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sábado, 26 de noviembre de 2022

Maranatha


Evangelio según san Mateo 24, 37-44

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: “Lo que pasó en tiempos de Noé, pasará cuando venga el Hijo del Hombre. Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del Hombre. Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán. Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre".

                                                        Visión del Apocalipsis, El Greco

Mira, estoy de pie a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo.
                                                                                                  Apocalipsis 3, 20

Durmiendo yo, mi corazón velaba.
Y en esto, la voz de mi amado que llama…
                                                                                                           Cantar de los cantares, 5, 2

Entre los primeros cristianos nació una expresión Maranatha, ¡Señor nuestro, ven! traducción al griego de una palabra  aramea. En indicativo, marán athá, el Señor viene. En esta expresión, que la liturgia repite continuamente estos días, se resume el sentido del Adviento.

Comprender y vivir el  Adviento consiste en descubrir que Él viene, que siempre está viniendo. Es darse cuenta de esta realidad, despertar del sueño que nos mantiene en una espera pasiva de que algo externo, a ser posible espectacular y evidente, nos salve.

Ya estamos salvados; llevamos la Salvación escrita en nuestro ADN desde el Misterio del Calvario. Él viene, está a la puerta y llama… La Salvación está ya en ti, en mí. No hay nada que hacer, ningún mérito que conseguir, solo despertar y darse cuenta de esta experiencia de salvación y liberación que ya Es. Emmanuel: Dios con nosotros.


                                             MARANATHA                                             
            
            Si logro estar alerta, me descubro:
            soy atención serena y sostenida,
            soy la mirada fiel, soy el aliento
            de una respiración que me respira.
            
            Si logro estar alerta, Le descubro:
            es todo para mí,
            soy todo para Él.

            Soy real en el centro de mi ausencia,
            presencia Suya al fin
            y para siempre.


El dueño de casa siempre está viniendo. Está a la puerta, pero no le oímos, ni siquiera vemos la puerta. Porque no es una puerta normal, no divide dentro y fuera, interior y exterior; no divide…  Es la puerta del darse cuenta, de estar atento, vigilante, despierto, la puerta de la consciencia que permite a cada uno/todos/Uno volver al Centro, desprenderse de lo falso para reconocerse en el Ser, único, indivisible, real, eterno.

La pereza, el exceso de comodidades el miedo y las falsas creencias son los causantes del parloteo de la mente que nos impide estar en vela y nos roban la atención necesaria para mantenernos en el presente, en el amor consciente.  www.viaamoris.blogspot.com 

En espíritu y en verdad… Si traducimos literalmente del griego: en pneumati kai aletheia: en la respiración (en pneumati, de pneuma, el aliento, rouah en hebreo) y en la vigilancia (a-letheia, sin lethè, sin sueño, sin letargo). Hemos de vivir despiertos, vigilando, con una respiración consciente. Cobra así todo su sentido la exhortación a orar siempre de san Pablo.

Adviento, tiempo de oración continua, de vigilar y estar alerta como nunca, tiempo de velar. Porque cuando nos dormimos, volvemos a poner la mente y el corazón en los afanes del mundo, abandonando ese estado de vigilancia y verdad. Nos dejamos llevar de nuevo por la inercia, las creencias, lo conocido, los hábitos cansinos…

Porque la Fuente nunca nos abandona; somos nosotros los que podemos olvidarla. Si nos mantenemos atentos, despiertos, vigilantes, podemos ser conscientes de la Verdad en la que somos, esa que configura nuestra identidad, que nos llena de amor porque es más íntima a mí que yo misma. 

El Evangelio de hoy es una nueva llamada a despertar, vigilar, estar atentos, de pie, la cabeza levantada, el ánimo resuelto, porque el Libertador, el que era, el que es, el que viene (Apocalipsis 1, 8; 4, 8), está viniendo para todos. 

Adviento, tiempo de velar y también de reparar, en los dos sentidos de la palabra. "Reparar", rehacer, restaurar lo que está roto, lo torcido, lo erróneo, lo mal hecho o no hecho y "reparar en", darse cuenta, ser consciente. Ambos significados se unen en la actitud de reparación, que ha de ser una constante en nuestras vidas. Tal vez por eso ha surgido, como un regalo de Dios para estos tiempos convulsos, y a la vez maravillosos, el movimiento de Reparación Perpetua en Divina Voluntad, abierto a todos los que quieran unirse. 

