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sábado, 10 de junio de 2017

Contemplando el Misterio


Evangelio de Juan 3, 16-18

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.


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                                                           La Trinidad, A. Rublev


Lo inefable del Misterio solo puede abordarse con mirada de místico o de poeta, que son muy parecidas o son la misma. Hoy volvemos a contemplar el Misterio de la Santísima Trinidad a través de la mirada de dos místicas que ya han aparecido por aquí, dos mujeres valientes y revolucionarias en el verdadero sentido de la palabra revolución. Juliana de Norwich, la optimista anacoreta y visionaria y Margarita Porete, beguina condenada a la hoguera por la incomprensión, la intransigencia y el miedo de los que no pueden ir más allá de la mente limitada y mortal.


Beata giuliana di norwich 1
Juliana de Norwich

En una ocasión, nuestro Señor me dijo: “Todo irá bien”; en otra ocasión, dijo: “Y tú misma verás que todo acabará bien”. Y de esto el alma obtuvo dos enseñanzas diferentes. Una era ésta: que él quiere que nosotros sepamos que presta atención no solo a las cosas grandes y nobles, sino también a todas aquellas que son pequeñas y humildes, a los hombres simples y humildes, a este y a aquella. Y esto es lo que quiere decir con estas palabras: “Todo acabará bien”. Pues quiere que sepamos que ni la cosa más pequeña será olvidada.

Otro sentido es el siguiente: que hay muchas acciones que están mal hechas a nuestros ojos y llevan a males tan grandes que nos parece imposible que alguna vez pueda salir algo bueno de ellas. Y las contemplamos y nos entristecemos y lamentamos por ellas, de manera que no podemos descansar en la santa contemplación de Dios, como debemos hacer. Y la causa es ésta: que la razón que ahora utilizamos es tan ciega, tan abyecta y estúpida, que no puede reconocer la elevada y maravillosa sabiduría de Dios, ni el poder y la bondad de la santísima Trinidad. Y ésta es su intención cuando dice: “Y tú misma verás que todas las cosas acabará bien”, como diciendo: “Acéptalo ahora en fe y confianza, y al final lo verás realmente en la plenitud de la alegría”.
Hay una obra que la santísima Trinidad realizará el último día, según yo lo vi. Pero qué será esta obra y cómo será realizada es algo desconocido para toda criatura inferior a Cristo, y así será hasta que la obra se lleve a cabo… Y quiere que lo sepamos porque quiere que nuestras almas estén sosegadas y en paz en el amor, sin hacer caso de ninguna preocupación que pudiera impedir nuestra verdadera alegría en él.
Esta es la gran obra ordenada por Dios desde antes del principio, tesoro profundamente escondido en su seno bendito, conocido sólo por él, obra por la que hará que todo termine bien. Pues así como la santísima Trinidad creó todas las cosas de la nada, así la misma santísima Trinidad hará buenas todas las cosas que no lo son. Quedé profundamente maravillada en esta visión, y contemplaba nuestra fe con esto en la mente: “Nuestra fe se fundamenta en la palabra de Dios, y pertenece a nuestra fe que creamos que la palabra de Dios será preservada en todas las cosas”."


                                                        Juliana de Norwich, Revelaciones del amor divino


                                                               Margarita Porete
                                         
Aquí se habla de la substancia permanente y de cómo Amor engendra en el Alma la Trinidad.

Hay una substancia permanente, una fruición agradable, una amorosa conjunción. El Padre es substancia permanente, el Hijo, fruición agradable, el Espíritu Santo, amorosa conjunción, y esta última procede por amor divino de la substancia eterna y la agradable fruición.

El Alma: ¡Ah, Unidad! –dice el Alma poseída por la Divina Bondad–,engendráis unidad y esta unidad refleja su ardor en unidad. Y el divino amor de unidad engendra en el Alma anonadada, en el Alma liberada, en el Alma clarificada, substancia permanente, fruición agradable y amorosa conjunción. Por la substancia permanente la memoria tiene la potencia del Padre. Por la agradable fruición el entendimiento tiene la sapiencia del Hijo. Por la amorosa conjunción la voluntad tiene la bondad del Espíritu Santo. Bondad del Espíritu Santo que la une en el amor del Padre y del Hijo. Y esa unión lleva al Alma al ser-sin-ser que es el Ser. Y ese Ser es el propio Espíritu Santo que es el amor del Padre y del Hijo. Amor del Espíritu Santo que fluye en el Alma esparciéndose en una abundancia de delicias de un elevadísimo don otorgado por una selecta y magistral unión con el soberano Amante, que simple se da y simple se hace. Y se da simple para mostrar que nada existe sino él, de quien toda cosa tiene su ser. Y así nada hay más que él, en amor de luz, de unión, de alabanza: una voluntad, un amor, y una obra en dos naturalezas. Una sola bondad por conjunción de la fuerza transformadora del amor de mi Amigo –dice esta Alma que tal es– e ilimitado dominio del expandimiento del divino amor. De este divino amor usa la Divina Voluntad en mí, para mí, y sin que yo lo posea.

                                                                   Margarita Porete, El espejo de las almas simples


Ojalá podamos acabar nuestra vida y empezar la Vida, retornar a la Casa del Padre, de la mano del Hijo, con la guía del Espíritu Santo, como Margarita Porete culmina el libro que la llevó a la hoguera que hacen los hombres asustados y dormidos. Llamas que queman y consumen, no como las que ardían/arden en su corazón y en el de Juliana de Norwich, llamas estas que arden sin quemar, verdadera llama de amor viva.
Así termina El espejo de las almas simples:

Por ello os digo, para concluir, que si Dios os ha dado elevada creación, luz excelente y singular amor, sed fecundos y multiplicad sin desfallecimiento esa creación, pues sus dos ojos os contemplan sin cesar y, si consideráis y contempláis esto correctamente, esa mirada hace ser simple al Alma. Deo gratias.
                                                                           Explicit

Por el que ha escrito este libro
os pido de todo corazón
que al Padre, el Hijo y al Espíritu Santo
roguéis, y a la virgen María,
para que después de su vida presente
en compañía de los ángeles
pueda rendirles gracias y alabanzas.
Amén


                                             Talking about a revolution, Tracy Chapman


Mujeres revolucionarias que hablan del Misterio en susurros, como la inspiración -ruah- del Espíritu, para los que tienen oídos que oyen y ojos que ven, más allá de los sentidos físicos.

Revolución, del latín revolutio. Vuelta, cambio radical, de raíz, arráncate de raíz y plántate en el mar (Lucas 17, 6), transformación, conversión, teshuvah, metanoia, todo nuevo... He aquí, yo hago nuevas todas las cosas (Apocalipsis 21, 5)...

                                                                           ***

La Trinidad es lo único necesario, el Valor supremo. Lo que se pone en juego en toda vida humana es la Trinidad ganada o perdida para siempre.
La historia del mundo es un drama de redención; para unos acabará todo con la visión de Dios, para otros con una desesperación eterna… ¡Cómo cambiaría todo si supiésemos comprender que, a través de nuestros pasos diarios, prosigue la subida de las almas hacia la inmutable Trinidad! Sería preciso colocar en todas las encrucijadas de nuestras grandes ciudades un cartel o una flecha indicadora que nos indicara el porqué del mundo y de nuestra vida. Dirección única: LA TRINIDAD.

                                                                                                                      M. M. Philipon

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