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sábado, 26 de septiembre de 2015

El Camino del cristiano

 
Un post que colgué en www.viaamoris.blogspot.com y me ha parecido oportuno, para enlazar con la reflexión que hacemos sobre el Evangelio de hoy en el blog hermano.
 


                               Escena de El filo de la navaja (1946), de Edmund Goulding


          ¡Qué estrecha es la puerta y que angosto el camino
          que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos.

Mateo 7, 14-16

 
                                                   Como el agudo filo de una navaja es el sendero.
                                                   ¡Estrecho es, y difícil de seguir!
                                                                                                              Katha Upanishad

 
Los héroes se convierten en budas con un solo pensamiento, pero a los perezosos se les entrega las tres  colecciones de los libros sagrados para que los estudien.
                                                                                                          Sutra Vimalakirti


El camino del cristiano lo encontró Aquel que es “el camino” y es una felicidad encontrarlo. El cristiano no se pierde en los rodeos y es salvado felizmente para la gloria.
Soren Kierkegaard

 
Jesucristo aúna, concilia, integra todas las religiones y tradiciones, incluso para los que no han declarado su adhesión al cristianismo, o ni siquiera han oído hablar de Él, pero, gracias a la pureza de su corazón y la sinceridad de su búsqueda, logran conectar con Aquel que es el Camino, la Verdad, la Vida y se preparan para ser alter Christus. Como el impactante maestro y su discípulo, Larry Darrell, personajes de la novela de Somerset Maugham, que inspiró la película.
 
Cuántos buscadores de diferentes escuelas y caminos, muchos incluso de los que se creen cristianos, se quedan en el Yo seré de Moisés. Aún no se dan cuenta de que, aceptando a Jesucristo, uniéndose a Él o descubriendo que somos Uno en Él, estarían en el Yo Soy. Porque Él nos perfecciona en Sí, nos purifica y trasciende nuestras limitaciones, nos da el alimento espiritual que precisamos para ir alcanzando la Semejanza.
            No hay nada que hacer, ningún sitio al que llegar, ningún bien que merecer. Sólo hay que Ser, vivir lo que somos, aprendiendo a conjurar los condicionamientos, los pensamientos repetitivos e inútiles, las programaciones y falsas creencias.
            El Evangelio nos ofrece un camino de evolución interior que integra cuerpo, mente, corazón, alma y espíritu, y nos da la clave que muchos han buscado en vano. Creer en Él, aceptar su amor incondicional y redentor es el verdadero "atajo", la clave decisiva. Jesucristo nos abre la puerta, nos pone en el camino y, cuando queramos darnos cuenta, nos encontraremos a menos distancia de la meta que del inicio. Es Su fuerza, Su impulso, que nos lleva como en volandas.
 
            Dichoso el que crea sin haber visto, es la bienaventuranza de los hombres de hoy. Y, si nos fijamos bien, en ella están contenidas todas las demás. Si creemos de verdad, sin necesidad de apoyos sensibles, no con la mera “creencia” conformista, interesada, rutinaria de la mente, sino con la voluntad que nace de un corazón generoso y audaz, estaremos siempre en presencia de Dios y esa conciencia luminosa y transformadora nos llevará directamente de regreso a Casa, porque nos dará la gracia necesaria para seguir amando hasta el final. Y el amor es mucho más que la fe, más que las obras y más que la fe con obras.
 
            Jesucristo es Camino, Verdad y Vida; lo sé desde que tengo uso de razón. Pero cuánto me ha costado asimilarlo con todo mi ser y empezar a vivirlo, siendo consecuente con mi herencia y mi destino.
 