                                                      I. Novena de Navidad


Pensamientos de Imitación de Cristo de Thomas Kempis, que nos animan a velar:

Así habías de conducirte en toda obra y pensamiento, como si hoy hubieses de morir.

Si no estás dispuesto hoy, ¿cómo lo estarás mañana? Mañana es día incierto; y ¿qué sabes si amanecerás mañana?

¡Ojalá hubiéramos vivido siquiera un día bien en este mundo!

Bienaventurado el que tiene siempre la hora de la muerte delante de sus ojos y se dispone cada día a morir.

sábado, 19 de noviembre de 2022

Jesucristo, Rey del Universo

 

Evangelio según san Lucas 23, 35-43

En aquel tiempo, las autoridades y hacían muecas a Jesús, diciendo: “A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido”. Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo: “Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo”. Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: “Este es el rey de los judíos”. Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: "¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros". Pero el otro lo increpaba: “¿Ni siquiera temes tú a Dios estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, este no ha faltado en nada”. Y decía: “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino”. Jesús le respondió: “Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso”.

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Cristo del Perdón, Luis Salvador Carmona

Vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán.

                                                                         Daniel 7, 14 

Hay pasajes en el Evangelio, como el del domingo pasado, en los que el tono del Maestro puede resultar duro, sobre todo cuando habla del final de los tiempos y de lo que sucederá antes de que Él vuelva para juzgar a vivos y muertos. Pero Jesús quiere nuestra salvación y mucho más aún: restaurarnos a nuestra esencia original, la que Adán perdió. 

¿Cómo va a ser juez implacable el que dio Su vida en rescate por todos y le abrió las puertas de su Reino a Dimas, el ladrón crucificado a su derecha?
  Hoy celebramos la Solemnidad que cierra el año litúrgico: Jesucristo, Rey del Universo, Uni-Verso, Uno, Único, el Verbo encarnado, muerto y resucitado para que todos seamos Uno en Él. www.viaamoris.blogspot.com

Vivir ya en el Reino pasa por morir a uno mismo, negarse a uno mismo, para descubrir al Rey, y a los demás en Él. Solo así somos capaces de amar, cuando podemos decir: "No yo, sino Cristo en mí" (Gálatas 2, 20). Es Él Quien ama en ti y a Quien amas cuando sirves, ayudas, entregas tu vida por los que tienes cerca.

¿Cómo reina Jesucristo en el mundo? Él ha de ser rey de tu corazón, de tus pensamientos de tu cuerpo, de tus bienes, de tu tiempo y de tu voluntad, de todo tu ser. Ha de ser el Señor de tu vida, gobernando sobre ella, llenando de Su gloria y majestad todo, con su cetro, que no es de oro, sino que es Su Corazón traspasado en la cruz, su corazón abierto dando vida. 

No he de hacer, sino dejarme hacer en todo lo que soy, fui, seré, tengo, tuve, tendré. Él va colonizando mi existencia, la llena de Sí ahora que Lo miro y Lo acepto y, desde este hoy eterno, coloniza también mi pasado y mi futuro porque se lo doy todo.

Parece demasiado maravilloso para ser cierto. La mente a veces se resiste a aceptar que somos coherederos del Reino, con solo aceptarlo. Tan hermoso… y, aun así, cierto, lo más real de nuestras vidas. Un Dios que se ha hecho hombre por amor nos hace ciudadanos del Reino de la paz, el amor y la alegría.

Jesucristo, Rey del Universo, y María, la Reina de todo lo creado, la que hizo posible el Gran Milagro, con su Sí eterno. Ella nos quiere a su lado, por eso nos enseña a aceptar y guardar todo en el corazón. 

