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sábado, 18 de julio de 2020

Trigo y cizaña, juntos hasta la siega


Evangelio según san Mateo 13, 24-30

En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente diciendo: «El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras los hombres dormían, un enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo: “Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?”. Él les dijo: “Un enemigo lo ha hecho”. Los criados le preguntan: “¿Quieres que vayamos a arrancarla?”. Pero él les respondió: “No, que al recoger la cizaña podéis arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y cuando llegue la siega diré a los segadores: arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero”». También les propuso otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. En realidad, esta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas". Después les dijo esta otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa". Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin parábolas, para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: Hablaré en parábolas, anunciaré cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo. Entonces, dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: "Explícanos la parábola de la cizaña en el campo". Él les respondió: "El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno, y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles. Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal, y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡El que tenga oídos, que oiga!"

La parábola de la cizaña - Fetti, Domenico. Museo Nacional Thyssen ...
Parábola de la cizaña, Domenico Fetti

Antes del Bautismo, el hombre está poseído por Satán; después del Bautismo, es el campo de batalla entre Cristo y Satán. Pero Cristo es más fuerte y Satanás acaba encadenado y vencido.
Georges Bernanos

Como vemos en www.viaamoris.blogspot.com, Jesucristo es el Reino y viene a dárnoslo, viene a darse. De ahí el versículo que repetimos en el Salmo de hoy: Tú, Señor, eres bueno y clemente (Salmo 85). Un Niño nacido de una joven virgen es más grande que todo nuestro mundo, más grande que todo. Y cuanto toca ese bebé-semilla, que es Dios, se transforma y adquiere un potencial que no se ve, pero que está lleno de Su misma Vida. Él es el Dueño del poder, leemos en la primera lectura (Sabiduría 12, 13.16-19), y si no recibimos Su Vida, la cizaña que el enemigo esparció entre el trigo que somos nos invade y malogra lo que deberíamos llegar a ser.

La cizaña y el trigo están en el campo, que es el mundo, y también están dentro de nosotros, en el campo que cada uno lleva en el corazón, pero esta cizaña propia cuesta más verla, porque solemos estar dormidos, y por eso ni tenemos ojos para ver ni oídos para oír. La vida, cuyo fin es realizar y extender el Reino es desperdiciada en afanes inútiles que nos entretienen y alejan del Camino que es Jesús, porque solo Él nos lleva de regreso a nuestra verdadera identidad.

Nos afanamos en lo que no es, en lo que se quemará, hacemos de la mentira nuestro modo de vida, rodeándonos de palabras engañosas y ensoñaciones inútiles, llenas de ambigüedades y falacias. Es lo que san  Juan Crisóstomo llama “el método del diablo”, que consiste en mezclar siempre la verdad con el error, revestido este con las apariencias y colores de la verdad, de manera que pueda seducir fácilmente a los que se dejan engañar. Por eso, el Señor habla de cizaña porque esta planta se parece al trigo. Seguidamente indica como lo hace para engañar: Mientras la gente dormía. Cristo nos dice todo esto para enseñarnos a no dormirnos, de ahí la necesidad de la vigilancia de un guardia. Y también nos dice: El que persevere hasta el final se salvará. Por otra parte, ¿es posible que una parte de esa cizaña se convierta en trigo? Si lo arrancáis ahora podéis perjudicar la próxima cosecha arrancando a los que podrían llegar a ser mejores.

Creemos, como San Juan Crisóstomo, que hay esperanza para este mundo tan infestado de modos diabólicos. El Señor y Su Reino están entre nosotros, trabajando silenciosamente el corazón-campo de cada hombre, Él está dentro de esos corazones y, como levadura en la masa, hará crecer la semilla del Reino. Su fermento irá transformando toda la masa.

Y puede que un día, cuando intentemos descubrir cuánta cizaña queda en nuestro corazón, nos demos cuenta de que no queda cizaña, que en realidad era trigo, siempre fue trigo, que había olvidado a Su Sembrador y su identidad. Porque el origen del mal es siempre el mismo, lo que hizo caer a Adán y a nosotros con él: olvidar que Dios nos ama y que nosotros le amamos.