            Todos los trabajos interiores, las prácticas, los aprendizajes, los ritos, se van dirigiendo hacia Él, todo acaba en Él, sublimado y transfigurado. Por eso, dando la mano a Jesús, mirándole, viviéndole, ...¡siendo Jesús!, lo que necesitaría años de estudio, profundas diatribas filosóficas y teológicas, esfuerzo, trabajo constante, disciplina, obstinado rigor, se hace accesible a nuestro limitado entendimiento. Pero para vivir a Cristo, para ser Él, es necesario un corazón sencillo, humilde, libre de soberbia y vanidad. 

            El camino del cristiano es el camino de los héroes, que no se pierden en rodeos, como coinciden en señalar Kierkegaard y el Sutra Vimalakirti.
 
            El Padrenuestro, sin ir más lejos, contemplado con esta libertad y limpieza, abarca todas las verdades que muchos pretendidos sabios y también muchos oradores mecánicos, dormidos, meros acumuladores de "méritos", no logran siquiera vislumbrar.
            Y orar en el silencio interior, con la sencillez de aquel campesino que menciona el cura de Ars (“yo Lo miro, Él me mira, y estamos contentos”), puede borrar abismos de ignorancia. No es devoción sensiblera, pues permite alcanzar las más elevadas cimas de la espiritualidad, incluso lo que llaman estados de conciencia transpersonal. Pero sin retórica, sin ruido, sin calificativos. Con solo una mirada de amor y confianza, capaz de abarcar un mundo.

        Volviendo a la escena de El filo de la navaja, como ya casi nada es casual, sino causal, el Evangelio de hoy viene a darnos más luz. En las primeras líneas, leemos:

          Juan dijo a Jesús: "Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros". Jesús respondió: "No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro".
                                                                                                      Marcos 9, 38-40

            Jesús vuelve a demostrarnos que los verdaderos discípulos están por encima de reglamentos y exclusiones.
           El discípulo falso, mezquino, inseguro, acaso por ignorancia o inmadurez, que, en lugar de amar a Dios, se ama (y mal) a sí mismo, delimita bandos y exige normas y fronteras, pues teme perder su identidad, su parcelita, que es lo que en el fondo defiende.
            Los discípulos auténticos, los que han sido llamados y escogidos, saben que el Espíritu sopla donde quiere, son capaces de expandir sus horizontes sin miedo y aprecian la bondad, la verdad, la belleza que hay en todas las vías sinceras de acercamiento a Dios, pues todas confluyen en la Unidad que somos. Y esa entrega libre y confiada es la que nos transforma y nos convierte en héroes, salvados felizmente para la gloria.
 

sábado, 19 de septiembre de 2015

Acoger al niño


Evangelio de Marcos 9, 30-37

En aquel tiempo, instruía Jesús a sus discípulos. Les decía: “El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará”. Pero no entendían aquello; y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y una vez en casa les preguntó: “¿De qué discutíais por el camino?” Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: “Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”. Y acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: “El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado”.
 

Cuando el hombre se humilla, Dios en su bondad, no puede menos que descender y verterse en ese hombre humilde, y al más modesto se le comunica más que a ningún otro y se le entrega por completo. Lo que da Dios es su esencia y su esencia es su bondad y su bondad es su amor. Toda la pena y toda la alegría provienen del amor.
 
                                                                                                           Maestro Eckhart

 

En la escena del Evangelio de hoy, vemos cómo los apóstoles tienen miedo a saber. No quieren ni oír hablar de la Cruz. Están llenos de prejuicios y de miedo, muy lejos de la valentía y la libertad, que son signo del discípulo de Jesús. Pero no solo eluden el anuncio de la cruz sino que tampoco preguntan sobre la resurrección que se les está anunciando, parecen indiferentes a una promesa tan cierta, y se quedan a ras de tierra, tibios, interesados, divididos, esclavos del mundo y sus criterios mezquinos, enzarzados en una discusión mediocre.
 
