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martes, 14 de junio de 2011

Orar respirando


            Es de Antonio Porchia: Dios mío, casi no he creído nunca en ti, pero siempre te he amado. Hay hombres, Porchia, Machado…, que son en el buen sentido de la palabra buenos. No necesitan elaboraciones complejas de un Dios que siempre han sentido cercano, la parte más auténtica de sí mismos, caminando junto a ellos o creando y recreando un mundo de progresiva desnudez y limpieza, ese Dios deseado y deseante de Juan Ramón, otro hombre bueno.

           Y Thomas Merton dice: vivir es orar respirando. También el poema es siempre una oración, aunque el poeta reniegue de Dios, tal vez entonces más que nunca.
           
            Aunque cante a un cubo de basura, como Rafael Morales, aunque hable de miserias o traiciones, el poeta alienta con vigor, como si en el aire palpitara el verso que daría sentido a su vida y a su muerte, el único poema que nunca escribirá.


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