Gratis habéis recibido, dad gratis. Mateo, 10, 8










sábado, 30 de enero de 2016

Ser parábola de Amor


Evangelio de Lucas 4, 21-30

En aquel tiempo, comenzó Jesús a decir en la sinagoga: “Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír”. Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios. Y decían: ¿No es este el hijo de José? Y Jesús les dijo:“Sin duda me recitaréis aquel refrán: «Médico, cúrate a ti mismo»; haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún”. Y añadió: “Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado más que Naamán, el sirio”. Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.
 

cruz luz


                             El abandono consiste en librarse de las propias particularidades personales
con la finalidad de crear en sí el espacio para la presencia y la acción de Dios.

                                                                                                          Edith Stein
 
Como compartí el domingo pasado, sigo pensando, sintiendo, sabiendo que queda poco tiempo. ¿De vida?, ¿de camino?, ¿de extravío? Poco importa, queda poco tiempo, ese es el mensaje, y hay que recoger porque se acaba el recreo, o embarcar, que el barco zarpa o el avión despega.
Hacer las maletas, soltar lastre, buenas imágenes de este tiempo de gracia… ¿Qué nos llevamos?, ¿qué descartamos? La segunda lectura de hoy (1Corintios 12, 31-13, 13) nos da la clave. Solo podemos llevarnos el Amor verdadero, que no es apego ni posesividad ni sensiblería. Todo lo que tenga que ver con el Amor, ¡a la maleta! El resto es para el polvo y para el viento, que decía Machado, el poeta que supo expresar como nadie lo que es zarpar y lo que es viajar ligero de equipaje, como los hijos de la Mar.
Hijos de la Mar… ¿Cómo son? Libres, liberados de sí mismos para poder acoger la Voluntad de Aquel que libera. La maravilla es descubrir que nuestra voluntad coincide, siempre coincidió, con la Suya. Entonces, qué fácil abrirse paso entre todo lo que nos esclaviza, qué natural abrirse paso y alejarse…
Por eso, San Gregorio de Nisa decía que el contemplativo que había restablecido en su alma la imagen de Dios era el verdadero hombre libre. Solo él podía llevar su dignidad merecidamente como hijo de Dios y rey de la creación divina.
Es otra manera de expresar ese proceso, gesto o instante de gracia, necesario para todos: abrirse paso entre la mentira, y alejarse por el camino de la Verdad, que es Jesucristo. Siguiéndole, no hay pérdida ni distracción y la vida se transforma en Pascua, paso en pos de Él.
Avanzamos seguros por el camino esencial que Él traza, libres, desapegados de esas seguridades que tienen que ver con este mundo de fuegos de artificio. Y nada nos encadenará ni nos hará perder la paz, o el Norte, que también es Él, porque elegimos, sin esfuerzo, como fruto de una elección original (del Origen) y por tanto ya tomada, la única opción, el ojo de aguja, el camino estrecho.
Es la verdadera autorreferencia, de la que tanto hablan cuando explican el “desdoblamiento de los tiempos”, según los principios de la física moderna. He aquí lo que no ven si se quedan en ese nuevo lenguaje científico y pretendidamente aséptico, que explica lo de siempre, lo eterno, con nuevos hallazgos o con hallazgos que no se podían expresar con los lenguajes de la ciencia clásica.
O sí lo ven, ya lo van viendo, porque todos los caminos sinceros desembocan en Cristo. No tardarán en verlo definitivamente y pronunciar con San Agustín: tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva. Es en Él, verdadero punto 0.0, donde todo el pasado se transforma en combustible del mejor de los futuros, el único posible en realidad: regresar a Casa. Todo ya lo dijo Él, lo mostró Él, por mucho que se empeñen en darle vueltas de tuerca al engranaje perfecto, atemporal, verdadero Arte objetivo, que es el Evangelio.
Abrirse paso y alejarse. Tarea de un instante y de toda la vida. Es también el recuerdo de Sí de Gurdjieff, Ouspensky y sus discípulos, y lo que buscan, algo despistados o cegados por brillos que les hacen creer que han encontrado “la gran clave”, los que hacen del mindfulness una nueva religión. Oyen hablar de Jesucristo y, dejándose llevar por prejuicios y condicionamientos, menosprecian al que habla, etiquetándole como anticuado, beato o simplemente religioso, con la carga despectiva que en esta palabra ponen los que van de progres y relativistas. No ven que Jesús es mucho más que una religión, porque Lo es Todo. Mindfulness, atención plena, vivir el instante aquí y ahora… El Evangelio está lleno de llamadas a vivir velando, a la vigilancia continua, a vivir el momento presente, a despertar de la matrix de todos los tiempos, que es el mundo, en el que nos abrimos paso para alejarnos hacia lo Real, donde ya estamos.
Vivamos en tensión espiritual, acordes con la Palabra, el infinito vertical que conecta con la Esencia. Eje vertical de la Cruz donde veo el otro eje, el infinito horizontal, transmutando todo, perfeccionando y completando todo, transfigurando todo, al interseccionar con el eje vertical. Y sueño con esa Figura que he de trazar también con mi vida, siendo Uno con Él, elevándome y volviendo a bajar, para iluminar la materia con la Luz que somos. Y comprendo a un nivel inefable el “tarde te amé”. Y comprendo también el consejo de Santa Teresa de mirarle sólo a Él, para ponerse bajo la única influencia, la única referencia, la del Ser, soltando todo lo que no es.
Comprenderlo y vivirlo es encarnar en nuestras vidas la imagen que hoy nos transmite el Evangelio: se abrió paso entre ellos y se alejaba. Abrámonos paso, soltando, trascendiendo, para alejarnos de lo que no somos y Ser en Él. Entonces cada uno de nosotros será parábola viviente de este Amor.