Los apóstoles llegarán a comprender. Su cercanía al Maestro les irá abriendo el corazón y el entendimiento. Nosotros lo tenemos más fácil. Sabemos que su muerte en cruz es antesala de la resurrección, sabemos que Él se ha quedado con nosotros. Somos los pequeños que el señor quiere a su lado. Somos el niño que pone en el centro y lo abraza, el niño que hemos de acoger dentro de cada uno, y también fuera.  

No nos dejemos llevar por la aversión a la cruz. Es el Camino a la Vida. La cruz permite abrazar a todos y a todo, sin perder la unidad con Cristo y el Padre. Porque Jesús y el que le ha enviado son Uno. Vayamos más allá de nuestras comodidades y mediocres certezas. Ánimo, soy yo, no tengas miedo, nos dice siempre el Maestro.

Los niños saben sorprenderse y acoger estas verdades, tan profundas y sencillas sin buscar seguridades vanas. Seamos como niños, inocentes, capaces de descubrir El Reino en cada circunstancia de nuestra vida, sin medir o comparar, sin buscar ventajas ni provecho, dando la vuelta a los criterios cobardes y tibios del mundo.

En el Festín de Babette se nos muestra esta actitud valerosa y creativa de los que han elegido la única opción en el camino de Regreso a Casa: servir y darlo todo, para vivir de verdad, que es infinitamente más que sobrevivir, mientras logramos la Obra que hemos venido a ser y a entregar.
 

                                     El Festín de Babette (1987), Gabriel Axel, Escena final

 
No es uno mismo el que perfecciona esa Obra, que es culminación de una existencia, propósito y sentido, pregunta y respuesta unidas al fin, sino la Gracia. Buscando el discurso del General de esta reveladora película (si alguien lo encuentra le agradezco que me pase el link), encuentro un vídeo donde José Luis Almarza lo explica con la lucidez y el asombro del niño que estamos llamados a ser.
 
 
 
 

sábado, 12 de septiembre de 2015

Responde el corazón


Evangelio de Marcos 8, 27-35

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Felipe; por el camino preguntó a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que soy yo?” Ellos le contestaron: “Unos, Juan Bautista; otros, Elías, y otros, uno de los profetas”. Él les preguntó: “Y vosotros, ¿quién decís que soy?” Pedro le contestó: “Tú eres el Mesías”. Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y empezó a instruirlos: “El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los senadores, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar a los tres días”. Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió, y de cara a los discípulos, increpó a Pedro: “¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!” Después llamó a la gente y a sus discípulos y les dijo: “El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por el Evangelio, la salvará”.


                                                                 Domine Iesu Christe

La Oración de Jesús inspirada en la sensibilidad del hesicasmo,
con la fuerza y la transparencia del canto latino. (corrección: es peccatoris)


RESPONDE EL CORAZÓN

La gente dice que eres un gran profeta, como Juan el Bautista, como Elías, como los más grandes de la antigüedad. Algunos creen que eres un avatar, como Buda o Mahoma, o como Zaratustra. Hay quien afirma que eres el mismo Moisés retornado a la vida. Un hombre bueno, el mejor, dicen los solidarios. Un sabio, los que ni siquiera se acercan a tu Palabra de Verdad y Vida. Otros opinan que eres un terapeuta, un mago, un hechicero. Un chamán, por lo del barro y la saliva, dicen los naturistas. El primer socialista, el verdadero. Un loco, un exaltado, un chivo expiatorio, un pobre fracasado. Un arquetipo, un símbolo sublime, un ideal. Alguno hasta sostiene que vienes de un planeta de seres avanzados. Y se agotan sus libros, va por veinte ediciones, en las librerías-best seller de los hipermercados. Un maestro ascendido, para los seguidores de la nueva era de Acuario, que está por suceder a la de Piscis. Un revolucionario incomprendido, un gran líder, al final desencantado. Un hombre, en definitiva, más íntegro y sincero, eso sí, pero solo uno más, con lo mismo de hombre y lo mismo de Dios que tiene cada hijo de vecino. Un predicador que arriesgó demasiado, porque era bueno y generoso.
 
