestándolo cada día, aunque los necios no lo vean.

Que cuando llegue la hora, no escuches: “Necio, ¿para quién será?”, sino: “Hoy estarás conmigo en el paraíso.” Vive de tal modo que no lamentes haber perdido el tiempo que te dieron para amar porque hayas logrado que todo en ti y en tu entorno sea amor. 


                                          Hermano Rafael, Escritos Selectos, CD 2


Buscad los bienes de arriba. 

"Si a un hombre le concede Dios bienes y riquezas y capacidad de comer de ellas, de llevarse su porción y disfrutar de sus trabajos, eso sí que es don de Dios. No pensará mucho en los años de su vida si Dios le concede alegría interior. Lo que se afirma aquí es que, en comparación de aquel que come de sus riquezas en la oscuridad de sus muchos cuidados y reúne con enorme cansancio bienes perecederos, es mejor la condición del que disfruta dé lo presente. Éste, en efecto, disfruta de un placer, aunque pequeño; aquél, en cambio, sólo experimenta grandes preocupaciones. Y explica el motivo por qué es un don de Dios el poder disfrutar de las riquezas: No pensará mucho en los años de su vida. Dios, en efecto, hace que se distraiga con alegría de corazón: no estará triste, sus pensamientos no lo molestarán, absorto como está por la alegría y el goce presente. Pero es mejor entender esto, según el Apóstol, de la comida y bebida espirituales que nos da Dios, y reconocer la bondad de todo aquel esfuerzo, porque se necesita gran trabajo y esfuerzo para llegar a la contemplación de los bienes verdaderos. Y ésta es la suerte que nos pertenece: alegrarnos de nuestros esfuerzos y fatigas. Lo cual, aunque es bueno, sin embargo no es aún la bondad total, hasta que aparezca Cristo, vida nuestra. Toda la fatiga del hombre es, para la boca, y el estómago no se llena. ¿Qué ventaja le saca el sabio al necio, o at pobre el que sabe manejarse en la vida? Todo aquello por lo cual se fatigan los hombres en este mundo se consume con la boca y, una vez triturado por los dientes, pasa al vientre para ser digerido. Y el pequeño placer que causa a nuestro paladar dura tan sólo el momento en que pasa por nuestra garganta. Y, después de todo esto, nunca se sacia el alma del que come: ya porque vuelve a desear lo que ha comido (y tanto el sabio como el necio no pueden vivir sin comer, y el pobre sólo se preocupa de cómo podrá sustentar su débil organismo para no morir de inanición), ya porque el alma ningún provecho saca de este alimento corporal, y la comida es igualmente necesaria para el sabio que para el necio, y allí se encamina el pobre donde adivina que hallará recursos. Es preferible entender estas afirmaciones como referidas al hombre eclesiástico, el cual, instruido en las Escrituras santas, se fatiga para la boca, y el estómago no se llena, porque siempre desea aprender más. Y en esto sí que el, sabio aventaja al necio; porque, sintiéndose pobre (aquel pobre que es proclamado dichoso en el Evangelio), trata de comprender aquello que pertenece a la vida, anda por el camino angosto y estrecho que lleva a la vida, es pobre en obras malas y sabe dónde habita Cristo, que es la vida.”
                                                                                                                         San Jerónimo