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sábado, 22 de diciembre de 2018

Bendito el fruto de tu vientre


Evangelio de Lucas 1, 39-45

María se puso en camino y fue aprisa a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, la criatura saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: "¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá."

La Visitación, Van der Weyden 


COMUNIÓN DE LAS AGUAS

María e Isabel, dos senos llenos de Vida. 
Uno, virginal, de mujer muy joven, casi niña,
fecundado por el Espíritu.
El otro, de mujer cansada,
desierto de carne seca,
que el Espíritu empapa y hace fértil,
para que la semilla de hombre fructifique.

Manos que se cruzan en los vientres,
miradas que manan amor reverente,
éxtasis de asombro.
Cuerpos que se encuentran e intercambian
los latidos nuevos.
Signo de infinito, dar y recibir.
Fiat, hágase.

La obra entregada que,
aceptada y transformada,
se convierte en Obra.
Propósito y existencia,
materia iluminada por el Verbo increado,
que se hace carne para elevar, transfigurar la carne.

Placenta primordial y placenta humana
agitándose de asombro.
Crisol atemporal, espiral eterna, 
lazo infinito que perpetúa la Salvación.
Mengüemos a lo que no somos,
para crecer a lo que Somos
por Él, con Él y en Él.

Jesús salva.
Preparemos Su Camino,
fundiéndonos con Él
en  abrazo sagrado,
entrelazando luz, con Luz,
agua de la experiencia con el agua de la Vida,
Comunión de las aguas para Ser.


Novena de la Santa Navidad
(Recomiendo se escuchen, o lean, todas las Horas)

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