Cayó la lluvia, vinieron los
torrentes, soplaron los vientos y se abatieron sobre la casa; pero no se
derrumbó porque estaba cimentada sobre roca.
Mateo 7, 25
Fuertes
rachas de viento y lluvia persistente en la Comunidad de Madrid, dicen en el
telediario. La chimenea lleva el día entero bufando, y en el tejado alguien
parece estar jugando a las canicas o a las chapas.
Si no fuera por alguna
llamada de teléfono, no habría hablado nada, con nadie, nada de nada. El silencio interior ayuda a
escuchar y apreciar lo que percibe el oído, y se descubre que no hay ruidos, solo
hay sonidos, notas de una sinfonía interminable que uno mismo va componiendo e interpretando a la vez.
Cuando llueve
o hace viento, mi casa se transforma en un torreón medieval, intacto después
del asedio, sin miedo ya, sin deseo. Hoy la lluvia me ha encontrado despierta y libre de lo
que un día creí que era mío o creí que era yo.
El viento que juega a las canicas y la lluvia monótona me están dando sueño. Me levanto para espabilarme y seguir
escuchando los sonidos de este universo en el que hoy solo hay lluvia,
viento, vida, consciencia de existir.
Lo demás, los libros inacabados, la "burrocracia", las citas pendientes,
los plazos a punto de vencer, o de expirar… (¡expirar es vencer!), las agendas,
los proyectos, los fantasmas visibles, los invisibles…, son canicas transparentes recorriendo el tejado en un mundo de
viento y lluvia, de sonido y soledad, sonora como nunca.
Ismael Serrano cantando A cántaros, la conocida canción de Pablo Guerrero.
Siempre actual y oportuna, sobre todo ahora que "la siesta" realmente se acaba.
Io sono vento,pioggia,gelo ma sono anche primavera ed estate,io sono vivo.Giuseppe
ResponderEliminarCerto, amico. Con l'attenzione possiamo essere tutto, in questo strano paese delle meraviglie. Il "biglietto" si paga con la coscienza di essere.
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