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sábado, 13 de enero de 2018

Maestro, ¿dónde vives?


Evangelio según San Juan 1, 35-42

En aquel tiempo estaba Juan con dos de sus discípulos y fijándose en Jesús que pasaba, dijo: “Este es el cordero de Dios”. Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y al ver que lo seguían, les preguntó: “¿Qué buscáis?” Ellos le contestaron: “Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?” Él les dijo: “Venid y veréis”. Entonces fueron, vieron dónde vivía, y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encontró primero a su hermano Simón y le dijo: “Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)”. Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: “Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que significa Pedro)”.
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El día de tu muerte sucederá que lo que tú posees en este mundo pasará a manos de otra persona. Pero lo que tú eres será tuyo por siempre.
                   
                                                                                                           Henry Van Dyke

¿Cómo hemos vivido la Navidad? ¿Hemos dejado que nos transforme e iniciamos el 2018 como hombres y mujeres renacidos? (www.viaamoris.blogspot.com) 

Saber dónde vive, ver dónde vive, vivir con Él, ser en Él. Vivir en gracia es ya posible con Aquel que es la Gracia y la Verdad y nos hace luz del mundo. Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, nos dice cada día, cada instante.

Conscientes de esta verdad, nos liberamos de la incoherencia y el sueño, el olvido y el pecado (en arameo significa errar el tiro). Que nunca tengamos que escuchar las escalofriantes palabras que escuchó Gawain, el sobrino del rey Arturo.

Entonces el hombre bueno llamó a Gawain, y le dijo:
-Mucho tiempo ha pasado desde que fuiste hecho caballero, y desde entonces nunca serviste a tu Creador; y ahora eres un árbol tan viejo que no hay en ti hoja ni fruto; así que piensa que rendirás a Nuestro Señor la pura corteza, ya que el demonio tiene las hojas y el fruto.
                     La muerte de Arturo, sir Thomas Malory

Si vivimos recordando que somos hijos de Dios, hermanos del Niño Divino, el Rey del Universo que aún evocamos en el pesebre, sabremos dónde vive y viviremos con Él y Él con nosotros (Emmanuel). Entonces no fallará nuestra puntería, no erraremos el tiro ni confundiremos lo infinito con lo perecedero, lo absoluto con lo limitado, no equivocaremos el camino. Pero si lo olvidamos, nos basta Su gracia para recordar dónde vive y pedirle que nos deje quedarnos de nuevo con Él, en Él.

Maestro, ¿dónde vives? ¿Dónde piensas, sientes, sueñas, confías? ¿Qué rodea tus pensamientos, tus sentimientos, tus anhelos? ¿Cómo es la luz de tu casa, el silencio y el espacio de tu casa? Muéstranos tu Casa infinita, donde todos cabemos. Enséñanos a liberarnos de nuestras oscuras madrigueras, de los pensamientos raquíticos, los sentimientos mezquinos, de los sótanos húmedos y los trasteros polvorientos donde malvivimos. Tu Casa es enorme, inmensa, llena de luz y vida, tan diferente de las nuestras, mugrientas y en ruinas. Haz que deseemos quedarnos contigo, toda la tarde, toda la eternidad. Juan y Andrés llegaron a la hora décima, acoge a estos rezagados de la hora undécima que ya se acaba… Venid y veréis, nos dices, invitándonos de nuevo al encuentro contigo, que es la antesala de la vida verdadera, eterna, plena, dichosa, pase lo que pase aquí, en esta representación que se derrumba. 
Buscadme y viviréis, Marcos Vidal

            Un santo es una persona que ha descubierto su deseo más profundo. Entonces “hace lo que quiere”, que es también lo que quiere Dios. Su voluntad y la voluntad de Dios están en armonía, de modo que su vida se caracteriza por una paz, tranquilidad, libertad y alegría continuas, incluso –quizá especialmente– en las crisis y el sufrimiento. 
                                              Gerard W. Hughes

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