Magdalena penitente | artehistoria.com
Magdalena penitente, José Murillo

San Agustín estudió durante años el “misterio de la iniquidad” y llegó a la conclusión de que Dios es capaz de sacar mayor bien de algo tocado por el mal y vuelto al bien, que de algo que siempre fue impecable. A la misma conclusión llega José Tissot en el  precioso libro: El arte de aprovechar nuestras faltas, poniendo el ejemplo de Santa María Magdalena: Regad con este llanto el espacio de vuestra vida que ha sido estéril, porque no quisisteis que el amor lo iluminase; y el amor vendrá llevado por esas aguas. ¿Quién sabe si delante de Dios esos años dorados no llegarán a ser más hermosos, más fecundos y más preciosos por la penitencia, que lo hubiesen sido por la inocencia? Podría ser que no tuvieseis que lamentaros de haber pecado como Magdalena, si lloráis cómo lloró Magdalena.

También a María Magdalena pone como ejemplo San Francisco de Sales: Magdalena se convirtió tan admirablemente que, de una criatura manchada y llena de suciedad como era, llegó a ser un vaso puro y limpio, adecuado para recibir el agua preciosa y aromática de la gracia con la que después embalsamó a su Salvador: la que, por sus pecados era una vasija de mal olor, llegó a ser por esta conversión como una flor de delicioso aroma. Y cuanto más desagradable fue por el pecado, tanto más quedó purificada y renovada por la gracia, igual que las flores se desarrollan y obtienen su hermosura de una materia fétida y podrida, pues cuanto más estiércol tiene la tierra en que se producen, más crecen y más hermosas se hacen.

El Reino es ya si vivimos en el amor perfecto, que es vivir fundidos con Jesús, en Él, por Él y para Él. Eso es vivir en la Divina Voluntad, sabiendo que todo lo hace Jesús en ti porque has llegado a tu nada. Y lo que echabas de menos, lo que anhelas y añoras empieza a aparecer a tu alrededor: seres amados que perdiste, bienes y gozos divinos…, aunque aún no lo veas, porque la Divina Voluntad obrando en ti te da la eternidad de Dios, en la que nada se pierde, se rompe, se corrompe o se separa. 

179. Diálogos Divinos. Necesidad del conocimiento del mal



Entonces el hombre bueno llamó a Gawain, y le dijo:
-Mucho tiempo ha pasado desde que fuiste hecho caballero, y desde entonces nunca serviste a tu Creador; y ahora eres un árbol tan viejo que no hay en ti hoja ni fruto; así que piensa que rendirás a Nuestro Señor la pura corteza, ya que el demonio tiene las hojas y el fruto.

                                                           La muerte de Arturo, sir Thomas Malory


A veces pienso que me volvía a los dioses falsos para adquirir alguna capacidad de adoración, con vistas al día en que el verdadero Dios me llamase a Él. No es que no pudiera haber aprendido esto mucho antes y de una forma menos drástica, de una forma que no conoceré nunca, sin apostasía, sino que los castigos divinos también son dones, que de un gran mal saca un gran bien y que de la ceguera condenable hace un remedio.
                                                                                                                C. S. Lewis
                                                                                  

sábado, 11 de julio de 2020

Entender la Palabra con el corazón


Evangelio según san Mateo 13,1-23

Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al mar. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó y toda la gente se quedó de pie en la orilla. Les habló muchas cosas en parábolas: «Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, una parte cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y como la tierra no era profunda brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó. Otra cayó entre abrojos, que crecieron y la ahogaron. Otra cayó en tierra buena y dio fruto: una, ciento; otra, sesenta; otra, treinta. El que tenga oídos, que oiga». Se le acercaron los discípulos y le preguntaron: «Por qué les hablas en parábolas?». Él les contestó: «A vosotros se os han dado a conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumple en ellos la profecía de Isaías: “Oiréis con los oídos sin entender; miraréis con los ojos sin ver; porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos; para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo los cure”. Pero bienaventurados vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen. En verdad os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron. Vosotros, pues, oíd lo que significa la parábola del sembrador: si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino. Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que escucha la palabra y la acepta enseguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y en cuanto viene una dificultad o persecución por la palabra, enseguida sucumbe. Lo sembrado entre abrojos significa el que escucha la palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas ahogan la palabra y se queda estéril. Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende; ese da fruto y produce ciento o sesenta o treinta por uno».