superficies y curvas de nivel (formulas y graficos)


Hijos del Mar y de la Luz

Pasamos la vida aprendiendo a dar;
entre el sí y el no,
el mío y el tuyo,
la constante fricción enciende el fuego
que ilumina el camino.

Ahora puedes andarlo
ligero de equipaje,
y entender al poeta
que se hizo a la mar casi desnudo,
acaso libre.

Pasamos la vida aprendiendo a dar;
aprende ahora a darte
y partirás desnudo,
acaso libre,
otro hijo del Mar y de la Luz.
 


En mi Getsemaní, María José Bravo
 
 

sábado, 23 de enero de 2016

Ni bueno ni malo



 
                                                                    Space Oddity
 

Hay un hombre de las estrellas esperando en el cielo. Le gustaría venir y encontrarse con nosotros, pero cree que nos haría estallar las mentes.
 
Quizá este loco, pero siempre he tenido una repulsiva necesidad de ser algo más que humano.
                                                                                 David Bowie
 

Descanse en paz, David Jones, David Bowie, Ziggy Stardust, Starman…Se va en el momento oportuno. Algo en él ya sabía que estaba fuera de lugar, que era hora de volver a la estrella de la que vino, porque las personas que hoy pueden cambiar el mundo no son los famosos, los triunfadores, los admirados por el público, sino la gente normal, quienes aprenden a vivir los milagros cotidianos sin alardes.
Por eso su último álbum, que surgió con la premura del que siente el aliento de la muerte a su espalda: Blackstar, Estrella negra, que no deslumbra, que pasa desapercibida. Todo lo contrario de lo que fue su vida, un estallido, un resplandor…, para el mundo del que no somos, para la representación de este mundo que ya pasa... Él quería ser más que humano...; todos los somos, aunque pocos llegan a darse cuenta de ello y menos aún logran vivirlo.
Se acabaron las grandes operaciones de marketing, el jugar a la rumorología para vender o crear admiración por la vía de lo extravagante. Ahora los excéntricos se apartan para dar paso a los “céntricos”, los normales, los que no necesitan demostrar que son superiores o especiales, entre los que Bowie finalmente quiere estar, y por eso se va, dejando de ser una estrella espectacular, para ser una estrella negra. Ashes to ashes, polvo al polvo, esencia a las estrellas, del color que sean. Él la quiere negra, como su amada, Iman, como su música favorita desde niño.