Celebramos al Rey mirándole, sintiéndole, escuchando Su Palabra, dando vida a Su Voluntad en nosotros, uniéndonos a Él en la Eucaristía que, junto con Su Palabra y Su Voluntad, es  "el Pan nuestro de cada día" que pedimos en el Padrenuestro. Es lo más adorable, mucho más que las imágenes con cetro y corona con que representan al Cristo triunfal de la Parusía, porque aquí, ahora, en este vértice del tiempo que conecta con la eternidad, se ha hecho Pan de Vida para acompañarnos y alimentarnos, ir asimilándonos a Sí, mientras caminamos de regreso a la Casa del Padre.

Jesucristo, Rey del Reino eterno, reina también aquí, en la representación de este mundo que pasa, desde el trono invisible del Sagrario, el absoluto anonadamiento por amor. Inconcebible para la mente, lo sabe el corazón y lo comprenderemos cuando atravesemos definitivamente el velo que nos separa de lo que ni ojo vio ni oído oyó.

San Francisco de Borja, cuando tuvo que reconocer el cadáver descompuesto de la emperatriz Isabel, su bella y amada señora, pronunció las célebres palabras: "nunca más servir a señor que se me pueda morir". Y lo dejó todo, eligió servir al único Señor, el que no muere, el Único. 

Son muchos los que se han atrevido a este cambio total de vida que consiste en no volver a vivir con la voluntad humana separada de la Voluntad Divina. Una de las primeras fue María Magdalena, que supo cómo el Rey puede hacer, de una prostituta, una princesa, si la "mujer vieja y perdida" se ha vaciado de sí y se ha llenado de Amor.

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Magdalena Penitente, Pedro de Mena

En la Magdalena Penitente de Pedro de Mena, vemos a Santa María Magdalena contemplando a Cristo crucificado. Así reina Él sobre el corazón de quienes purifican sus días de ceguera y olvido. Y así quiero vivir, mirando cómo salva, libera y renueva, mirándome en Él. Santa Teresa de Jesús nos exhorta: no os pido más que Le miréis. Mirando a Jesús, descubro quién soy: tan miserable como para que haya tenido que sufrir tanto por mis pecados, y tan valiosa como para que haya pagado el precio de Su Vida por mí. Mirando a Jesús veo lo que he sido separada de Él y Lo que debo ser en Él.

Reconocer que Él es Rey nos hace súbditos de Su Reino. Un Reino que no es de este mundo, pero está en este mundo si dejamos de mirarnos a nosotros mismos para mirar a Cristo en la Cruz, en el altar, en la Eucaristía, en nuestro corazón cuando da vida a la Voluntad Divina y  "ya no soy yo, sino Cristo Quien vive en mí". Porque, si somos tibios, Él es fiel, si somos débiles, Él es fuerte, si somos mezquinos, Él es generoso, si somos falsos, Él es verdadero. 

Así lo expresa también Santa Teresa: “¡Oh Hijo del Padre Eterno, Jesucristo, Señor nuestro, Rey verdadero de todo! ¿Qué dejasteis en el mundo? ¿Qué pudimos heredar de Vos vuestros descendientes? ¿Qué poseísteis, Señor mío, sino trabajos y dolores y deshonras, y aun no tuvisteis sino un madero en que pasar el trabajoso trago de la muerte? En fin, Dios mío, que a los que quisiéremos ser vuestros hijos verdaderos y no renunciar la herencia, no nos conviene huir del padecer. Vuestras armas son cinco llagas” (Fundaciones 10, 11).

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Nuestra Señora del Henar, s. XII

Jesús en el trono del regazo de su madre en el Santuario de Nuestra Señora del Henar, en Cuéllar. Ella es Trono del Rey y es también Reina. Majestades que se funden y se entrelazan por amor. 

Ante el Rey, solo cabe una actitud: mirarle con adoración, como Le mira Su madre en el Calvario. En su mirada se funden dolor y amor y nos enseña que adorar fortalece y da sentido al sufrimiento. 

María, Reina y primera súbdita, maestra del sufrir adorando, del asombro dolorido y reverente, me recuerda que el Reino está dentro de mi corazón y me enseña a callar, a poner fin al parloteo y dispersión que suelen aprovechar los usurpadores para instaurar un reinado de sombras. Con ella voy perdiendo tierra y ganando cielo, como decía Sor Ángela de la Cruz. 