Y nosotros, ¿quién decimos que eres? Dejadme hablar a mí en nombre de todos, compañeros, dejadme hablar a mí, aunque todos sepamos la respuesta que hemos de manifestar para que el corazón la vaya haciendo carne y sangre, cruz y luz para los doce. Dejadme, hermanos, ser el más decidido esta vez, para que cuando toque ser cobarde no me muera de pena. Dejadme abrir el corazón en público para la posteridad; este corazón apasionado, que sabe y siente lo mismo que vosotros, porque nos alimentamos de la misma Luz y del mismo Pan: Aquel cuya Palabra basta para sanarnos, la fuente del amor.

Tú lo sabes todo, pero para los nuevos y para los escépticos, diremos en voz alta que Tú eres el Mesías, el Cristo, el Hijo de Dios vivo. El Verbo, que vino a su casa y los suyos no lo recibieron. El rostro de Yahvé sobre la tierra, el resplandor más cierto de Su luz. Sol de Justicia, Rey de reyes, Príncipe de la Paz, fuerza para seguir amando hasta el final. Verdadero Dios y verdadero Hombre. Nuestro padre (Jn 13, 33), nuestro hermano (Jn 20, 17), y nuestro esposo (Mt 9, 15). Alfa y omega, principio y fin (Ap 21,6). Piedra angular (Ef 2, 20), nuestro juez (Jn 5, 22) y nuestro abogado (1 Jn 2, 1). Sol invicto, la misericordiosa mirada del Padre en los ojos del hombre, para que nos miremos en Ti y un día, Dios lo quiera, Tú lo quieras, nos veamos en Ti. El hijo de David y el Señor de David, sublime paradoja, como todas las Tuyas, para que comprendamos. El que nos acompaña cada día; Camino, Verdad, y Vida. El Nombre que quisiera que pronuncien mis labios cuando llegue la hora. El amor derramado por un Dios que es amor, el nuevo Adán para levantarnos: amor crucificado por amor, amor resucitado por amor. Aquel que en un sepulcro nuevo y prestado fue estrenando, durante apenas tres días, todas las sepulturas que por Ti serán solo refugio pasajero, antes de la vida eterna que nos has regalado. Porque Tú eres el que era, el que es, el que viene (Ap 1, 8), el que sentado en el trono dice: “He aquí que hago nuevas todas las cosas” (Ap 21,5).

 

domingo, 6 de septiembre de 2015

Presente


 
Presente, Vox Dei
Abajo, la letra de esta canción, tan llena de "resonancias" para el que quiere escuchar.
Presente, instante eterno, ojo de aguja, puerta estrecha, eje vertical que abre y cierra el tiempo y nos conecta con el Origen al que regresamos. 
 
Todo lo ha hecho bien, leemos que decían de Jesús en el Evangelio de hoy. Porque todo lo hacía en el presente, donde todo es perfecto, todo es real y estamos a salvo de la mentira, de lo falso.
 
Vivir en presente es ser libres. Sin miedo ni deseo, y, como se dice en italiano, en una expresión con la que llevo años dialogando: senza rimorsi e rimpianti; sin remordimiento ni lamento…
 
Es uno de los regalos de este verano: haberlo recordado, para esta vez vivirlo “del todo”. No soñar, no fantasear, no desvivirse en los proyectos, en la imaginación, no distraerse con momentos pasados que ya no son. Tampoco buscarnos en la energía, que parece presente y es solo canto de sirenas traicioneras, pero, sobre todo, soltar ya el eco de esa energía. El eco de la energía, tan letal en los que viven dominados por sus propios pensamientos…, lo virtual de lo virtual.
 
¿Qué nos impide vivir en presente, con atención plena, velando? El miedo a la muerte. Vivir en presente es vencer a la muerte, porque sintonizamos con la fuente de la Vida.
 