 
                                                                   Ashes to ashes

Qué mejor lugar que una estrella entre millones. Miradme, estoy en el cielo, dice en una de sus últimas canciones y me parece oír: Por fin, en el cielo, ni bueno ni malo, más allá de lo bueno y de lo malo, al fin real en lo Real.
 
Y los verdaderos in-adaptados (adaptados dentro) le dan la bienvenida al grupo de los que regresan a Casa, con la culpa asumida, integrada, transmutada. Ni buenos ni malos, reales. Una vida disipada en su juventud, reconoció muchas veces… Gran drogadicto, gran abstinente… Todo a lo grande, sin mediocridades, como los héroes del Sutra Vimalakirti y de su propia canción, porque ser "normal" o pasar desapercibido no es ser mediocre.


                                                                      Heroes

Y recuerdo que el verdadero Héroe, el único Maestro, el Único, prefiere a los fríos o a los calientes que a los tibios. Porque el que reconoce su culpa, la ve, la asume, es el que tiene mayor capacidad de respuesta para transmutar errores y volver a empezar. Ya lo decía San Agustín: felix culpa; y el precioso libro de José Tissot, El arte de aprender de las faltas.

David Jones renegaba de la fama de Bowie; por eso buscaba desesperadamente la discreción y la privacidad, porque llegó a comprender que ser admirado y aclamado no es creativo ni real-iza, sino que potencia la ilusión de la ilusión.

Miradme, estoy en el cielo, dijo al final, en Lazarus, soñando, tal vez sin saberlo, con la resurrección definitiva. Mirémosle, y aprendamos de sus aciertos y sus errores, compartiendo ese anhelo de ser más que humanos (pues lo somos… hijos en el Hijo 1 Jn 3, 1) que nos lleve a aprovechar el año de gracia sin desparramar (www.viaamoris.blogspot.com ).
 


Under pressure, con Queen
                                        Un vídeo que muestra lo virtual en lo virtual.
 

sábado, 16 de enero de 2016

Hacia el banquete de bodas eterno.


Evangelio de Juan 2, 1-1

A los tres días, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino y la madre de Jesús le dice: “No les queda vino”. Jesús le dice: “Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora”. Su madre dice a los sirvientes: “Haced lo que él diga”. Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dice: “Llenad las tinajas de agua”. Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dice: “Sacad ahora, y llevadlo al mayordomo”. Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, porque habían sacado el agua), y entonces llama al esposo y le dijo: “Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora”. Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él. Después bajó a Cafarnaún con su madre y sus hermanos y sus discípulos, pero no se quedaron allí muchos días.

 
Bartolomé Esteban Murillo (Pérez) - Bodas de Caná
                                                   Las Bodas de Caná, Murillo


Como un joven se casa con su novia, así te desposa el que te construyó;
la alegría que encuentra el marido con su esposa, la encontrará Dios contigo.
 
                                                                                                                       Isaías 62, 5
 
 
En Caná, la Madre cede de algún modo el testigo al Padre. Hasta ahora, su misión fue cuidar de Jesús, educarle, enseñarle..., pero ha llegado el momento de que el Hijo amado, el predilecto, dé testimonio de Sí mismo, y proclame la buena nueva, la semilla del Reino para todos.
Si en Getsemaní estará triste hasta la muerte (Mt 26, 38), en Caná se muestra por un momento triste, serio, con la amargura del que empieza a vislumbrar la magnitud dramática de su misión. De ahí la respuesta inicial que, según San Máximo de Turín, y como vimos ayer, no expresa enfado ni frialdad, sino que contiene un "misterio de compasión". 