María, la Madre y la Reina, va sanando las heridas del corazón, embelleciendo los dones, limpiándolos, perfeccionándolos para que sean del agrado del Rey que, aunque nos ama a pesar de todas nuestras miserias e imperfecciones, nos quiere transformar. Por eso dio Su Sangre y por eso reina en el Universo, para que mirándonos en Él, seamos reales en Su realeza. Si unimos nuestras cruces a la Suya, el sufrimiento es precio de Salvación, y cuando Él vuelva en gloria y majestad secará toda lágrima de nuestros ojos.


                                                 103. Diálogos divinos, Hijos del Rey

“Aclamen los árboles del bosque, delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra. Vino una vez, pero vendrá de nuevo. Es su primera venida, pronunció estas palabras que leemos en el Evangelio: “Desde ahora veréis que el hijo del hombre viene sobre las nubes.” ¿Qué significa: “Desde ahora”? ¿Acaso no he de venir más tarde el Señor, cuando prorrumpirán en llanto todos los pueblos de la tierra? Primero vino en la persona de sus predicadores, y llenó todo el orbe de la tierra. No pongamos resistencia su primera venida y no temeremos la segunda.
(…) Regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad. ¿Qué significan esta justicia y esta fidelidad? En el momento de juzgar reunirá junto así a sus elegidos y apartará de sí a los demás, ya que pondrá a unos a la derecha y a otros a la izquierda. ¿Qué más justo y equitativo que no esperen misericordia del juez aquellos que no quisieron practicar la misericordia antes de la venida del juez? En cambio, los que se esforzaron en practicar la misericordia serán juzgados con misericordia. Dirá, en efecto, a los de su derecha: “Venid, vosotros, benditos de mi padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Les tendrá en cuenta sus obras de misericordia: “Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber” y lo que sigue.
Y a los de su izquierda ¿qué es lo que les tendrá en cuenta? Que no quisieron practicar la misericordia. ¿Y dónde irán? “Id al fuego eterno.” Esta mala noticia provocará en ellos grandes gemidos. Pero, ¿qué dice otro salmo? “El recuerdo del justo será perpetuo. No temerá las malas noticias. ¿Cuál es la mala noticia? “Id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.” Los que se alegrarán por la buena noticia no temerán la mala. Esta es la justicia y la fidelidad de que habla el salmo.
¿Acaso, porque tú eres injusto, el juez no será justo? O, ¿porque tú eres mendaz, no será veraz el que es la verdad en persona? Pero, si quieres alcanzar misericordia, sé tú misericordioso antes de que venga: perdona los agravios recibidos, da lo que te sobra. Lo que das ¿de quién es sino de él? Si dieras de lo tuyo, sería generosidad, pero porque das de lo suyo es devolución. ¿Tienes algo que no hayas recibido? Estas son las víctimas agradables a Dios: la misericordia, la humildad, la alabanza, la paz, la caridad. Si se las presentamos, entonces podremos esperar seguros la venida del juez que regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad.”
                                                                                                      San Agustín

sábado, 12 de noviembre de 2022

Sé de Quién me he fiado


Evangelio según san Lucas 21, 5-19

En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: “Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido”. Ellos le preguntaron: Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está por suceder? El contestó: “Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usando mi nombre diciendo: “Yo soy”, o bien “el momento está cerca”; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá enseguida.” Luego les dijo: “Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambres. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo. Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a los tribunales y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores por causa de mi nombre: así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa: porque yo os daré palabras y sabiduría a la que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá: con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”.

                                      Destrucción del Templo de Jerusalén, Nicolás Poussin

He sido constituido heraldo, apóstol y maestro del Evangelio, y ésta es 
la razón de mi penosa situación presente; pero no me siento derrotado,
pues sé de quién me he fiado y estoy firmemente persuadido de que 
 tiene poder para asegurar hasta el último día el encargo que me dio.

