Evangelio según san Marcos 1,1-8
Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Como está escrito en el profeta Isaías: «Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos".» Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.»
El Bautismo de Jesús, Murillo |
El mundo puede cambiar
si vosotros cambiáis. Si os convertís en el hombre nuevo, haréis posible al
mundo nuevo; y en el Evangelio tenéis todas las luces y las fuerzas necesarias
para crear, el uno por medio del otro, al hombre nuevo y al mundo nuevo.
Padre Gatry
Adviento, tiempo de esperanza y alegría, de ponernos en pie, de alzar la cabeza, de atrevernos. ¿Qué nos detiene?, ¿qué nos estorba?, ¿qué nos impide caminar al encuentro del que viene? Ver esos obstáculos es ya un gran paso para liberarse y estar disponible para ser un instrumento fiel, olvidarse de uno mismo para pensar en el otro y en el Otro. Verlo nos expande, nos abre perspectivas, nos quita lastre, nos libera, recordándonos que estamos en el mundo pero no somos del mundo…
Adviento, presencia, aquí y ahora, vigilantes despiertos, vivos y reales, sabiéndonos ya liberados de la muerte por Aquel que está viniendo.
Adviento, fidelidad, promesa cumplida, confianza, alegría, amor. Tiempo para recordar que ya somos libres y hemos de vivir conscientes de serlo. La libertad es ausencia de miedo y no temer es la raíz de la alegría. Él es por eso: libertador, salvador, defensor, roca, motivo de dicha. Libre, el que no teme y por eso puede estar en paz, y sentir alegría.
VOZ QUE ANUNCIA A LA PALABRA
El desierto es mi hogar y mi destino.
¿Quién no atraviesa en su vida un desierto?
Pero el mío ha sido mi morada,
paisaje desnudo para el asceta,
arena infinita para el precursor.
Profeta de la Luz,
heraldo de la Vida, eso soy yo,
desde este espacio yermo
que me abrasa de día
y de noche congela hasta las lágrimas.
Cómo hubiera seguido tus pasos
si otra hubiera sido mi misión;
habría aprendido a bailar y reír,
para poder predicar la alegría del Reino.
Mas debía seguir en mi desierto,
exhortando a la conversión.
Quién pudiera ser de pecadores
el consuelo, el refugio, el defensor,
y no el hostigador, y no el azote,
y no el recuerdo ingrato de las penas
para el que no quiere ser
ciudadano del Reino de la alegría.
Por eso pregunté si eras tú,
desde el ventanuco de mi cárcel postrera,
no porque lo dudara, era una forma
de acercarme a tu grupo
de discípulos fieles, compartir
desde la distancia del cautivo
vuestra amistad, vuestro entusiasmo.
Qué ingrato y qué difícil mi papel,
lejos del Maestro, pero anunciándole.
Te bauticé porque me lo pediste,
con estas manos ásperas
de asceta solitario,
del último del Reino de los Cielos,
yo, Juan, que, desde el seno de mi madre,
en el seno de la Tuya te reconocí.
Yo soy la voz que clama en el desierto
y anuncia la Palabra que eres Tú,
Verbo eterno, Palabra
definitiva del Padre, ven Jesús,
sigue viniendo, yo, Juan,
el último del Reino,
no dejo de anunciarte y proclamar
que eres Señor.
Cantata de Adviento, J. S. Bach
“Cuando buscamos una palabra en un
gran diccionario tardamos en llegar a ella, pues nos solicitan tantas imágenes
y palabras que a menudo ni siquiera nos acordamos de lo que buscamos y volvemos
a cerrar el libro, cansados, dispersos, vacíos y tan ignorantes como antes.
Satán es la distracción en la
multitud de las cosas creadas por el hombre en el mundo, que nos impide ir
directamente hacia Dios. Por eso se le llama el tentador.
La dificultad es grande, pues hay que
tener los ojos bien abiertos para buscar la palabra, estamos obligados a ver
las demás palabras, y hay que tener mucho atrevimiento y determinación para no
hacer caso y seguir recto hacia la palabra clave, ¡al reino de Dios que nos da
todo lo demás por añadidura! Pues se busca toda esa añadidura en el polvo de
las palabras infinitas e inasible en; saber mirar el mundo y no verlo.”
Louis Cattiaux da en el centro de la
diana, con una reflexión que nos recuerda la locura, cada vez más
evidente, de estos últimos tiempos. Él habla de palabras y diccionarios, pero
lo podemos ver también en los centros comerciales, en las alienantes redes sociales, en
las diabólicas estrategias comerciales de la red. “Red”, qué acertada palabra
para esta Matrix que nos esclaviza,
nos aturde, nos convierte en camada de
víboras, en árbol estéril, en paja que se quemará. Escuchemos a Juan el
Bautista hoy, Segundo Domingo de Adviento. Escuchémosle hoy, siempre es hoy,
porque aún estamos a tiempo de ser trigo o árbol que da buen fruto.
Liberémonos de todo lo que obstaculiza el camino al Señor, que ya viene. Soltar, limpiar, vaciar... Dejemos de ordenar las sillas del Titanic, pues así discurre nuestra vida tantas
veces. Ese no querer perderse nada de lo que el mundo ofrece, que nos lleva a
perder el alma y la vida eterna. Dejemos de estar encandilados con las
preciosas sillas del Titanic. Que otros las ordenen, admiren y adornen, si
quieren, que las sigan hasta el légamo oscuro y frío donde acaban todos los naufragios. Pongámonos nosotros manos a la obra para ordenar nuestra alma, con la mirada puesta en María, la Estrella de la Mañana. Ella nos guía hacia la orilla donde Jesús nos espera.
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