            María, que ha comprendido el mensaje de Jesús, y sabe que una sola cosa es necesaria (Lc 10, 42), experimenta un cambio interior, deja de referirse al vino que se ha terminado y se dirige a los sirvientes, es decir, a nosotros (los evangelios siempre están hablando de y para nosotros), con ese imperativo que es toda una catequesis: “Haced lo que él os diga”. Dice “él” en lugar de “mi hijo”, como si quisiera hacernos percibir ese segundo alumbramiento de Jesús que acaba de producirse.
Es entonces cuando Jesús actúa y ordena, en los dos sentidos de las dos palabras actuar y ordenar.
Actúa de acción (es evidente), y de actuación, pues la vida de Cristo es un maravilloso, irrepetible y sagrado drama, que ejemplifica lo que ha de ser nuestra vida.
Ordena de mandar (también es evidente en su imperativo “llenad”) y de poner en orden, pues nadie como Él pone orden en el caos que nos rodea y que nos llena.

            En el relato se nos presenta una carencia que tiene que ver con lo material, con las razones y condicionamientos del mundo. Falta lo necesario para algo cotidiano, el vino, como elemento de alegría y agasajo a los invitados. No queda vino, un gran apuro en una boda de esa época, una de las escasas ocasiones en las que la abundancia era primordial. ¿Eran realmente necesarios 600 litros de vino cuando la celebración está acabando? ¿Cuál es la verdadera necesidad que hemos de leer entre líneas?
            El Señor interviene en cada carencia, cada apuro, cada fracaso, cada dificultad, haciéndonos ver que estamos en el mundo pero no somos del mundo, que si seguimos el imperativo de María, que nos fue dada como madre al pie de la cruz, y hacemos lo que Él nos dice, realizaremos el Reino aquí, ya. Entonces, escalamos de golpe muchos de los niveles que nos separan de nuestro ser verdadero, y que en este episodio de Caná se sintetizan didácticamente en tres, proyectando luz sobre las bases del camino espiritual. Niveles o etapas no excluyentes, sino que se van integrando verticalmente, sobre los buenos y necesarios cimientos de la piedra. Rechazar un nivel sería caer de nuevo en el dualismo, en la separación, y construir castillos en el aire.

Piedra. Base, estructura, cimiento firme y necesario.  Interpretaciones literales. Antiguo Testamento. Las Tablas de la Ley. Lo más exterior de las religiones, ritos, fórmulas. Las tinajas son 6, el número de la preparación, de los potenciales. El peligro sería no ver más allá, quedarse a ras de suelo, seguir ligados al mundo, creyendo a veces que somos muy espirituales, mientras nos mantenemos sujetos a leyes, normas y reglamentos, sin profundizar ni avanzar, la mano en el arado y la mirada hacia atrás (Lc 9, 62).

Agua. El anhelo de conectar con nuestra verdadera esencia hace que soltemos los condicionamientos y la rigidez de ciertas reglas y fórmulas, para asomarnos a una religiosidad más profunda y coherente, con más contenido y más compromiso interior. Se descubre el sentido del verdadero seguimiento. Nos convertimos en discípulos, fieles, con todo lo que ello implica.

Vino. La relación con Dios y con nuestra esencia inmortal va haciéndose más real, trascendiendo ritos, formas e intermediarios, viendo en ellos un instrumento útil, imprescindible para muchos, pero sin confundirlos con el fin. Hemos comprendido el sentido de la verdadera oración (Mt 6, 5-8)  y lo que significa adorar en espíritu y en verdad (Juan 4, 23-24). Podemos interiorizar esa unión y vivir conforme al mandamiento nuevo, el Mandamiento del Amor.

            Alcanzar el nivel del vino, de la vida, la alegría y el amor, supone tener la semilla enraizada y haber conectado con ese nivel de nosotros mismos donde sabemos que somos eternos. 

