Gratis habéis recibido, dad gratis. Mateo, 10, 8










viernes, 29 de julio de 2011

Mirad que os mira

      


                                                                                    

                                                                               Mirad que os mira.
     
                                                                                          Santa Teresa de Jesús


                                                                          Estos días azules y este sol de la infancia.

                                                                                                          Antonio Machado
                                                               (Su último verso, encontrado en el bolsillo de su gabán)


          Otra vez a los acantilados con la mirada nueva. Mar placenta, mar lava, ebullición de fuego invisible donde todo vuelve a crearse. ¿Soy yo quien crea esta belleza sobrenatural que los paseantes distraídos parecen no ver? La consciencia en la belleza hace que el instante sea eterno; cuando soy consciente no pienso: esto es bonito, esto es feo; porque soy y estoy presente en lo que es, y lo que es, Es, más allá de nombres y calificativos. Miro las olas romperse en los acantilados; las miran los ojos, las mira el pensamiento, las mira el corazón, y las olas aparecen con la belleza inédita de lo real. Y en ese ver las olas, en ese ver el mar, aparezco también yo, libre y eterna, mirada y sostenida, recreada por una Presencia que es puro Amor.

            No he descubierto nada nuevo estos días azules, con este sol de la infancia, otra vez junto al mar. O sí...; he mirado lo mismo de un modo nuevo y lo he visto. He mirado el mundo, he visto el mundo, que no es poco, y en el mundo y en mí misma he sentido a Quien nos mira. Comprendo y experimento el significado de la palabra teshuvah y de la palabra metanoia. Teshuvah dentro de la teshuvah, dentro de la teshuvah... Y así hasta el infinito, alcanzando estados de comprensión y lucidez cada vez más altos, o acaso solo más hondos, más reales, más cercanos al Corazón, el Suyo, en mi pecho.


jueves, 21 de julio de 2011

Rosas en el mar

Resultado de imagen de imagenes castillo de arena

            Vuelvo a ver el castillo de arena de los jóvenes alegres que duermen en la playa. Es una despedida o un hasta pronto o un Dios os bendiga, aunque ellos no saben que mañana regreso a Madrid. Han vuelto a construirlo porque la tormenta de ayer derribó su trabajo minucioso, aún luce inabacabado. Los imagino volviendo a empezar sin lamentarse, con desapego, poniendo en cada detalle, cada ventana, cada almena, un poco de su alma.             
            Cuando estoy contemplando por última vez esta obra de arte efímera, una niña se acerca. Sus palabras son claras y llenas de asombro: "Es mágico, ¿verdad? ¿Dónde está la princesa?" Aún no sabe que la princesa es ella, si quiere. Le doy una moneda para que la eche en la cestita, discretamente colocada a un lado del castillo. Yo echo otra, la última de estos días de gracia junto al mar.
            Los chicos lo agradecen y recibo verdadera gracia de ellos. Me fijo en la sonrisa del más moreno, el que menos me ha llamado la atención hasta hoy. Es una sonrisa espléndida, sincera y natural, que brota de dentro y de más allá de sí mismo; puede que de una raza nueva de seres humanos generosos y libres.
            Me alejo lentamente, sabiendo que estos chicos sensibles y atentos forman parte de mí y que, aunque mañana regreso a la calle Desengaño, volveremos a vernos. Miro hacia atrás; ahí está Júpiter, radiante, y la luna dejando una estela ancha en el mar. Antes de abandonar el paseo marítimo, encuentro una pluma blanca flotando cerca; y creo, en los dos sentidos de la palabra, creer y crear, que en realidad son el mismo.


jueves, 14 de julio de 2011

El poeta - profeta


                                                                           Moriré en París, con aguacero,
                                                                           un día que ya tengo en el recuerdo.

                                                                                                               César Vallejo

            El poeta sabe, pero, como aún no sabe que sabe, su forma de decir las cosas resulta tan hermosamente ambigua.

            El poeta luce como estrella en un firmamento donde quedan pocas estrellas y quedan todas las estrellas, las pasadas y las futuras, en un presente intemporal, noche de gracia o victoria de Kairós, que se expande y se concentra y se expande...

            Dice Annick de Souzenelle en La palabra en el corazón del cuerpo:

            "El poeta participa de la realidad profética, hace la experiencia de ese otro campo de consciencia, no por una inspiración que viene de arriba, sino por la calidad de su mirada sobre el mundo. (...) Hay una sensibilidad esencial que supera la sensación corriente que tenemos de lo que nos rodea. (...) Tocar la esencia del mundo y del hombre no se logra mediante procedimientos mágicos; sólo puede ser el resultado de una transformación interior, espiritual en su fondo, aunque no se reconozca como tal."


martes, 5 de julio de 2011

Ser o no ser



Los sepultureros exhuman el cráneo
de Yorick, el bufón.
Eugène Delacroix

            El universo se transforma ante mis ojos en este nuevo paseo desde Cibeles, por una Gran Vía que otra vez estoy estrenando. Si antes me costaba concebir que hubiera tantas personas en viviendas como nichos, en ciudades atestadas, en países de sueño, amnesia y soledad, hoy me parece todo mucho más pequeño, más de andar por casa.
          Se diría que solo hay un puñado de personas y sé que sigue habiendo millones. Un puñado y a la vez millones. O una sola persona con infinitos niveles de ser y de comprensión.     
          No sorprende que Hamlet, la única obra de teatro que es Hamlet, se esté representando simultáneamente en varios teatros en el planeta. Pero solo es Hamlet, siempre Hamlet, con actores pésimos o actores brillantes, con actores expertos o simples aficionados.
          Siempre Hamlet, solo Hamlet, con un director excepcional o con otro mediocre.
          Siempre y solo Hamlet.



          SOLO EL TIEMPO

                                                            Cuando ha desaparecido todo, queda todo.
                                                                                                    Francisco Pino

          Solo el tiempo puede           
          ganarnos la partida,
          si no somos capaces de perder
          como quien vence
          o como quien aprende
          a atravesar los velos
          del sí y el no, del arriba y abajo,
          del blanco y el negro
          y ver las cosas, en un instante
          de lucidez inesperada,
          como son.

          Pero si aprendemos
          a perder con la serena
          ecuanimidad del que recuerda
          quién es
          y no lamenta el cambio
          de escenario o de ropaje,
          del que se empeña a fondo
          en cada nuevo personaje,
          sin olvidar que es actor
          (y no Otelo y no Penélope y no Hamlet),
          sin olvidar que el silencio
          es arma tan poderosa como la palabra
          (a veces, tantas veces, más),

          si encontramos en la pérdida
          un nuevo afluente, una nueva raíz
          que se adentra y avanza y va creciendo,
          conseguimos el Bálsamo de Fierabrás
          que protege y sana toda herida.

          Solo el tiempo puede entonces
          tratar de ganarnos la partida
          y fracasar.