2 Timoteo, 1, 12

Hemos llegado casi al final del camino hacia Jerusalén, momento en el que se suceden los mensajes proféticos y apocalípticos, que subrayan el conflicto entre el mundo y el Reino. Confrontación cuyo nudo gordiano está llegando a su clímax: la muerte y resurrección del Hijo de Dios, sublime referente desde entonces para quien sea consciente de ese conflicto dentro de sí mismo, y quiera vencer al mundo junto a Aquel que ya lo venció por nosotros. 

En esa lucha interior, hay infinidad de enemigos. Uno de ellos es la curiosidad malsana, que confunde y entretiene, aleja del camino. A muchos que se creían sinceros buscadores de la Verdad, les perdió ese afán de encontrar interpretaciones cada vez más sofisticadas del Absoluto y del universo. Este tipo de búsqueda es infructuosa desde la raíz, porque olvida que Dios revela sus misterios a los pequeños, los sencillos y humildes.

También quienes están aparentemente centrados en el Camino corren ese riesgo, pues las trampas y los cantos de sirena están siempre al acecho. Los que descuidan su entrega, entreteniéndose en actividades que alimentan esa tendencia a “picotear” y curiosear, en algunos tan acentuada, pueden perderse o quedarse a mitad de camino. 

Es absurdo perder tiempo y energía con mensajes proféticos, sin darse cuenta de que todas las profecías verdaderas están en el Apocalipsis, y de que la Luz que nos puede transformar está en la Palabra del Señor.

Porque aún no hemos aprendido, o no del todo, a leer el Evangelio. Es hora de asomarnos a él de un modo diferente a como leemos otros libros. O acaso de la forma en que deberíamos hacer todo: como si una luz iluminara cada párrafo, cada versículo, cada línea... Porque cada palabra “significa”; son signos, milagros de lucidez, ventanas a la conciencia y la comprensión; escritura santa, enseñanza viviente.

La Parábola de la semilla que cae al borde del camino, entre piedras, entre zarzas o en buena tierra (Mt 13, 1-9; Mc 4, 1-9; Lc 8, 4-8) es muy clarificadora sobre esa actitud de curiosidad malsana que encubre pereza y superficialidad. Los que se entretienen con multitud de mensajes son como la tierra junto al camino. No pueden acoger la enseñanza, por estar distraídos, y va el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. También son como terreno pedregoso: escuchan la palabra y la aceptan en seguida con alegría; pero no tienen raíces, son inconstantes.

Conviene recordar también la parábola del trigo y la cizaña (Mt 13, 24-30). Todos llevamos cizaña dentro; los que se obsesionan con las profecías y los mensajes la tienen en la obsesión de prestar atención a muchos falsos profetas, que es síntoma de desconfianza en el Profeta verdadero.

Una tercera alusión a las parábolas que pueden ilustrar esta actitud: el obsesionado por las profecías no vende todo cuanto tiene para comprar la perla de gran valor (Mt 13, 45-46), porque sigue siendo rico de espíritu, no se ha vaciado para que entre la buena nueva, acaso por pereza o incoherencia que combate San Pablo en la segunda lectura de hoy (2 Tesalonicenses 3, 7-12).

Esos, de los que habla la primera lectura (Malaquías 3, 19-20a), son los que, por ser paja, serán quemados, y no verán el sol de justicia: los tibios, los perezosos los que no ponen a trabajar sus talentos. Recordemos que la justicia del hombre no tiene nada que ver con la de Dios, y lo que el hombre considera trabajo y rendimiento no es el verdadero Trabajo, que da un fruto duradero. La justicia de Dios nos hace justos, no por nuestros méritos, sino por su Obra en las almas. Es la justicia que justifica, porque rehace las vidas de los que confían en Él y se dejan transformar por Su Amor infinito.

