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miércoles, 8 de noviembre de 2017

Nuestra Señora de la Almudena. Fidelidad


Evangelio de Juan 19, 25-27

Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “Ahí tienes a tu madre”. Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.



Imagen relacionada
La Crucifixión, Rubens


El único verdadero Hijo de Dios es solo Cristo.
Pero cada cristiano debe ser él mismo Cristo.
Aunque Cristo naciera mil veces en Belén 
y no dentro de ti, tu alma estará perdida.
Mirarás en vano la Cruz del Gólgota
hasta que se eleve de nuevo en tu interior.

                                                                                                Angelus Silesius

Siempre me ha gustado ver películas sobre Jesucristo. Ya desde niña, sentía la necesidad de contemplar la humanidad de Jesús y ver a Su madre como una mujer real. Mucho más adelante, hallé una razón más profunda de esa afición y esa necesidad de sentir cerca a mis Modelos. Tiene que ver con que cada mujer está llamada a transformarse, de Eva, en María. ¿Y cada hombre? También, de Adán, en María, porque todos hemos de dar a luz al Hijo interior, mujeres y hombres por igual. Y todos hemos de transformarnos de Eva y Adán, condicionados, limitados, caídos, en Cristo.

Hoy miramos a María, en la Advocación de Nuestra Señora de la Almudena, patrona de Madrid, símbolo de la fidelidad en los conflictos, las guerras y persecuciones, como también se mantuvo firme, sostenida por la Gracia, de la que es mediadora, en el Calvario.

En el evangelio que la liturgia ha elegido hoy, vemos a través de los ojos de María la imagen del Hijo en la Cruz. Porque Jesús nunca murió en su Madre, el mundo no se quedó definitivamente sin luz, dicen los padres de la Iglesia; Él siguió alumbrándonos a través de ella. Cuando nos damos cuenta de esa verdad, comprendemos lo que es María, su verdadera trascendencia y el sentido más profundo del “Hágase en mí según tu Palabra”. Ella renunció a su palabra, para vivir la Palabra. Por eso se convierte en palabra viva y testimonio vivo de Dios.

            Contemplando ese misterio de la Virgen-Madre, una con Su Hijo, desde el Sí luminoso que hizo posible la Salvación, hasta el Sí amargo y fecundo como ninguno junto a la Cruz, me doy cuenta de que, si la Eucaristía es recibir realmente la sangre y el cuerpo de Jesús, ¡y lo es!, Su sangre y la mía se unen y, prodigio de Amor, es también la Sangre de María, madre nuestra, la que nos da vida nueva.

            “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?” (Lc 2, 49). Es en el Templo donde María encontró a Su hijo a la edad de doce años, y en el Templo Le encontramos hoy. Por eso tenemos que convertirnos en Templo donde unirnos a Él, porque los verdaderos adoradores son los que Le adoran en Espíritu y en Verdad. Le encontramos en nosotros, donde está Su sangre, que es también la de María, mezclada con la nuestra. Pero aún no permitimos que la Suya circule por nosotros y por eso, a veces, volvemos a abandonarle. En cambio, para la Madre, su vida no importa ante la vida de Su Hijo. La grandeza de María está vivir la voluntad del Padre sin reserva, hasta el final. Muriendo a su palabra humana, de humilde doncella de Nazaret, dio a la luz a la Palabra. Soportando por obediencia y amor el sufrimiento de ver morir a su Hijo en la Cruz, nos da a luz a nosotros. Sigamos su ejemplo, seamos humildad y silencio, fidelidad y obediencia a la Voluntad de Dios.

                                             El diario de María, Martín Valverde

"El origen de la imagen de la Virgen, que con el tiempo se había de llamar Santa María la Real de la Almudena llega, según la tradición, hasta la generación apostólica; y con ella la devoción que siempre ha tenido entre los madrileños. Cuenta la leyenda que fue traída a España por el Apóstol Santiago cuando vino a predicar el Evangelio, y dicen que la pintó San Lucas y la talló Nicodemo… Esta pretensión de atribuir tan remoto origen a la Imagen, es muy de admirar. Lo que sí es cierto es que en la pequeña villa que luego habría de ser capital de España, se veneró desde siempre como Patrona una imagen de la Madre de Dios denominada “Santa María de la Vega” o de “La Concepción Admirable”.

Cuenta la tradición que, a comienzos del siglo VIII, ante la inminencia de la invasión sarracena ocurrida entre los años 711 a 714, los cristianos de la villa para evitar la profanación de la imagen, escondieron a la Señora en un cubo de la muralla; en 1083-1085, siendo Pontífice Gregorio VII, al conquistar Magerit, el rey Alfonso VI, convocó una procesión encabezada por él mismo, y, al llegar junto al cubo de la muralla cercano a la Almudayna, unas piedras se derrumbaron y en el hueco estaba la imagen de la Virgen con los dos cirios encendidos. Era el 9 de noviembre del año 1085."
                                                                De la página web de la Catedral de la Almudena


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Nuestra Señora de la Almudena

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