Evangelio según san Lucas 1, 39-56
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| La Asunción de la Virgen, Annibale Carracci |
Evangelio según san Lucas 1, 39-56
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| La Asunción de la Virgen, Annibale Carracci |
Evangelio según san Lucas 12,13-21
Parábola del rico necio, David TeniersSi Jesús nos llama: “¡Levantaos, vayámonos de aquí!”, ¿quién será tan necio para consentir quedarse con los muertos en el sepulcro y permanecer entre los enterrados? Cada vez, pues, que el mundo quiera retenerte, acuérdate de la palabra de Cristo: “¡Levantaos, vayámonos de aquí!”. Filomeno de Mabboug
Necio: esta noche te van a reclamar el alma. Recuérdalo cada día. No vivas creyéndote eterno y dando importancia a lo transitorio, sino sabiendo que esto es una mala noche en una mala posada.
Ayer estuve en una Hora Santa. Cuando adoro al Santísimo, busco a Jesús de Nazaret en Él y sé que ahí está, y el Verbo increado, y el Sol de justicia, y el Señor de la Parusía. Todo en Él. Es la joya, el tesoro de nuestra vida y del universo. Que otros se pongan joyas; yo me pongo en la Joya, con toda mi miseria, que Él transforma en oro. Que otros se intenten poner guapos o jóvenes, cuando Cronos se muestra despiadado; yo me pongo en la Belleza y la fuente de la verdadera juventud. Ya no me quiero poner nada; me pongo en Él. Que otros se enriquezcan y acumulen; yo escojo la Abundancia infinita que nos quiere dar el dueño de Todo.
La actitud del rico insensato que debemos reconocer en cada uno, para desterrarla de nuestro corazón, no consiste solo en acumular riqueza y bienes materiales, sino, sobre todo, en acumular posibilidades aquí, en la representación del mundo que pasa, planes y proyectos que diseñamos con nuestra voluntad humana, contaminada de soberbia. Escojamos la única posibilidad: la vida en Cristo, Camino, Verdad y Vida. Entonces tendremos Todo, y podremos descansar en el gozo del Señor, mientras seguimos en esta vida terrena y en la eterna.
Dentro de muy poco viene el juicio particular de cada uno. Nos jugamos el alma y el grado de verdad, bondad, belleza y dicha que tendremos, porque hay muchas moradas. Vivamos ya para ese juicio, pero no solo como el gran negocio, como decía san Ignacio de Loyola, sino como una respuesta al amor, y como el mejor modo de amar a los que nos han sido confiados. Porque la única herencia que importa es la heredad eterna.
Gánala para los tuyos con la gracia de Dios y para Su gloria. Vive ya para la Vida. El dueño de Todo quiere compartirlo contigo, pero, a cambio, pide tu corazón. Solo quiere que cumplas el mandamiento del amor y se cumple amando, pero, primero, escuchando. Ese es tu legado: escuchar para que escuchen. Cristo en ti y tú en Cristo, manifestándolo cada día, aunque los necios no lo vean.
Que cuando llegue la hora, no escuches: “Necio, ¿para quién será?”, sino: “Hoy estarás conmigo en el paraíso.” Vive de tal modo que no lamentes haber perdido el tiempo que te dieron para amar, porque hayas logrado que todo en ti y en tu entorno sea amor.