En la segunda lectura, San Pablo ensalza el valor del trabajo. En el mundo identificamos el trabajo con ganancia o inversión material, provecho, bienestar, orden, ventaja, seguridad…, conceptos tan “correctos” como limitados… Lo más alejado del mensaje evangélico, porque Jesús vino a traer la espada y a encender fuego en la tierra y en los corazones. Él, que no tenía dónde apoyar la cabeza, nos pide que le imitemos también en esa valentía de apostar a lo grande, y preferir el Reino a cualquier añadidura, por muy “adecuada, provechosa, razonable” que pueda resultar. Porque los provechos que logramos desde el punto de vista humano serán tarde o temprano destruidos, como el Templo de Jerusalén. Nuestro corazón ha de estar siempre en Jesús, Vida nuestra. Crucificados con Él, para que sea Él Quien viva en nosotros, muera en nosotros y nos haga resucitar.www.viaamoris.blogspot.com  


                                              170 Diálogos Divinos. Abandono en Divina Voluntad

sábado, 5 de noviembre de 2022

Hijos de la Resurrección


Evangelio según san Lucas 20, 27-38

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: “Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella”. Jesús les contestó: “En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos, no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque son hijos de la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor: “Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob”. No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos”.  



Retenemos las heces del mundo y dejamos escapar nuestra vida en el tiempo, he aquí la estupidez que nos hace herederos de la muerte. Abandonemos el filtro lleno de inmundicias y sublimemos pacientemente nuestra vida en Dios hasta la perfección de la paz eterna.

                                                                                               Louis Cattiaux

Las personas conscientes enfocan su vida a la luz de la muerte.
A esa luz, las cosas adquieren su auténtica dimensión.
Lo secundario es secundario y nunca principal.
                                Lluis Serra Llansana 
Noviembre, mes para ser conscientes de la impermanencia del mundo de la forma y de nuestra propia impermanencia, conscientes de que estamos muriéndonos desde que nacemos, todos juntos y de uno en uno. Noviembre, mes del despertar para descubrir lo verdadero, lo que existe realmente y por eso no puede morir. Vivamos velando; aprendamos a vivir ya, aquí y ahora, vida de Cielo, la eternidad en Dios. 

Y, ¿cómo es posible vivir así, cuando sé que voy a morir? Porque ya has muerto y has resucitado; lo que llamas muerte será escenificar otra vez ese paso a la habitación de al lado donde ya estás. Mira esa luz que ves a veces al otro lado del espejo, en tus ojos, cuando brillan con anhelos inefables, en algunas personas que miran, hablan y caminan como si estuvieran más allá de este mundo de sombras. Esa luz es nuestra, la trajimos de allí, la traemos de allí cada vez que cruzamos el umbral que separa el sueño de la Vida. Somos ciudadanos del Cielo, dice San Pablo, podemos ya vivir resucitados, por Aquel que nos ganó la resurrección.

Hemos sido esclavos del sueño y la ilusión demasiado tiempo; es hora de vivir de verdad, atentos al Reino que está entre nosotros y dentro de nosotros, más real que lo que nos muestran los sentidos. Aunque tengamos que seguir caminando, trabajando mientras hay luz, en este valle de la muerte donde todo es inestable y efímero.

Es útil observarnos cuando algo nos saca inesperadamente de las “casitas de muñecas” o el “Monopoly”, la "Matrix" donde jugamos a vivir. Miremos sin excusas el fastidio, la sensación de desconcierto, la incapacidad para improvisar. Y nos daremos cuenta de la necesidad de tomar decisiones valientes y definitivas, porque en este mundo todo es precario, nada está seguro, por mucho que lo acoracemos con rutinas, falsas seguridades, comodidad que anestesia… Bendito sea el imprevisto que nos despierta de nuestras ensoñaciones y nos pone frente a un espejo implacable, para que veamos todo lo que hay que extirpar o soltar o solo dejar caer, como una máscara vieja que ni siquiera nos favorece.

No podemos ser esclavos de costumbres, compulsiones o expectativas cuando sabemos, por experiencia, que no nos protegen de nada. Ni podemos apegarnos a un lugar, unas caras conocidas, porque, en esta tierra transitoria, el único entorno natural, lo único seguro es estar despierto, recordando que estamos en el mundo, pero no somos del mundo. Tampoco podemos apegarnos a nuestro cuerpo ni al de los seres que amamos, pues no son nuestra esencia. Recordemos que el espíritu inmortal recoge cuanto de bello y verdadero hemos amado, y lo restaura para siempre en el cuerpo glorioso que nos ha sido destinado para la eternidad.