La caída, el estado condicionado del alma, como lo llama Félix Gracia, nos hace huir del presente por miedo o, mejor –es decir, peor– por soberbia. Hemos hecho del “seréis como dioses” nuestro mantra y el sentido de nuestra existencia. Teníamos un propósito, que era Ser, para volver a Casa con una Obra cumplida, y lo hemos cambiado por existir en la experiencia, sin mirar más allá de lo que vemos. Hemos cambiado el Retorno por el torno, que nos hace girar absurdamente sobre nosotros mismos.
 
“Seréis como dioses”… Mentira, promesas de futuro, distorsión (dis – torsión), seguir en la inercia que nos impide ver la verdad, torno enloquecido que no cesa de girar en círculos planos, inútiles.
 
“Dioses sois”: retorno, presente, verdad, pero no la del mundo, de entropía, muerte y separación, no esa verdad virtual que validamos continuamente, sino la verdad esencial que nos libera y nos abre (¡effetà!). Torsión, tor – Sión, regreso a Sión. Callar y detenerse para darse cuenta de que todo era mentira… que éramos reyes haciendo de esclavos, como dice la canción de Vicentico.
 
Porque vivir en presente es actualizar el mejor de los futuros, el único real: el que Jesucristo ganó para el que lo acepte: Hijos del Rey, herederos del Reino. Yo soy la Resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá.
 
Por Él, el mejor futuro, –vivirá–, transforma el peor pasado, –haya muerto–, unificando todo en un presente atemporal. Con Cristo, todo es Resurrección y Vida, regreso a Casa, Obra entregada, Misión cumplida, porque solo Él tiene palabras de Vida eterna.
 
Como vemos en www.viaamoris.blogspot.com, Jesús nos insta a la conversión, con-versión, effetà, ábrete, libérate, logra la mejor versión de ti mismo, la única real, nos dice. Dame tus errores y distorsiones, entrégamelos con alegría y confianza, suelta todo y Yo te aliviaré, y transformaré el estiércol en flores, el error en acierto (felix culpa). Dame tu vida, tus limitaciones, tus miserias –te dice, nos dice– y verás que cuando Yo digo “te amo”, tu cerrazón, tu sordera, te hace oír “temo”.  Es hora de que te abras, escuches, proclames que te amo, que os amo, y vivas este presente donde ya eres lo que viniste a manifestar. Ábrete, escucha y podrás proclamar la Buena Noticia: que ya somos libres, que hemos escogido la única opción posible ya, y volvemos a Casa.

 
 
 
                                                          Morir a tu lado, Vicentico                                              
 
 

PRESENTE
 
Todo concluye al fin
nada puede escapar,
todo tiene un final
todo termina.
Tengo que comprender
no es eterna la vida,
el llanto en la risa,
allí termina.

Creía que el amor
no tenía medida,
o dejas de querer,
tal vez otra mujer.


Y olvidé aquello que una vez pensaba
que nunca acabaría, nunca acabaría,
pero sin embargo terminó.

Todo me demuestra que al final de cuentas
termino cada día, empiezo cada día
creyendo en mañana, fracaso hoy.

No puedo yo entender,

si es así la verdad,
¿de que vale ganar
si después perderé?


Inútil es pelear,
no puedo detenerlo,
lo que hoy empecé
no será eterno.

Creía que el amor
no tenía medida,
o dejas de querer,
tal vez otra mujer.

Y olvidé aquello que una vez pensaba
que nunca acabaría, nunca acabaría,
pero sin embargo terminó.

Todo me demuestra que al final de cuentas
termino cada día, empiezo cada día
creyendo en mañana, fracaso hoy.

¿Cuánta verdad hay en vivir?
Solamente...
el momento en que estás.
Sí, el presente...,
el presente y nada más.


 Todo me demuestra que al final de cuentas
termino cada día, empiezo cada día
creyendo en mañana, fracaso hoy.


                                         Vox Dei