 María nos dice continuamente: “Haced lo que él os diga”. Y Jesús no deja de decirnos: “Llenad las tinajas de agua”. No se refiere a cualquier tinaja, sino a las enormes vasijas de piedra reservadas para el agua de las purificaciones. Quiere que llenemos esos recipientes vacíos con agua, símbolo de fecundidad y generosidad, de sed apagada. El agua es la pureza, la inocencia, la confianza, la capacidad de asombro, la creatividad del que suelta prejuicios, condicionamientos, creencias… Suelta todo, da el salto que la auténtica fe permite dar, confía y se encuentra con su realidad esencial, la que es capaz de probar y saborear el vino nuevo.
Esa confianza puesta en Jesús hará que el agua que vertemos en las tinajas de la religión establecida se transforme en vino, en lo que realmente necesitamos, mucho más allá de cualquier necesidad material o anecdótica. Vino nuevo de la buena nueva, de la alegría incondicionada que nos embriaga en el banquete eterno que, para quien pueda entender  (Mt 19, 12), ya ha comenzado.

Se puede intentar en vano llegar al vino con esfuerzo y un largo trabajo interior, como sostienen algunas tradiciones espirituales, o se puede llegar por la gracia, creyendo en Jesucristo, aceptándolo, confiando en Él, dejando que sea Él quien haga el milagro.
Solo tenemos que hacer lo que Él nos dice: llenar las tinajas de agua, superar la etapa de la piedra, de la pura exterioridad del rito y el formalismo, llenando todo con el agua pura de la fe verdadera, la que no tiene que ver con creencias institucionalizadas ni con rígidos esquemas mentales, sino con la valentía y la libertad que nacen de un corazón despierto. Entonces probaremos y beberemos el vino de la alegría, porque Él, que es el esposo y es el vino nuevo, ha venido para que tengamos vida y la tengamos abundante (Jn 10, 10).

 

sábado, 9 de enero de 2016

Sinceros e inocentes para amar

 
Evangelio de Lucas 3, 15-16.21-22
En aquel tiempo, el pueblo estaba expectante y todos se preguntaban sobre Juan, si no sería el Mesías. Juan les respondió dirigiéndose a todos: “Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. En un bautismo general, también Jesús fue bautizado. Y, mientras oraba, se abrieron los cielos, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo: “Tú eres mi Hijo, el amado. El predilecto.”
 
                       El Bautismo de Jesús, Francesco Trevisani
 
 
El verdadero dogma central del cristianismo es la unión íntima y completa de lo divino y lo humano, sin confusión ni separación.
          Vladimir Soloviov
 
Hoy celebramos el bautismo de Jesús y también nuestro propio bautismo, un renacimiento que se renueva cada vez que recordamos quiénes somos realmente, más allá del cuerpo, la mente, las emociones y la personalidad.
 
Hoy es día de alegría por ser Hijos de Dios, llamados a la Vida, día de renovación y de asumir esos potenciales de los que no solemos ser conscientes, para salir definitivamente de los sueños de caos, muerte y conflicto en que nos hemos encerrado.
 
Vivamos desde hoy con la ligereza que confiere ser conscientes de nuestra naturaleza de Hijos, unidos ya al Padre. Ligeros y libres, regresando a Casa con la confianza de sabernos liberados del mayor enemigo, que es la muerte y sus manifestaciones.
Qué oportuno el papa proclamando el Año Santo de la Misericordia, pues este año la necesitamos más que nunca dentro y fuera. Abramos los ojos, los signos de los tiempos están tan claros que el mundo parece un cómic, los conflictos se agudizan dentro y fuera para que los veamos y los desvalidemos con la buena noticia del Amor que somos y al que regresamos.
 