No estamos aquí para estar cómodos o seguros, para disfrutar o tener lo que el mundo entiende por calidad de vida (qué sabe el mundo sobre la verdadera “cualidad”…) sino para imitar a Jesucristo, haciendo lo que Él hizo. Porque, desde que el mundo se empapó de la Luz que brotó a partir del Misterio del Gólgota, en Él nos espera la verdadera dicha.

Todas las estructuras son inestables, dice Eckhart Tolle; las experiencias de pérdida producen sufrimiento, pero el sufrimiento consciente (el único valioso, porque el sufrimiento mecánico es masoquismo) eleva y acelera la salida del purgatorio en el que nos encontramos. Sufrir conscientemente enciende en el corazón la llama del Amor. Es entonces cuando comienza el verdadero camino; lo de antes era un transitar por los senderos que conducen al Camino. Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida... La condición para adentrarse en ese Camino que es Jesucristo es salir de esa noria, pequeña y oxidada, de seguridades, pasiones inferiores, sensaciones, comodidades, necesidad de poder, sentimiento de separación, falsas creencias. Es decir: soltar todo lo que no es Él, llegando a nuestra pura nada, para que Él lo sea Todo. 

Aunque a veces descendamos a estados inferiores, de sufrimiento inconsciente, inercia, miedo ciego y olvido..., cuando uno ha dado el gran salto, siempre puede volver a elevarse en la espiral infinita. Porque el fuego sigue encendido, aunque no siempre seamos capaces de sentir su calor.

El ego, que se niega a desaparecer, trata desesperadamente de combatir el miedo que esa amenaza le causa, con placeres, posesiones, victorias efímeras, ilusiones… Pero Jesucristo no buscó la abundancia, el triunfo mundano, el placer o la comodidad, sino vivir siempre en la Voluntad del Padre, que es Su misma Voluntad, la Voluntad Divina en la que estamos llamados a vivir. Jesús mismo dijo: “Mi alma está triste hasta la muerte” (Mt 26, 38), porque llevaba en sí todas nuestras voluntades humanas para rehacernos, devolvernos al Plan Original: la voluntad humana obrando en Comunión con la Divina Voluntad. Su naturaleza humana atravesó el valle de lágrimas para mostrarnos la salida. 

Si somos discípulos verdaderos, Le seguiremos, crucificando en nosotros nuestra voluntad caída con todos sus lastres: el egoísmo, el hedonismo, la rutina, la ignorancia, el miedo. Entonces experimentaremos la quiebra de las ilusiones que nos libera de la mentira y nos permite nacer a lo verdadero. Es el Fuego del Amor, la Llama de Amor Viva, que va consumiendo lo impermanente, para que resplandezca nuestra esencia inmortal, una en lo Uno, ola y Océano, sarmiento en la Vid. 

¿Los yunques y crisoles de tu alma, trabajan para el polvo y para el viento o trabajan para lo real, el oro del espíritu que los ladrones no roban ni el óxido corroe? Funde tus miserias, acrisola lo que te ha robado tiempo y energía necesarios para amar. Transfórmalo todo en ese oro eterno, para pagar por ti y por cuantos te rodean. 

Es la reparación de lo humano caído y la correspondencia al Amor de Dios, la verdadera Alquimia, la piedra filosofal: la Divina Voluntad obrante en la criatura que funde su voluntad humana en el Fuego de la Vida Divina. Morir para resucitar, “cuando Yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí” (Jn 12, 32). Sigamos subiendo, iluminando, redimiendo fundidos con Jesús, cuanto quede por redimir en nosotros y en aquellos que amamos. www.viaamoris.blogspot.com 

¿Y ha de morir contigo el mundo mago
donde guarda el recuerdo
los hálitos más puros de la vida,
la blanca sombra del amor primero,
la voz que fue a tu corazón, la mano
que tú querías retener en sueños,
y todos los amores
que llegaron al alma, al hondo cielo?
¿Y ha de morir contigo el mundo tuyo,
la vieja vida en orden tuyo y nuevo?
¿Los yunques y crisoles de tu alma
trabajan para el polvo y para el viento?

                                                                                                   Antonio Machado

                           131 Diálogos Divinos. Resurrección en Divina Voluntad I