Gratis habéis recibido, dad gratis. Mateo, 10, 8










viernes, 23 de diciembre de 2016

Tregua de Navidad. Debemos callar


Evangelio de Juan 1, 1-1

En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio junto a Dios. Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz. El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo. En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció. Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron. Pero a todos los que lo recibieron, les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios. Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Este era de quien yo dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo». Pues de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado.


Nacimiento de Jesús
                                                     Nacimiento de Jesús, Giotto


Una vez más, un cruce de miradas de los dos blogs, que quieren fundirse en la mirada de ese otro "blog" que quiero escribir en el Vacío con el lenguaje de los pájaros o el idioma primordial, donde la Palabra, el Verbo, Es desde siempre y nos crea una y otra vez.
Nos despedimos aquí hasta el Año Nuevo, que será un comenzar definitivo desde ese Origen Santo que es inicio y es a la vez meta. Alfa y Omega, resignificación de todo a la luz de la Luz que nos transmite la Vida verdadera y hace nuevas todas las cosas.



                                           Silent night, Andrea Bocelli y Frank Sinatra

Silent night, dice la canción de Navidad… ¿Estamos preparando esa noche silenciosa y serena donde nacerá el Niño Divino en cada uno de nuestros corazones? Dice Anselm Grüm que un buen criterio para valorar la veracidad de una persona es su capacidad y su disposición a exponerse a la quietud y al silencio. Porque muchos, casi todos a veces, encubrimos la verdad con palabras. Ocultamos el silencio, lo arrinconamos en vidas llenas de cháchara, vanidad y mentiras. ¿Cómo salir en ese estado al encuentro de la Verdad y la Vida?

Noche silenciosa, Noche santa que viene para los que puedan vivirla… Hace falta callar, vaciarse, pacificarse por dentro para estar disponibles, preparados para recibir y acoger el Misterio.  

¿Estamos listos para callar? ¿Estamos receptivos para escuchar? ¿A los demás, al propio corazón, al Misterio? ¿O la Navidad pasará de largo, al ver las guerras interiores y exteriores, que son siempre eco, reflejo, consecuencia de las primeras?


                                 Algunos de los soldados que vivieron la "Tregua de Navidad"
          
           El día 24 de Diciembre de 1914 transcurrió con una inédita calma en el frente occidental, la artillería no sonaba y no se produjo ninguna ofensiva importante. Por la noche las trincheras alemanas se iluminaron con todos los adornos navideños llegados al frente por orden del Kaiser, que quería elevar la moral de su ejército. Tras las luces llegaron los villancicos, y el inevitable, "Noche de paz". Los soldados británicos y franceses, sorprendidos, pronto se unieron a los cantos y las dos trincheras fueron turnándose, intercambiando villancicos y felicitaciones.
           A la mañana siguiente, 25 de Diciembre, Navidad, el espíritu de paz y armonía prosiguió. Los soldados alemanes salieron de sus trincheras ondeando banderas blancas. Los británicos salieron a su encuentro.
              Estamos unidos, aunque no seamos conscientes de ello y, como siempre sucede, lo que uno piensa, siente y hace tiene repercusiones en los demás y en esa Unidad que somos. Por eso, el espíritu navideño se extendió por buena parte del frente occidental. En algunos sectores, la tregua siguió hasta Año Nuevo e incluso hasta febrero.

La tregua de navidad de 1915 durante la 1ª Guerra Mundial
                                                      Daily Mirror, 5 de enero de 2015

Hace dos años encontraron la carta que Willie Loasby, el soldado británico, escribió a su madre en 1914, contándole cómo, venciendo el miedo, propuso a los soldados alemanes atrincherados a escasos metros de los británicos, una tregua de un día para celebrar juntos la Navidad. Su iniciativa detuvo la guerra. Sí, la paró un hombre solo, al menos la batalla en la que él combatía, que es lo que importa, y lo que podemos hacer cada uno de nosotros.

                                      La carta que Willie Loasby escribió a lápiz a su madre

Todos podemos detener la guerra que sucede dentro y fuera de nosotros. Basta pensarlo, quererlo y actuar en consecuencia. Pactemos una tregua allí donde nacen las hostilidades que asolan el planeta: en tu corazón y mi corazón. Porque la Paz viene a nuestro encuentro en la figura de un Niño. Que no nos avergoncemos al sentir su mirada sobre nuestra locura. Aún estamos a tiempo de recuperar la calma. Preparemos el Silencio de la Noche Santa.

                                   Feliz Navidad (2005). Escenas de la película de Christian Carion


              Que Jesús nazca en nuestros corazones y se quede para siempre. Él hará todo nuevo y habitaremos la nueva tierra de paz, amor, justicia y libertad que el Padre soñó antes de todos los tiempos.
              Digamos con Zacarías: Nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz (Lucas 1, 78-79).


                                                    Adeste fideles, Juan Diego Flórez


"Por Navidad celebramos un triple nacimiento… El primero y más sublime es el nacimiento del Hijo único engendrado por el Padre celestial en la esencia divina, en la distinción de las personas. El segundo nacimiento en el que tiene lugar a través de una madre, la cual, en su fecundidad ha conservado la pureza absoluta de su castidad virginal. El tercero es aquel a través del cual Dios, todos los días y a todas horas, nace en verdad, espiritualmente, por la gracia y el amor, en un alma buena. Por este tercer nacimiento es por lo que no debe quedar en nosotros más que una búsqueda simple y pura de Dios, sin ningún otro deseo que el de no tener nada propio…, con la única voluntad de ser de él, de darle cabida en nosotros de la manera más elevada, la más íntima con él, para que él pueda llevar a cabo su obra y nacer en nosotros sin que interponga amos ningún obstáculo… Por eso San Agustín nos dice: “Vacíate para que puedas ser llenado; sal para poder entrar”, y en otra parte: “Oh tú, alma noble, noble criatura, ¿por qué buscas fuera de ti al que está en ti, todo entero, de la manera más real y manifiesta? Y puesto que tú participas de la naturaleza divina, ¿qué te importan las cosas creadas y qué tienes que hacer con ellas?”. Si el hombre preparara así el lugar en el fondo de sí mismo, Dios, sin duda alguna, estaría obligado a llenarlo y completamente; si no fuera así, el cielo se rompería para llenar el vacío. Dios no puede dejar las cosas vacías; eso sería contrario a su naturaleza, a su justicia.
Por eso debes callarte; entonces, la palabra de este nacimiento, podrá ser pronunciada en ti y tú podrás escucharla. Pero debes estar seguro que, si quieres hablar, él debe callarse. No se puede servir mejor al Verbo que escuchándole y callándose. Si tú, pues, sales completamente de ti mismo, Dios entrará todo entero; tanto en cuanto tú sales, él entra, ni más ni menos.”

                                                                                                                   Juan Taulero

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