Al vencedor le daré a comer del maná escondido, y le daré una piedra blanca, en la
que hay escrito un nombre nuevo que solo conoce quien lo recibe.
Apocalipsis
2, 17
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Recojo
piedras,
redondas,
pulidas,
en
una orilla nueva
(¿o
es la misma de siempre,
eterna
y repetida?).
Busco
la única piedra
que
puede intercambiar
su
nombre con el mío
y
disolver los dos,
sal
transparente,
y
confundir los dos,
polvo
y arena.
Busco
la única piedra
lisa
y redonda que soy,
mientras
las olas
me
lavan y me pulen
las
aristas.
Descarto
piedras,
las
miro y las devuelvo
al
mar, día tras día.
Vocación de diamante
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