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sábado, 7 de febrero de 2015

Para eso hemos venido. BSR XI


Evangelio de Marcos 1, 29-39    
En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama, con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la tomó de la mano y la levantó. Y la fiebre la dejó y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y poseídos. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían no les permitía hablar.  Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron: Todo el mundo te busca”. Él les respondió: Vamonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he venido”. Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.


Somos enfermos, poseídos, dormidos, muertos, cuando olvidamos nuestro Ser verdadero y nos proyectamos en las experiencias, la siempre inútil búsqueda exterior, en el mundo del que no somos.
Sanamos, nos liberamos, despertamos, resucitamos, cuando recordamos nuestro Origen y Destino, el Ser original que somos y decidimos volver a casa.

En El Mago de Oz, Dorothy junta los chapines por los talones tres veces. Entonces cierra el tiempo, esa apertura temporal que es la lupa de la distorsión (vid. Alejandra Casado y Jean Pierre Garnier Malet), y regresa a su hogar. Antes, le dice al hada: parece mentira que sea tan sencillo. ¡Y lo es! 

Vivamos en oración continua, en el silencio que nos reconecta con lo que somos. Sosegados, sabiendo que Él es Dios. Choquemos los chapines tres veces, cambiemos de percepción, cerremos el tiempo y volvamos a casa.

            Alma mía, recobra tu calma, que el Señor escucha tu voz… En el alma, en el sueño, somos débiles, vulnerables, virtuales, regidos por el miedo a perder o a equivocarnos. Conectando con la Esencia original, somos libres, fuertes, reales, invulnerables, pura abundancia que se expande, transparencia de la Luz, la materia iluminada. Sin miedo, sin deseo, recuerdo de Sí, olvido de sí. Porque el sí mismo es miedo, duda, conflicto, defensa, ataque, mentira; y el Sí Mismo, la Esencia, el Ser, es plenitud, unión, libertad, verdad.


 
El Mago de Oz (1939), King Vidor y otros 

Para los que estén estudiando y aplicando la Perspectiva universal del desdoblamiento de los tiempos (vid. Alejandra Casado), esto lo escribí una mañana, al despertar del sueño paradoxal (vid. Jean Pierre Garnier Malet): 

Me he dispersado, fragmentado en mil multiversos porque no sabía cómo hacer vibrar la nota que soy ni conocía la escala que vine a interpretar; me perdí en los intervalos... Busco mi nota: 0.0, Jesucristo, Esencia Original, Meta inequívoca si hago la torsión que anula toda distorsión, el gesto que dibuja el eje vertical de la Cruz. En Él me integro, me reconozco y entrego lo disperso, lo incompleto, lo postergado, todas las proyecciones, al mejor de mis futuros, mi única opción, Jesucristo,  para que Él lo transmute, lo complete, lo convierta en combustible para el viaje de vuelta a Casa.
Porque lo que he hecho durante tantos años, tantos círculos planos en la experiencia, era cantar una y otra vez la misma canción. Es hora de callar, olvidar esa canción cansina, para entonar el Canto.
Los números de la dispersión y la lógica divergente de la protección, la defensa y la seguridad, se transforman en palabras, las palabras del canto, del cantar. Sólo canto mi cantar a quien conmigo va… El Cantar de los cantares; vida-muerte; Amado-sulamita, comunión de las aguas, Amor.
Tarde te amé hermosura siempre antigua, siempre nueva, tarde te amé… La hermosura es Él, y amarle –nunca es tarde–  es olvidar la distorsión, la locura de creerme separada de Él.
 
 
 
Somewhere over the rainbow
El Mago de Oz (1939), King Vidor y otros
 

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