1 Corintios 7, 29-31
Así como nadie puede ser liberado de un amor
sino por otro amor más grande, así nadie tampoco puede ser liberado de una
representación del mundo sino por otra más elevada o más vasta. Cambiar
de mundo es cambiar de mirada; los ojos carnales no ven la misma realidad que
los espirituales.
Jean-Yves
Leloup
Que
no nos dejemos encerrar en la prisión del tiempo, sino que permanezcamos
siempre abiertos a la eternidad de Dios, creyendo firmemente que con la muerte
y resurrección de Cristo, la eternidad de Dios ha tomado posesión del tiempo
humano y el tiempo mundano, la representación de este mundo, se está acabando.
Carlo Mª Martini
Hoy se manifiesta lo que los ojos de la carne no pueden
ver: un cuerpo terrestre irradiando esplendor divino, un cuerpo mortal
rebosante de la gloria de la divinidad. Las cosas humanas pasan a ser las de
Dios, y las divinas a ser humanas.
San
Juan Damasceno
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Por fin comprendo, porque lo
experimento, algo que he leído y escuchado muchas veces, que creía entender, pero
hasta ahora se me había quedado en lo mental, en la superficie. “Que el mismo
albo lino que te vista sea tu traje de duelo, tu traje de fiesta”; la
ecuanimidad, la imperturbabilidad, la ataraxia. Ahora sé, sin tener que leer manuales de
mindfulness, que el secreto de la paz
y de la dicha es estar donde estás con todo tu ser. Sin escapar, sin huir, sin
proyectarte en otro momento, estado, situación.
Porque cuando vives desde la esencia original
que eres, las circunstancias, lo que ocurre, no son importantes. Ya no cuenta
el “cómo”, sino el “qué”: ser ese caudal de paz, dicha, amor, Vida que has
buscado fuera, sin saber que estaba dentro.
En lo Real no hay tiempo, sino
solo este momento. La vida es siempre ahora. Eso es dejar de pensar como el
mundo y pensar como Dios (Mt 16, 23). Eso es ser atemporal. Y como solo hay
ahora, solo hay aquí. Y en mí, aquí y ahora, están todos los mundos, todo lo
existente. Eso es también pensar como Dios.
Todo
habrá valido la pena si somos capaces de vivir, caminar, hacer todo en conexión
con Cristo, nuestro Origen y Destino. Ya no es bien o mal; es con Él. Todo,
consciente de Él, sabiendo que, incluso cuando te olvidas de Él, Él nunca se
olvida de ti y sigue a tu lado, esperando que vuelvas a prestarle atención. Qué
oportuno recordar hoy, en la cima del Octavario de Oración por la Unidad de los
Cristianos, esa maravillosa vocación, que nos une e integra: caminar
conscientes de Su presencia a nuestro lado y dentro de cada uno. Es hora de
compartir esa consciencia de estar con Él, de ser en Él. Corazón grande y
generoso, mente magnánima y abierta, mirada expandida y vertical, espíritu
inmenso y libre.
La
gracia, que se derrama abundante sobre el que se abre a ella, nos hace ser
conscientes de la Unidad y nos predispone para servir. El momento es
apremiante, dice San Pablo, inexorable realmente, se acabó el dar vueltas en círculos
buscando acumular y mejorar experiencias, desconectados de lo que somos. Solo
queda reconocernos en nuestra verdadera Esencia, soltar lastre,
desidentificarnos de roles, personajes y proyecciones, ver la tramoya de este
teatro que es el mundo y volver a Casa
porque el espectáculo termina, la representación toca a su fin.
Se
acabaron los círculos planos que esclavizan y confinan a ras de tierra. Con Jesús
se inicia la espiral de consciencia que eleva y libera.
La
representación que acaba es el viejo paradigma divergente, que consiste en
separar, competir, controlar, defenderse, asegurar, retener, la del hijo que ha
olvidado Quién es su Padre y cuál es su hogar.
Bienvenido
el nuevo paradigma que nos enseña a cooperar, compartir, integrar, unir,
soltar, fluir, liberar, amar… Es la sabiduría del Reino, basada en la
Ley del Amor, no la del mundo y sus estrategias de ataque y defensa, de ventaja
y división.
Regresamos
a Casa con la alegría y la confianza del que sabe que hay Alguien que completa,
restaura, perfecciona todo, toma las faltas, las distorsiones e incoherencias
del pasado y las transforma en coherencia y propósito puro, claro, lleno de
sentido.
Y para el Camino de Retorno no hay
nada que hacer, ningún sitio al que llegar, ningún bien que merecer. Sólo hay
que Ser, vivir lo que somos. Es el morir a uno mismo y nacer al Sí mismo, de
que hablan todas las tradiciones, que hace posible el santo abandono y, con él,
ese despertar sencillo, directo y gozoso que nos descubre que la única tarea
verdaderamente importante en este mundo es dejarnos mirar, amar y transformar
por Él.
Cara a cara, Marcos Vidal
Con el Maestro cara a cara, mi vocación, mi propósito, mi única opción.
La única referencia que conecta con el Ser.
El centro de gravedad permanente que buscamos desde siempre.
El eje vertical de la Cruz.
El 0.0 que hace posible el Retorno.
SOLO EL TIEMPO
Solo el tiempo
puede
ganarnos la partida,
si no somos capaces de perder
como quien vence
o como quien aprende
a atravesar los velos
del sí y el no, del arriba y abajo,
del blanco y el negro
y ver las cosas, en un instante
de lucidez inesperada,
como son.
Pero si aprendemos
a perder con la serena
ecuanimidad del que recuerda
quién
es
y no lamenta el cambio
de escenario o de ropaje,
del que se empeña a fondo
en cada nuevo personaje,
sin olvidar que es actor
(y no Otelo y no Penélope y no Hamlet),
sin olvidar que el silencio
es arma tan poderosa como la palabra
(a veces, tantas veces, más),
si encontramos en la pérdida
un nuevo afluente, una nueva raíz
que se adentra y avanza y va creciendo,
conseguimos el Bálsamo de Fierabrás
que protege y sana toda herida.
Solo el tiempo puede entonces
tratar de ganarnos la partida
y fracasar.
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