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sábado, 15 de abril de 2017

El primer día de la Nueva Creación


Evangelio de Juan 20, 1-9

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien quería Jesús, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”. Salieron Pedro y el otro discípulo, camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: Vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.


                                La Resurrección del Señor, Paraclesion de San Salvador en Chora


Evangelio de Mateo 28, 1-10

Pasado el sábado, al alborear el primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. De pronto se produjo un gran terremoto, pues el Ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose, hizo rodar la piedra y se sentó encima de ella. Su aspecto era como el relámpago y su vestido blanco como la nieve. Los guardias, atemorizados ante él, se pusieron a temblar y se quedaron como muertos. El Ángel se dirigió a las mujeres y les dijo: "Vosotras no temáis, pues sé que buscáis a Jesús, el Crucificado; no está aquí, ha resucitado, como lo había dicho. Venid, ved el lugar donde estaba. Y ahora id enseguida a decir a sus discípulos: "Ha resucitado de entre los muertos e irá delante de vosotros a Galilea; allí le veréis." Ya os lo he dicho." Ellas partieron a toda prisa del sepulcro, con miedo y gran gozo, y corrieron a dar la noticia a sus discípulos. En esto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: "¡Dios os guarde!" Y ellas, acercándose, se asieron de sus pies y le adoraron. Entonces les dice Jesús: "No temáis. Id, avisad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán."




             Final de la película El Evangelio según San Mateo, de Pier Paolo Pasolini. Un "fracaso" que se vuelve Maravilla. Un "final" que es el principio, la nueva Creación.
             Maravilla es también que un ateo aparente, como era Pasolini, haya realizado esta película sobre la vida de Jesucristo.
             Puede que fuera ateo para el mundo, o tal vez fuera una pose,  pero estoy segura de que no era ateo para Dios, ni para sí mismo. La prueba es su respeto absoluto al relato evangélico y su capacidad de transmitir fielmente la enseñanza de Jesús, su misión redentora y la alegría de la Resurrección.
              Todos los personajes son realistas y cercanos, nada almibarados o "modernizantes", como estamos acostumbrados a ver en otras películas del género.
              El personaje de la Virgen María, interpretado por la propia madre de Pasolini, resulta especialmente acertado. Una mujer de unos cuarenta y nueve años, como tendría María cuando muere Jesús, sería en aquel tiempo una anciana. Pero cuánta luz, frescura e inocencia sabe proyectar en sus ojos y su expresión, un director que en esta ocasión creo que estuvo inspirado por el Espíritu Santo.

File:Raffaellino del Garbo Resurrección.jpg
                                                Resurrección de Jesús, Raffaellino del Garbo


Pero aún no se dieron mucha cuenta de que el mundo había muerto en la noche. Lo que aquellos contemplaban era el primer día de una nueva creación, un cielo nuevo y una tierra nueva. Y con aspecto de labrador, Dios caminó otra vez por el huerto, no bajo el frío de la noche, sino del amanecer.
G. K. Chesterton


Pasó un Resucitador por el mundo y nació en el mundo una esperanza más grande que todos los siglos; la cual no morirá. Uno que ya no tenía esperanza ha escrito: "Jesús es simplemente la esperanza más grande que ha pasado por la Humanidad..."
Oh Renán, escucha: No ha pasado.
Leonardo Castellani

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