 
                                                    El vídeo del Papa. Diálogo interreligioso
 
Acabamos de celebrar la Navidad. Ha nacido el Amor para todos los hombres y mujeres del mundo y de todas las épocas, creencias, condiciones, y, si nace el Amor, todo empieza de nuevo. ¿Ha nacido realmente en cada uno de nosotros?
Para ser capaz de amar y ser amado hay que llegar a un estado de inocencia genuina, inalcanzable si no somos sinceros con nosotros mismos. Un gran impulso para atreverse a ser sincero de una vez es estar harto de uno mismo. Mirarse sin paños calientes y ver la miseria que hay que pasar por el corazón: miseri-cordia. Sin esa mirada valiente es imposible cambiar y volverse sincero, inocente y libre.
Año de la Misericordia, puerta al Amor. La llave es la sinceridad total que nos transforma en inocentes, recién bautizados, listos para iniciar la Vida y el Camino.
¿Eres tan valiente como para ser completamente sincero contigo mismo y con los demás? Entonces serás inocente, capaz de amar y ser amado. Buen reto para el 2016.
                                                                
                                                                              ********
Una mujer le preguntó al "extranjero":
-Dígame francamente: ¿qué le parezco?
-No es justa consigo misma.
-¿Qué quiere decir?
-Dígame: ¿por qué tanto rojo en los labios y tanto rimmel en las pestañas?
-Es que el tiempo pasa y me gustaría parecer bella.
-Si supiese lo bella que es, no recurriría a estos medios. Hay en usted, escondida, una belleza posible de la que no tiene ni idea. La consciencia de esta belleza no se ha despertado en usted. No ha podido traducirse en su rostro. Deje que esta belleza interior se imponga. Se hará transparente a través de los ojos. Usted será de una belleza radiante.
                                                                   Lev Gillet. (Un monje de la Iglesia de Oriente)
 

lunes, 4 de enero de 2016

Regalo real

Evangelio de Mateo 2, 1-12

Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: "¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo". Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: "En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: «Y tú, Belén, tierra de Judea, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judea, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel»." Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén diciéndoles: "Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo". Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.
 
                                                 Adoración de los Magos, Boticelli

Quien busca el cielo
solo por la salvación de su alma,
tal vez siga el camino adecuado,
pero no logre el objetivo.
Mientras los que caminan enamorados,
quizás den mil rodeos,
pero Dios los llevará
donde están los bienaventurados.
                                    Henry Van Dike


              Día de Reyes; muchos olvidan que celebramos la Epifanía (Manifestación) del Señor y convierten la Fiesta en el día de los  regalos, del intercambio, del agasajo efímero con que el mundo anestesia o hipnotiza. Ayer vi a una chica que llevaba una bolsa donde se leía: Regalar: dar sin esperar nada a cambio. Bien, actitud loable, este es el sentido positivo del regalo en la lógica divergente y egoica del mundo, en el paradigma de la separación. Para el mundo, generosidad significa "dar" en el sentido de "perder". Pero en la lógica convergente de Dios, en el paradigma de lo Real, generosidad significa "dar" en el sentido de "conservar".
              Y ¿qué damos en realidad? ¿Cuál es el verdadero regalo? Damos testimonio de la Luz, de la estrella que nos guía, del Verbo original al que regresamos. Damos testimonio como testigos directos del Misterio, y, al dar lo que hemos visto con los sentidos sutiles, lo que hemos experimentado, comprendido, integrado, nos damos a nosotros mismos, entregamos la Obra que hemos venido a realizar (real - izar), nos cumplimos, en Aquel que nos hace reales y nos eleva.  
           La Virgen María, protagonista junto a Jesús de la Navidad, nos enseña el sentido del regalo, porque es puro don; ella se da a sí misma y nos da a Jesús. Dando, conserva y multiplica, hace posible el Milagro.

                                                        Mary, did you know? Pentatonix

               Volvemos a mirar, como cada año, a ese cuarto Rey Mago que algunos conocen como Artabán, pero que tiene muchos nombres. Porque el cuarto mago, sabio o astrónomo, hombre ilustre o alma grande  (www.viaamoris.blogspot.com ) que menciona la leyenda, eres tú, y soy yo. El cuarto mago son cuantos conservan la mirada y el corazón de niños, aunque lleven décadas cabalgando hacia la Fuente de la Luz, guiados por una Estrella que la mayoría del tiempo ni se distingue en un cielo nublado, pero, cuando se ve, es tan brillante, tan hermosa y familiar, que renueva las fuerzas, hace olvidar las noches oscuras y da sentido a toda una existencia, porque la guía hacia el Propósito original (Origen, Principio, Alfa y Omega).


