Gratis habéis recibido, dad gratis. Mateo, 10, 8










sábado, 18 de enero de 2020

Luz de Luz


Evangelio según San Juan 1, 29-34 

En aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: “Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel”. Y Juan dio testimonio diciendo: “He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que ha de bautizar con Espíritu Santo”. Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios”.

Resultado de imagen de la apoteosis del cordero bernardo van orley
                                    La apoteosis del Cordero, Bernard Van Orley

El día de tu muerte sucederá que lo que tú posees en este mundo pasará a manos de otra persona. Pero lo que tú eres será tuyo por siempre.

                                                                                                      Henry Van Dyke

¿Cómo hemos vivido la Navidad? ¿Hemos dejado que nos transforme e iniciamos el 2020 como hombres y mujeres renacidos en Jesucristo? Vivir en la luz es ya posible con Aquel que es Luz de las naciones, como dice la primera lectura (Isaías 49, 3.5-6) y nos hace luz del mundo. Luz de Luz, porque existía antes de todo y nos guía en el camino de regreso a nuestro verdadero hogar. Porque la venida de Cristo no sucederá solo al final de los tiempos. Está aconteciendo ya, ahora, dentro de cada uno, para el que sabe reconocerlo. Yo soy la resurrección y la vida, nos dice cada día. Si Le escuchamos, descubrimos que, en un instante, cabe todo un universo.

Si vivimos conscientes de esta verdad, nos liberamos de la incoherencia y el sueño, el olvido y el pecado, que en arameo significa errar el tiro. Que nunca tengamos que escuchar las escalofriantes palabras que escuchó Gawain, el sobrino del rey Arturo.

Entonces el hombre bueno llamó a Gawain, y le dijo:
-Mucho tiempo ha pasado desde que fuiste hecho caballero, y desde entonces nunca serviste a tu Creador; y ahora eres un árbol tan viejo que no hay en ti hoja ni fruto; así que piensa que rendirás a Nuestro Señor la pura corteza, ya que el demonio tiene las hojas y el fruto.
                                                   La muerte de Arturo, sir Thomas Malory

Si vivimos recordando nuestro verdadero ser, que conecta con el Niño Divino, el Rey del Universo que aún evocamos en el pesebre, el Cordero de Dios que Juan nos señala, viviremos con Él y Él con nosotros (Emmanuel). Entonces no fallará nuestra puntería, no erraremos el tiro ni confundiremos lo infinito con lo perecedero, lo absoluto con lo limitado, no equivocaremos el camino… Tal vez entonces ni siquiera haya ocasión de confundirse, porque todo se habrá integrado, unificado, y la coherencia será, sea... ¡es! tan natural como respirar.


Agnus Dei, Mozart
Karajan, Filarmónica de Viena, Kathleen Battle

Un santo es una persona que ha descubierto su deseo más profundo. Entonces “hace lo que quiere”, que es también lo que quiere Dios. Su voluntad y la voluntad de Dios están en armonía, de modo que su vida se caracteriza por una paz, tranquilidad, libertad y alegría continuas, incluso – quizá especialmente – en las crisis y el sufrimiento. 
                                              Gerard W. Hughes 

Y escucho cómo el Señor me dice a mí, a ti, a todos, porque en Él estamos todos, y el alma se expande hasta sobrepasar el Universo: “deja todo lo tuyo, sé cómo Yo, sé Yo, para que, habiendo Yo sido tú, seamos Uno, sin dejar de ser el Amado y la amada que soñé antes de todos los tiempos.”

Solo estar con Jesús, en Él y para Él. Si estoy unida a Él, fundida con Él, toda mi vida es perfecta, porque Jesús la ha vivido por mí, y lo que yo debía haber vivido por Él, lo ha hecho, completado y perfeccionado Él. Sigamos adelante mirándole solo a Él, con una atención plena y continua. Recordémoslo una y mil veces: somos de Jesús, Él ha rehecho nuestras vidas y nos acompaña hasta el final en el camino de regreso al Hogar que nunca debimos abandonar. ¡Dios mío, lo quiero! Y todo será amor divino, plenitud, dicha inimaginable en la Jerusalén celestial que ya desciende sobre nosotros. www.viaamoris.blogspot.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario