Silent night, Frank Sinatra
Silent night, dice la canción de Navidad…
¿Estamos preparando esa noche silenciosa y serena donde nacerá el Niño Divino
en cada uno de nuestros corazones? Dice
Anselm Grüm que un buen
criterio para valorar la veracidad de una persona es su capacidad y su
disposición a exponerse a la quietud y al silencio. Porque muchos, casi todos a
veces, encubrimos la verdad con palabras. Ocultamos el silencio, lo
arrinconamos en vidas llenas de cháchara, vanidad y mentiras. ¿Cómo salir en
ese estado al encuentro de la Verdad y la Vida?
Noche silenciosa, Noche santa que viene
para los que puedan vivirla… Hace falta callar, vaciarse, pacificarse por
dentro para estar disponibles, preparados para recibir y acoger el Misterio.
¿Estamos listos para callar? ¿Estamos
receptivos para escuchar? ¿A los demás, al propio corazón, al Misterio? ¿O la Navidad
pasará de largo, al ver las guerras interiores y exteriores, que son siempre eco,
reflejo, consecuencia de las primeras?
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El día 24 de Diciembre de 1914 transcurrió con una inédita calma en el frente occidental, la artillería no sonaba y no se produjo ninguna ofensiva importante. Por la noche las trincheras alemanas se iluminaron con todos los adornos navideños llegados al frente por orden del Kaiser, que quería elevar la moral de su ejército. Tras las luces llegaron los villancicos, y el inevitable, "Noche de paz". Los soldados británicos y franceses, sorprendidos, pronto se unieron a los cantos y las dos trincheras fueron turnándose, intercambiando villancicos y felicitaciones.
A la mañana siguiente, 25 de Diciembre, Navidad, el espíritu de paz y armonía prosiguió. Los soldados alemanes salieron de sus trincheras ondeando banderas blancas. Los británicos salieron a su encuentro.
Estamos unidos, aunque no seamos conscientes de ello y, como siempre sucede, lo que uno piensa, siente y hace tiene repercusiones en los demás y en esa Unidad que somos. Por eso, el espíritu navideño se extendió por buena parte del frente occidental. En algunos sectores, la tregua siguió hasta Año Nuevo e incluso hasta febrero.
Estamos unidos, aunque no seamos conscientes de ello y, como siempre sucede, lo que uno piensa, siente y hace tiene repercusiones en los demás y en esa Unidad que somos. Por eso, el espíritu navideño se extendió por buena parte del frente occidental. En algunos sectores, la tregua siguió hasta Año Nuevo e incluso hasta febrero.
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Hace un año encontraron la carta que Willie
Loasby, el soldado británico, escribió a su madre en 1914, contándole cómo,
venciendo el miedo, propuso a los soldados alemanes atrincherados a escasos
metros de los británicos, una tregua de un día para celebrar juntos la Navidad.
Su iniciativa detuvo la guerra. Sí, la paró un hombre solo, al menos la batalla en la que él combatía, que
es lo que importa, y lo que podemos hacer cada uno de nosotros.
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Todos podemos detener la guerra que
sucede dentro y fuera de nosotros. Basta pensarlo, quererlo y actuar en consecuencia.
Pactemos una tregua allí donde nacen las hostilidades que asolan el planeta: en
tu corazón y mi corazón. Porque la Paz viene a nuestro encuentro en la figura
de un Niño. Que no nos avergoncemos al sentir su mirada sobre nuestra locura. Aún
estamos a tiempo de recuperar la calma. Preparemos el Silencio de la Noche
Santa.
Feliz Navidad (2005). Escenas de la película de Christian Carion
Que Jesús nazca en nuestros corazones y se quede para siempre. Él hará todo nuevo y habitaremos la nueva tierra de paz, amor, justicia y libertad que el Padre soñó antes de todos los tiempos.
Digamos con Zacarías: Nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz (Lucas 1, 78-79).
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