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jueves, 31 de diciembre de 2015

Feliz despertar


Veo un anuncio en el metro. Una chica leyendo tumbada, junto a una estantería llena de libros. Dice el slogan: “Toda tu vida no cabe en un piso”. Un anuncio horizontal, plano, achatado, adormecido, anestesiante…. Claro que no cabe. Toda la vida lineal, cronológica, acumulativa y acumuladora se extiende, se prolonga, se sucede… Hacen falta casas grandes, trasteros como los que publicita el anuncio, álbumes de fotos, discos duros, muchos metros, muchos megas para guardar tanta materia y tanto pasado muerto… Toda tu vida no cabe en un piso…, no… Pero la Vida ha de caber en un instante. Es la única manera de conectar con el Origen, el Verbo increado, la Luz de luz, de la que venimos y a la que regresamos, que está mucho más allá de lo lineal, lo espacial y lo temporal.

Empecemos así el Año Nuevo; sin lastre, nuevos, renacidos, conscientes de la vida verdadera, no la que no cabe en un piso, sino la que cabe en todas partes porque no está en ninguna parte.

Acoger la Misericordia del Año Santo recién comenzado (www.viaamoris.blogsport.com ) forma parte de ese gesto, de ese instante de unidad y conexión con lo verdadero. Misericordia para soltar, integrar, unir, amar… Liberarnos de toda esa ingente cantidad de cosas, casas, casos que ya no necesitamos para ser libres, para Ser. Acoger la Misericordia y el perdón para alcanzar el amor, es decir, volver a Casa, al Origen, al Verbo, que encarnó precisamente por Amor y cuyo Nombre hoy pronunciamos como la única y definitiva respuesta, como la verdadera bendición.


                                       
                                                            Rien de rien, Edith Piaff

Rien de rien, dice Edith Piaff en la canción… Rien de rien…, nada de nada, esa "R" inconfundible que despierta a los que sueñan dentro de sueños en la película Origen. "R" de retorno, de resignificación, de renacimiento, de resurrección, de realidad. Empecemos el Año Nuevo con el propósito de vivir de verdad, de no caer en vidas virtuales que no caben en casas virtuales ni en trasteros virtuales.

Estos días de Navidad, con reuniones y algunos compromisos, me he visto en las proyecciones de los demás, como el que se ve dentro de una película. He constatado cómo nos soñamos, nos condicionamos, nos ponemos techo, nos limitamos unos a otros. Los selfies, por ejemplo, esas auto fotos que aún miro con perplejidad, son una metáfora de esa locura de sueños dentro de sueños, de realidades virtuales que se esconden unas dentro de otras como muñecas mamushkas. Así funcionan o dis-funcionan des-graciadamente la mayoría de las familias y grupos sociales: congelando imágenes de sonrisas y gestos ensayados, encerrándose unos a otros, poniendo techos que impiden volar, que adormecen y achatan, en lugar de un suelo donde crecer en vertical y ensayar el vuelo hacia ese instante de consciencia donde cabe la Vida.

Es hora de despertar y volver a Casa, allí donde solo un sueño es posible: el Sueño de dicha, plenitud y verdad que el Padre soñó para cada uno de nosotros. Feliz Año y feliz “patada sincronizada”, como dicen en Origen, que nos saque de los sueños de muerte y nos despierte a lo que estamos llamados a Ser.

                       Escenas de la película Origen (Inception). 2010. Christopher Nolan

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