Pin en Arte religioso cristiano S. XX
Yo Soy el Pan de la Vida, Joaquín Sorolla

El “reino de Dios” es el centro del Evangelio, la Buena Noticia que anunciamos y queremos vivir. Un reino cercano (Marcos 1,15), interior (Lucas 17,21), presente y actual (Mateo 20,28). Lo eterno en nosotros son esas semillas del reino llamadas a perdurar. Lo demás es nada, polvo, fuego de artificio, luces de neón. Pero no podemos anunciar y vivir el Reino si no lo recibimos, acogemos y entendemos con el corazón abierto y disponible.

Cristo está depositado como semilla en cada ser humano, queriendo hacerse vida en él, para que demos a Dios la gloria que le negamos con la caída. Para amar a los demás hemos de recordar que Jesús está en cada uno, como semilla que espera ser regada.

En el Santísimo Sacramento de la Eucaristía, Cristo es la semilla, grano de trigo divino, entregado para dar vida. Por eso en una diminuta Hostia consagrada está la Divinidad completa. Al comulgar, es el mismo Jesús en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad Quien se da con todo lo Suyo: la Creación, la Redención, la Santificación a la que estamos llamados, esto es, la semejanza recuperada. Pues todo Es “a la vez”, no cronológico, todo Es en el Acto Único de Dios.

Cristo entra en ti y si lo acoges y dejas que se quede para obrar en ti, no solo para habitarte, te convierte en Sí, te convierte en Dios. Es el milagro de los milagros, el más inadvertido para los sentidos físicos, pero el más eficaz. Porque milagro es algo que vence la naturaleza; y en esa Comunión conscientemente aceptada es vencida nuestra naturaleza caída y se restaura la gracia, la Vida Divina que se le dio a Adán en la Creación, pero con mucho más, infinitamente más de lo que Adán recibió: con la Sangre de Cristo redentora, Sus llagas benditas, la herida de Su costado, tan pequeña como la punta de una lanza, tan grande como para abarcar toda la Creación, toda la Redención y a todos los que aceptan esa Redención, que es el inicio del Reino de Dios, la Nueva Creación.

Felix culpa, dijo San Agustín, que intuyó la magnitud de lo que se nos dio con la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, la semilla triturada que dio origen al Árbol de la Vida, en cuyas ramas se posan los redimidos, y en cuya savia fluye Su Sangre bendita junto con la sangre del que se atreve a ser más que redimido, más que salvado, se atreve a morir, semilla triturada, para ser Uno con el Salvador. Su Sangre, Su Vida se funde con la vida de la criatura para transformarla y divinizarla.

En este post y en el blog hermano, www.viaamoris.blogspot.comalgunos extractos de Libro de Cielo, dictado por Jesús a Luisa Piccarreta, acerca del Sembrador Divino, y de la Vida que Su Voluntad siembra en el alma:

24-2-1933
Tú debes saber que mis verdades son semillas que Yo, agricultor celestial continúo sembrando en las almas, y si hago mi siembra, con certeza debo recoger el fruto. Muchas veces me sucede a Mí como al pobre sembrador que arroja su semilla en la tierra, la cual por falta de humedad, la tierra no tiene la fuerza de comerse la semilla para digerirla y convertirla en tierra, y de la sustancia que ha absorbido de la semilla dar al pobre agricultor el diez, el veinte, el ciento de la semilla que se ha comido; otras veces, mientras arroja la semilla, por falta de lluvia la tierra se hace dura sobre la semilla, y no encuentra el camino para hacer salir la vida, la sustancia de la semilla que encierra, y el pobre agricultor debe tener paciencia para recibir la cosecha de sus semillas. Sin embargo, con haber sembrado la semilla, ha hecho ya una cosa y puede tener esperanza, quizá una lluvia dé la humedad a la tierra, la cual poseyendo la sustancia de su semilla hará surgir lo que ha sembrado, o bien, quitando la dureza, removiéndola, forma los caminos para reproducir su semilla, así que el sembrador a pesar de que la tierra no produce súbito la multiplicidad de la semilla que ha recibido, el tiempo, las circunstancias, la lluvia, puede hacer producir una cosecha más abundante, que no se esperaba. Ahora, si el agricultor a pesar de todas las dificultades de la tierra puede esperar y recibir una abundante cosecha, mucho más Yo, agricultor celestial, habiendo sacado de mi seno divino tantas semillas de verdades celestiales para sembrarlas en el fondo de tu alma, y con la cosecha llenar todo el mundo


7-10-1934
Así nuestro Ser Supremo, reservándose para Sí la parte más noble del hombre, la cual es el alma, más que sol fijamos su interior, lo dardeamos, lo modelamos, y conforme lo tocamos, más que luz solar, ponemos la semilla del pensamiento en la inteligencia, la semilla de nuestro recuerdo en la memoria, la semilla de nuestra Voluntad en la suya, la semilla de la palabra en la voz, la semilla del movimiento en las obras, la semilla de nuestro amor en el corazón, y así de todo lo demás. Ahora, si nos pone atención trabajando el campo de su alma junto con Nosotros, porque jamás retiramos nuestro Sol Divino, de noche y de día estamos sobre él más que tierna madre, ahora para alimentarlo, ahora para calentarlo, ahora para defenderlo, ahora para trabajar juntos, y para cubrirlo y esconderlo en nuestro amor. Entonces haremos una bella cosecha que les servirá para alimentarse de Nosotros, y alabarnos nuestro amor, nuestra potencia y sabiduría infinita, y si no nos pone atención, queda sofocada nuestra semilla divina, sin producir el bien que posee, y él queda en ayunas, sin los alimentos divinos, y Nosotros quedamos en ayunas de su amor. Cómo es doloroso sembrar sin recoger, pero a pesar de todo esto, es tanto nuestro amor, que no lo dejamos, continuamos a dardearlo, a calentarlo, casi como sol que no se cansa de hacer su pasadita de luz, a pesar que no encuentra ni plantas, ni flores dónde poner la semilla de sus efectos. ¡Oh! cuántos bienes de más haría el sol si no encontrara tantas tierras estériles, pedregosas y abandonadas por el hombre. Así Nosotros, si encontráramos más almas que nos pusieran atención, daríamos tantos bienes de transformar a las criaturas en santos vivientes y en copias fieles de Nosotros. Pero en nuestra Voluntad Divina no hay peligro de que no reciba nuestra semilla diaria, y que no trabaje junto con su Creador en el campo de su alma. Por eso siempre en mi Fiat te quiero, no pienses otra cosa, así haremos una bella cosecha, y tú y Yo tendremos alimentos abundantes, para poder abastecer a los otros, y seremos felices de una sola felicidad”.


                                                    Tu "Te amo". Divina Voluntad

sábado, 4 de julio de 2020

"Mi yugo es llevadero y mi carga ligera"


Evangelio según san Mateo 11, 25-30

En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»

File:El Buen Pastor, de José García Hidalgo (Museo de Bellas Artes ...
El Buen Pastor, José García Hidalgo


Purificad vuestra alma, rendidla para poder entender la llamada del Señor que os repite: ¡Ven y sígueme! Es la voz que guía a quien tiene el corazón puro; en cambio, la gracia de Dios resbala en un alma repleta y desgarrada por una multitud de posesiones.