                                             ARTABÁN, EL CUARTO REY MAGO




En todos tus caminos piensa en Él,
y Él allanará todas tus sendas.
Proverbios 3, 6


Yo te enseñaré y te instruiré en el camino que debes seguir;
seré tu consejero y estarán mis ojos sobre ti.
Salmo 32, 8


Cuenta una leyenda que los sabios de Oriente que fueron a conocer y adorar al Niño Dios eran cuatro, pero uno de ellos no llegó, se extravió por el camino. Al poco de emprender la marcha, decidió separarse de sus compañeros y perdió la estrella, no encontró al Niño. Durante treinta y tres años siguió buscando al Mesías, y lo encontró cuando estaba siendo crucificado. Hasta el Calvario lo llevó la luz recuperada.
¿Dónde se distrajo para perder la estrella? ¿Qué otras luces lo apartaron de la Luz? ¿Cómo logró recuperarla?
Dice un proverbio africano que, solo, se va rápido, pero, acompañado, se va lejos. Él quiso separarse para ir más deprisa, pero se extravió, caminó en vano. Perdió la estrella y se perdió la gracia infinita de Belén. Luego buscó a ese Niño durante más de treinta años; fue oyendo hablar de Él, de sus enseñanzas y sus milagros, pero cada vez que intentaba acercarse y recuperar la ocasión perdida, siempre llegaba tarde.
Siempre tarde, siempre a deshora… ¿Realmente tarde? Acaso no, porque fue de los pocos que estuvieron en el Gólgota y allí comprendió todo. Ante la Cruz recibió, en unos minutos, la enseñanza de toda una vida. Tal vez en Belén hubiera sido demasiado joven para valorarlo, tal vez, como tantos de nosotros, tenía que perderse y perderlo todo, para que su corazón se abriera y pudiera recibir tanta gracia.
Allí, en aquel escenario macabro y sublime, escuchó la promesa de Jesús al buen ladrón, comprendió que aceptar al Hijo de Dios ya salva, y se dio cuenta de que, para ser capaz de reconocerle y aceptarle, él llevaba buscando, caminando, aprendiendo a amar, treinta y tres años. Y bendijo a Dimas, al que se sintió tan unido, y a todos los que son capaces de rectificar, aunque sea al final.
Ante la Cruz descubrió la ternura del Niño recién nacido y la sabiduría del muchacho de doce años, capaz de asombrar a los doctores de la Ley. Estaba ahí también ese adolescente inspirado y todo lo que Jesús había sido en diferentes momentos; todos ahí, ofreciéndole sus dones a la vez. El joven carpintero entusiasta, el Jesús que bailó en Caná, el que luchó contra el adversario en el desierto, el Maestro que en el Sermón de la Montaña resumió lo que hace falta para entrar en el Reino, el que multiplicó los panes y los peces, el que se transfiguró en el Tabor, el traicionado, el incomprendido. Artabán se da cuenta de que, para entender cada uno de esos momentos, es necesario estar abierto a la comprensión.
Había tenido de niño, como casi todos los niños, la inocencia de un corazón transparente y asombrado. ¿Qué le cerró el corazón? ¿Qué lo mantuvo en tinieblas cuando los demás seguían la estrella? ¿Qué error o qué olvido lo alejó de la fuente del amor? Ajeno al gran Milagro, alejado del Misterio, apartado de su Gracia, separado.... ¿Quién o qué le ayudó a recuperar el corazón puro que necesita todo buscador?
Su sabiduría juvenil estaba llena de vanidad y soberbia. No merecía la estrella; aún no. Tenía que lograr unos ojos capaces de ver más allá de lo que la razón muestra o los sentidos captan. Fue perdiendo todo lo que le daba una luz falsa, una seguridad provisional: juventud, riqueza, poder... Tuvo que hacerse tan sencillo como los pastores, para saber reconocer e interpretar los signos.
Ya fue sencillo, cuando era un niño que encandilaba a los mayores con su inocencia y sus gestos de asombro. Se trataba entonces de emprender el camino de regreso, que es el descubrimiento del Amor. Algunos lo viven como un estallido de júbilo, gozosa epifanía, como un samadhi, diría un hindú, como un satori, diría un budista zen. Para Artabán fue un largo proceso.
En las noches cercanas a la Noche de Belén, no podía seguir a la estrella como hicieron Melchor, Gaspar y Baltasar porque aún no estaba preparado para seguir ni para buscar. Aún no se había vaciado ni desnudado lo suficiente como para que el Niño que se manifestó en aquel portal pudiera manifestarse en su corazón. Tenía que trabajar mucho sobre sí Artabán, debía recorrer el largo camino de acceso al Camino, ese sendero, para algunos como él, especialmente duro, angosto y empinado. Durante su búsqueda, aprendió a soltar, a renunciar, a dar y a darse. Fue desprendiéndose de todos sus bienes, aliviando las necesidades ajenas, ayudando, escuchando, compartiendo. Y cuando está frente al Salvador, el Mesías, se da cuenta de que no tiene más regalo ni más ofrenda que a sí mismo, su vida, su entrega, su cansancio.

