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sábado, 24 de enero de 2015

"La representación de este mundo se termina." 1 Cor, 7, 31. BSR X


1 Corintios 7, 29-31

Hermanos: Os digo esto: el momento es apremiante. Queda como solución que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran como si no lloraran; los que están alegres, como si no lo estuvieran; los que compran, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la representación de este mundo se termina.

Así como nadie puede ser liberado de un amor sino por otro amor más grande, así nadie tampoco puede ser liberado de una representación del mundo sino por otra más elevada o más vasta. Cambiar de mundo es cambiar de mirada; los ojos carnales no ven la misma realidad que los espirituales.
                                                                                  Jean-Yves Leloup

Que no nos dejemos encerrar en la prisión del tiempo, sino que permanezcamos siempre abiertos a la eternidad de Dios, creyendo firmemente que con la muerte y resurrección de Cristo, la eternidad de Dios ha tomado posesión del tiempo humano y el tiempo mundano, la representación de este mundo, se está acabando.
Carlo Mª Martini

Hoy se manifiesta lo que los ojos de la carne no pueden ver: un cuerpo terrestre irradiando esplendor divino, un cuerpo mortal rebosante de la gloria de la divinidad. Las cosas humanas pasan a ser las de Dios, y las divinas a ser humanas.
                                                                                            San Juan Damasceno

Por fin comprendo, porque lo experimento, algo que he leído y escuchado muchas veces, que creía entender, pero hasta ahora se me había quedado en lo mental, en la superficie. “Que el mismo albo lino que te vista sea tu traje de duelo, tu traje de fiesta”; la ecuanimidad, la imperturbabilidad, la ataraxia. Ahora sé, sin tener que leer manuales de mindfulness, que el secreto de la paz y de la dicha es estar donde estás con todo tu ser. Sin escapar, sin huir, sin proyectarte en otro momento, estado, situación.
Porque cuando vives desde la esencia original que eres, las circunstancias, lo que ocurre, no son importantes. Ya no cuenta el “cómo”, sino el “qué”: ser ese caudal de paz, dicha, amor, Vida que has buscado fuera, sin saber que estaba dentro.
En lo Real no hay tiempo, sino solo este momento. La vida es siempre ahora. Eso es dejar de pensar como el mundo y pensar como Dios (Mt 16, 23). Eso es ser atemporal. Y como solo hay ahora, solo hay aquí. Y en mí, aquí y ahora, están todos los mundos, todo lo existente. Eso es también pensar como Dios.
      Todo habrá valido la pena si somos capaces de vivir, caminar, hacer todo en conexión con Cristo, nuestro Origen y Destino. Ya no es bien o mal; es con Él. Todo, consciente de Él, sabiendo que, incluso cuando te olvidas de Él, Él nunca se olvida de ti y sigue a tu lado, esperando que vuelvas a prestarle atención. Qué oportuno recordar hoy, en la cima del Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos, esa maravillosa vocación, que nos une e integra: caminar conscientes de Su presencia a nuestro lado y dentro de cada uno. Es hora de compartir esa consciencia de estar con Él, de ser en Él. Corazón grande y generoso, mente magnánima y abierta, mirada expandida y vertical, espíritu inmenso y libre.
La gracia, que se derrama abundante sobre el que se abre a ella, nos hace ser conscientes de la Unidad y nos predispone para servir. El momento es apremiante, dice San Pablo, inexorable realmente, se acabó el dar vueltas en círculos buscando acumular y mejorar experiencias, desconectados de lo que somos. Solo queda reconocernos en nuestra verdadera Esencia, soltar lastre, desidentificarnos de roles, personajes y proyecciones, ver la tramoya de este teatro que es el mundo  y volver a Casa porque el espectáculo termina, la representación toca a su fin.
Se acabaron los círculos planos que esclavizan y confinan a ras de tierra. Con Jesús se inicia la espiral de consciencia que eleva y libera.
La representación que acaba es el viejo paradigma divergente, que consiste en separar, competir, controlar, defenderse, asegurar, retener, la del hijo que ha olvidado Quién es su Padre y cuál es su hogar.
Bienvenido el nuevo paradigma que nos enseña a cooperar, compartir, integrar, unir, soltar, fluir, liberar, amar Es la sabiduría del Reino, basada en la Ley del Amor, no la del mundo y sus estrategias de ataque y defensa, de ventaja y división.
       Regresamos a Casa con la alegría y la confianza del que sabe que hay Alguien que completa, restaura, perfecciona todo, toma las faltas, las distorsiones e incoherencias del pasado y las transforma en coherencia y propósito puro, claro, lleno de sentido. 

            Y para el Camino de Retorno no hay nada que hacer, ningún sitio al que llegar, ningún bien que merecer. Sólo hay que Ser, vivir lo que somos. Es el morir a uno mismo y nacer al Sí mismo, de que hablan todas las tradiciones, que hace posible el santo abandono y, con él, ese despertar sencillo, directo y gozoso que nos descubre que la única tarea verdaderamente importante en este mundo es dejarnos mirar, amar y transformar por Él.



Cara a cara, Marcos Vidal

Con el Maestro cara a cara, mi vocación, mi propósito, mi única opción.
La única referencia que conecta con el Ser.
El centro de gravedad permanente que buscamos desde siempre.
El eje vertical de la Cruz.
El 0.0 que hace posible el Retorno.



         SOLO EL TIEMPO

                  Solo el tiempo puede           
          ganarnos la partida,
          si no somos capaces de perder
          como quien vence
          o como quien aprende
          a atravesar los velos
          del sí y el no, del arriba y abajo,
          del blanco y el negro
          y ver las cosas, en un instante
          de lucidez inesperada,
          como son.

          Pero si aprendemos
          a perder con la serena
          ecuanimidad del que recuerda
          quién es
          y no lamenta el cambio
          de escenario o de ropaje,
          del que se empeña a fondo
          en cada nuevo personaje,
          sin olvidar que es actor
          (y no Otelo y no Penélope y no Hamlet),
          sin olvidar que el silencio
          es arma tan poderosa como la palabra
          (a veces, tantas veces, más),
          si encontramos en la pérdida
          un nuevo afluente, una nueva raíz
          que se adentra y avanza y va creciendo,
          conseguimos el Bálsamo de Fierabrás
          que protege y sana toda herida.
          Solo el tiempo puede entonces
          tratar de ganarnos la partida
          y fracasar.
  

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