San Clemente de Alejandría

El Señor se revela a los pequeños y sencillos que pueden reconocer, mucho más que los “sabios” del mundo, que no sabemos ni podemos nada por nosotros mismos. Pero unidos a Él, somos capaces de todo, nada nos parece imposible. Lo esencial es volver la mirada y el corazón hacia Cristo, cada día, cada instante; atentos a Su obra en nuestros corazones. www.viaamoris.blogspot.com

Frente al conocimiento dualista, diabólico, que lleva a la entropía, nosotros acogemos el Conocimiento que unifica. El Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal es elegir con la soberbia del “seréis como dioses”. Nosotros abrazamos el Árbol de la Vida, la Cruz de Cristo, la única opción que integra, redime, reúne todo y lo ofrece. Ese es Su yugo, llevadero en Él, y Su carga, ligera con Él.

El conocimiento diabólico que la serpiente inoculó en Eva es germen de separación y dis-yuntivas. Crea dilemas y conflictos. El conocimiento divino une, es yunta/yugo ligero, impulsa a amar y a servir, no busca la gloria personal, sino la de Dios. Non nobis, Domine..., no a nosotros, sino al Señor, la gloria… El lema de los de Jesucristo, fin de los dilemas. Al Señor la gloria, viviendo en Él, por Él, con Él.

El pequeño y sencillo reconoce cuál es el Bien verdadero y cuál el simulacro; sabe calcular sus años, tan pocos siempre, aun en los muy longevos, un latido, un bostezo apenas, un parpadeo en la eternidad; y sabe que dejar todo lo que se tiene o se cree tener es dejar lo poco, lo casi nada. ¿De qué valen los tesoros de lo poquísimo, de lo casi nada? Pura apariencia, pura calderilla. 

Para dejarlo todo no hace falta ser muy valiente, sino ser sabio, con la Sabiduría de Dios. Renunciar a la escoria y las baratijas, para dedicar esfuerzo y vida a lo eterno.

Deja que los sabios y entendidos del mundo se ocupen de salir bien en la foto que el tiempo destruirá y se estrechen las manos falsas y advenedizas que pronto serán solo hueso y luego polvo y luego nada. Que luzcan ellos sus atuendos de soberbia y vanidad, de lujo vergonzoso y ostentación. Que se coloquen bien para el retrato de los nuevos Dorian Gray. 

Tú preocúpate del único retrato que perdurará, el que Dios está haciendo de cada uno, fundiendo fotogramas, instantes, miradas, decisiones, acrisolando el oro de la entrega sincera a Su Voluntad, que es Amor infinito. Preocúpate del vestido necesario para entrar en el banquete eterno, esa túnica blanca que Jesús ganó para ti y solo has de aceptarla y ponértela. Pero para podértela poner has de haberte desnudado antes de todo los demás, lo que el mundo valora y son solo harapos.

Porque su yugo es suave y su carga ligera, decidimos abandonar definitivamente la esclavitud del pecado y de la voluntad humana para vivir en la dulce esclavitud de Dios, que libera, transforma, ensalza, hace en el alma verdaderas maravillas.  Y solo nos queda seguir trabajando para extender este Reino que hemos acogido, para que todos comprendan y compartan el “lo quiero todo” de Santa Teresita, modelo de los pequeños y sencillos.

                  227. Diálogos Divinos. La necesidad de la nada en la Divina Voluntad


¿Qué no valdrá entonces, habiendo entrado en la tierra y la tierra en uno, habiendo sido poseído por la tierra, liberarse de su yugo amargo, pesado de fango oscuro, macilento del polvo de siglos, dejar atrás para siempre su condena y recuperar la inocencia primordial.
Es posible, para quien se deja guiar por Aquel cuyo yugo es llevadero y su carga ligera (Mt, 11, 30). Es posible, de Su mano, regresar a la fuente de la transparencia y la libertad.
La tierra de esclavitud es una matriz para aquel que se verticaliza y una tumba para el que se enamora de ella.
¡Y Egipto ensalzará sus tumbas! Mas se hará matriz para los hebreos.
Uno comprende entonces que Egipto en el lenguaje bíblico, simbolice el mundo llamado “de la Caída”. E Israel, el de la realización, fuera del condicionamiento de la caída, al darle acceso a la “tierra prometida”, tierra interior; de la que Jerusalén es la gemela en el exterior.                                                                      
                                                                                           Annick de Souzenelle