A esto hemos venido casi todos: a perder la estrella y recuperarla, más bella y radiante de lo que la recordábamos, porque el sufrimiento consciente, la soledad, las lágrimas han limpiado los ojos hasta hacer de ellos otras estrellas, reflejos claros de la Estrella, de la Luz verdadera y única.
La Estrella siempre está, pero solo se la ve cuando uno despierta y se hace presente. Aparece como Luz cuando uno conecta con la luz que lleva dentro y puede iluminar a sus hermanos.

Artabán ha buscado a Jesús durante treinta y tres años, María Magdalena también, sin saberlo, había estado buscándolo durante toda su vida hasta que lo encontró y ya no hubo más sombra ni más frío para ella. Al ver a ese hombre enigmático, casi anciano, junto a la cruz, María intuye su búsqueda desesperada de la Verdad y la Vida.
- ¿Lloras por él? Nunca te he visto entre los discípulos.
– No he podido seguirle; llevo buscándolo treinta y tres años, desde que nació. Y lo encuentro en la hora de su muerte.
– Entonces, sí le conoces. Yo también lo busqué desde siempre. Por eso, al escuchar su voz por primera vez, pude reconocerle, porque en mi corazón ya le conocía.
– Pero a mí nunca me habló. No he podido descubrir en sus palabras a aquel a quien busco.
– Es ahora cuando vas a conocerle. Todo cuanto dijo e hizo, lo dijo y lo hizo también para ti, por ti. Te hablaré de él y sabrás cuanto tu alma necesita. Ven con nosotros, los que le conocimos te contaremos cómo fue y compartiremos contigo las enseñanzas que él nos confió. Le conocerás por sus palabras y sus obras, porque las llevamos en el corazón y en la memoria. Ven, hermano, él te hablará a través de nosotros y podrás seguirle y amarle como nosotros.

Su encuentro es con el Hijo de Dios en la plenitud del amor. Ya había ido recibiendo gracia en su larga búsqueda, mientras su corazón se abría y su alma iba creciendo; ahora la recibe por completo de la Fuente de la gracia y el amor; y sabe que todo ha tenido sentido.

              Artabán no lleva más regalo que su desprendimiento, su desnudez, su amor.
              Artabán, el que suelta y renuncia, el que busca, el que arriesga, el que escucha y acoge, el que da, el que se entrega, el que aprende a amar.
              Artabán, todos los que hemos buscado con corazón puro a Aquel que nos libera de tanto lastre y restaura nuestro pasado, trascendiendo el cansancio, la tristeza, los fracasos aparentes, los olvidos.