Gratis habéis recibido, dad gratis. Mateo, 10, 8










sábado, 30 de septiembre de 2017


Evangelio de Mateo 21, 28-32

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: “¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña”. Él le contestó: “No quiero”. Pero después de arrepintió y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: “Voy, señor”. Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?” Contestaron: “El primero”. Jesús les dijo: “Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del Reino de los cielos. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas lo creyeron. Y aun después de ver esto vosotros no os arrepentisteis ni creísteis”. 

Noli me tangere, José Beratón


Tenía intención de escribir un post antes del verano. Iba a ser una despedida por dos o tres meses, para coger fuerzas, o acaso soltar fuerzas, y resulta que el post no hacía falta, porque, como dice Píndaro: muchas veces lo que se calla hace más efecto que lo que se dice. Así que, sin más, empiezo a sacar del arcón lo nuevo y lo viejo, como buena “ama de casa”, mientras ensayo la voz nueva que me han regalado por mis cincuenta años de vida para la Vida. Tres meses de silencio que podían haberse prolongado por tres años o treinta o tres mil; silencio que tal vez continúe, aunque no lo parezca…

También he esperado a los Evangelios de este Domingo y del pasado, que ya se contempló en   www.viaamoris.blogspot.com , porque me retratan bien; en aquél, pobre trabajadora de la última hora, rezagada, despistada, entretenida con cantos de sirenas del mundo que ya pasa; hija remolona en el pasaje de hoy, que ha dicho al Padre "no quiero" muchas veces, por decir sí a padres falsos, ídolos con pies de barro que bloquean, confunden y amargan, hija arrepentida que, ahora, tras muchos des-engaños, dice sí, y ese sí es definitivo.


                                                        Che sará, Nicola di Bari

¿Qué será de estos blogs? No lo sé, como no sé qué será de mí y de cuanto amo. O sí lo sé, será lo bueno, lo mejor, como bien sabía Juliana de Norwich: “Todo irá bien, y todo irá bien, y toda clase de cosas irán bien”. Y el himno que se reza en la liturgia de las horas:

“Tras el temblor opaco de las lágrimas,
no estoy yo solo.
Tras el profundo velo de mi sangre,
no estoy yo solo.

Tras la primera música del día,
no estoy yo solo.
Tras la postrera luz de las montañas,
no estoy yo solo.

Tras el estéril gozo de las horas,
no estoy yo solo.
Tras el augurio helado del espejo,
no estoy yo solo.

No estoy yo solo; me acompaña, en vela,
la pura eternidad de cuanto amo.
Vivimos junto a Dios eternamente.”


Lo que canta este himno y Juliana de Norwich es quizá de lo más difícil en el camino espiritual, confiar, dejar a Dios ser Dios, aceptar su voluntad, sosegarse y recordar que es Dios (Salmo 46). Entonces surge el milagro: no solo aceptamos su voluntad, más o menos resignadamente; es un paso más; amamos su voluntad, renunciando a nosotros mismos, alcanzando el bendito: “No soy yo, sino Cristo...” (Gálatas 2, 20).

Es una de las muchas intuiciones –irán saliendo por aquí– que me inspira la Magdalena del Noli me tangere de José Beratón que contemplo a menudo en el Oratorio de Caballero de Gracia y abre este post. Al escuchar nuestro nombre en la voz del Maestro, volvemos a ser liberados de lo que ven los ojos y tocan las manos, recordamos que estamos en el mundo sin ser del mundo, para vivir como hijos de la luz. En el instante que representa el cuadro, María está a punto de vivir esa conversión definitiva, dejar de mirar lo que se toca solo con los sentidos físicos, lo que retiene, para mirar hacia arriba, ver al Maestro y verse en Él.

¿Qué tiene esto que ver con escribir, no escribir, callar o hablar? Mucho; cuando uno renace –así he vivido mi cincuenta cumpleaños, como un nacimiento y un Pentecostés, una nueva versión para regresar a la Sión eterna que ya veo (ver-sión)– ha de volver a aprender a hablar. Todo nuevo; la voz, las palabras, el sentido, y, sobre todo, de dónde sale el mensaje y a dónde va. Si el mensaje ya no nace del hombre viejo o de la mujer vieja, sino de los nuevos, escribir, hablar, vivir es escuchar y servir, conocer y alabar. Se invierte la locura del mundo, lleno de mentiras, poses, impostores que retienen y engañan. En la vida nueva, el Real es el que toma el puesto del usurpador. Si este era germen de conflicto, falsedad, locura, acabar con él es fuente de armonía, transparencia, sabiduría y amor. El cielo en la tierra.


                                                       One pair of hands, Elvis Presley


¿Tienes que seguir corriendo?
¿Seguir escribiendo,
hablando,
haciendo?
¿Seguir escapando
de lo que no Es?
Solo has de Ser.
Y lo eres parando,
callando,
mirando,
escuchando el eco
de la Voz eterna.
Escucharla siempre,
seguir Sus mandatos,
tu única misión.
Despierta o dormida,
muerta y viva,
Serviam.
Fiat.
Sí.