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domingo, 2 de diciembre de 2012

Memoria vertical


En la FNAC, un chico alto, moreno, con expresión tímida y amable, me para y me pregunta si me acuerdo de él. Le respondo que no (casi le digo que ya me gustaría). Dice que nos examinamos juntos del carnet de conducir en un Golf blanco, bastante viejo, que los cuatro del grupo suspendimos, que el profe se llamaba Víctor y era un cascarrabias, que uno de los compañeros llevaba unos calzoncillos de Mickey Mouse para que le dieran suerte...

            Han pasado veinte años y apenas me acuerdo. Lo lamento, no solo por no poder charlar un rato más con él –esto es remediable, hemos intercambiado teléfonos y mails– sino porque tengo la sensación de haber perdido un trozo de mi pasado, y eso sí parece irremediable.

            De vuelta a casa, me doy cuenta de que no es que no me acuerde, sino que mi memoria de aquellos tiempos es abstracta, general, muy poco detallada, más emocional que intelectual, y mucho más que física. Recuerdo vívidamente las emociones, los nervios, el ambiente distendido después del varapalo, el fastidio por el fracaso conjunto y la armonía que reinó en un grupo de desconocidos, unidos por una circunstancia tan prosaica.

            Recuerdo bien las emociones y los sentimientos, si ya podía hablarse de  auténticos sentimientos, pero no recordaba las anécdotas, los rostros ni los colores; estaban aletargados en un rincón de mi conciencia hasta que Juan, ese es su nombre, los despertó. Mis centros –instintivo, motor, mental, emocional (de los centros superiores, mejor ni hablar)– trabajaban entonces cada uno a su aire, sin contar con los otros, y por eso me queda una memoria fragmentaria o anestesiada.

            Buen hallazgo para seguir viviendo con los centros alineados y la atención despierta, capaz de inmortalizar instantes, con su luz y sus colores, sus aromas y sabores, con sus formas y miradas tal como son, en su maravillosa, efímera apariencia.



LUZ DE LA MEMORIA
 
                                                                                                  Mirad que os mira.
 
                                                                                                        Santa Teresa de Jesús
 
Como si del invierno nos quedara
la piel entumecida y la querencia
al cálido rincón, nos olvidamos
muy pronto de que somos primavera
que a veces se disfraza, juguetona,
para que las semillas cojan fuerzas
antes del resplandor que enciende mayo.
 
Parecemos ramas secas
a punto de quebrarse, pero dentro
se renueva la savia,
sin creerse la muerte ni el cansancio.
 
Existir, sabiendo que existimos,
mirar, recordando que miramos
y nos mira,
sentir, con la conciencia de sentir,
vigías siempre atentos
a Lo que Es.
 
Descubrir dónde estamos
y estar ahí, solo ahí,
dejando que la luz de la memoria
enfoque la mirada,
nos guíe y nos alumbre hasta encontrar
el centro, el sentido de vivir,
para en él sumergirnos
y aparecer.
 
 

4 comentarios:

  1. Io ho perso quasi tutti i ricordi del passato,solo frammenti come le foglie cadute e disperse dal vento.Io non so perchè succede ma lo accetto.Un abbraccio da Giuseppe

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  2. Caro Giuseppe,
    allora non sono l'unica che ha perso una parte del passato (che non esiste!). Adesso raccogliamo come fiori i nostri giorni di grazia, il tempo della bellezza e della verità, quello che rimanerà. Un abbraccio.

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    Respuestas
    1. pues sí; 


      parece que en general nuestras experiencias son siempre simbólicas (el cuerpo es por ejemplo "solamente" también un símbolo). 


      Y las experiencias "orbitan" en torno a "núcleos emocionales" que cargan creencias (desde el principio la creencia en la separación de Dios… difractada luego en mil y una equivocaciones que intentan despistarnos sobre la unicidad de nuestra "única equivocación" :) ).

      

Nos creemos separados de Dios (falsamente separados, claro) en una especie de "geometría emocional" de la UNA-MENTE que somos. 

La emoción primera para la separación parece que fue miedo, y luego por defecto todo aquí es miedo, por defecto.



      Y es, pues, como si cada pedazo de Cielo, ese pedazo que somos… falsamente separado (creyéndose que no es Cielo)… hiciera orbitar, "alrededor" suyo —"soñando"—, miles y miles de experiencias de materialización desesperada (también falsa) de la separación. 



      Esas experiencias ayudan a creernos que podemos ser infelices aquí, con toda justificación… y así, con ello, seguimos alimentando el contenido-ego en la mente, en lo que no se ve, que es lo importante (por eso es tan importante poder darse condiciones para poder cultivar eso que parece tan sutil: el deseo de que se nos demuestre desde dentro que nada de esto que vemos es real —ni emocional, ni psicológicamente… ni, claro, físicamente "real"; nada).



      Parece que constatamos (en sueños, en la memoria…), que lo que importaría serían "las emociones" y el juego que realizan éstas, el de acompañar o nutrir las creencias o juicios que dirigen nuestro poderoso flujo energético-emocional, ese flujo que fabrica universos para seguir creyendo en la separación, en la realidad del miedo. 



      La "creencia en la separación" es la básica que fundamenta todo esto que hacemos "con el ego" como compañero en la mente… y sería lo que atrajo en un principio toda nuestra enorme "capacidad fabricadora" como mentes dormidas que somos, mentes atrayendo o fabricando un primer descomunal miedo inicial, inicio de todos los infinitos "big-bangs" en los infinitos universos que "existirán" en la ilusión. 



      Todo parece pues "orbitar" alrededor de eso que no se ve, de emociones-creencias…, y diríamos quizá que lo hace cada vez más "colectivamente", según vamos más profundo en ese "inconsciente" que fabrica nuestro mundo.



      Todo parece orbitar en torno a los muy potentes y particulares "núcleos" con que cada mente especifica su pedazo falso de miedo. 

Lo "especifica" queriendo así corroborar la realidad de su miedo en "realidades" irreales de separación, en "la caída", en cuerpos y más cuerpos, mundos y más mundos que tienen justo las cualidades contrarias a las de nuestro verdadero "Reino", el de Él.





      abrazos

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