Como el Padre me ha amado, así os he amado yo;
permaneced en mi amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros,
y vuestra alegría llegue a plenitud.
Juan 15, 9, 11
Uno de esos momentos que iluminan el
día.
En el supermercado, un padre distraído va llenando la cesta como un
autómata. Junto a él, un niño muy pequeño en un carrito. Mis ojos y los del niño
se encuentran y se detienen, algo se reconoce.
Cuando le sonrío, devuelve la
sonrisa, inmensa, chispeante. Todo él se estremece con una alegría incondicionada, una expresión de
plenitud y dicha que desarma.
Él puede estar alegre, puede ser feliz porque
está más allá de la dualidad, todavía no ha entrado en el laberinto infernal de
la separación, del tu y yo, del tuyo y mío, no ha caído en las redes de la mentira.
Él puede estar alegre y ser feliz...
Y nosotros también si desaprendemos lo falso, tantos prejuicios y falsas creencias, para desprogramarnos y recordar lo verdadero, lo esencial, lo que somos, lo que Es.
Y nosotros también si desaprendemos lo falso, tantos prejuicios y falsas creencias, para desprogramarnos y recordar lo verdadero, lo esencial, lo que somos, lo que Es.
Morning has broken, Cat Stevens
por la memoria.
Es la primera rosa
que ves y el primer cielo.
En los atlas,
ResponderEliminarun azul te finge, falso.
Pero a mí no me engañó
ese engaño.
Te busqué el azul verdad;
un ángel, azul celeste,
me llevaba de la mano.
Y allí en tu azul te encontré
jugando con tus azules,
a encenderlos, a apagarlos.
¿Eras como te pensaba?
Más azul. Se queda pálido
el color del pensamiento
frente al que miran los ojos,
en más azul extasiados.
Eres lo que queda, azul;
lo que sirve
de fondo a todos los pasos,
que da lo que pasa, olas,
espumas, vidas y pájaros,
velas que vienen y van.
Pasa lo blanco, mortal.
Y tú estás siempre llenando,
como llena un alma un cuerpo,
las formas de tus espacios.
Cada vez que fui en tu busca,
allí te encontré, en tu gloria,
la que nunca me ha fallado.
Tu azul por azul se explica:
color azul, paraíso;
y mirarte a ti, mirarlo.
Pedro Salinas.
Eugenia... Tus palabras son azul zafiro, tan cargadas de esa Ruach-Shakti, ese aliento azul de la Divinidad. Todo gozo, todo amor, toda tú, Eugenia, luz inminente desbordándose por la carne. Y los niños rien cegados por tanto rayo azul de tu mirada abierta.
Eugenia-Ishvara, ers un inmenso tragaluz orientado al mundo, tu existencia es puerta que te atravesamos los anhelantes de la Vida.
Gracias.
Marco Giovannucci
Gracias a ti, Marco, por tus generosas y bellas palabras. ¿De dónde sale esa voz antigua-nueva que me ve luz porque ya es luz? Leerte ha sido otro de esos instantes santos o momentos que iluminan el día y la vida. Vuelve a aparecer, por favor.
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