Evangelio según San Juan 1, 35-42
En
aquel tiempo estaba Juan con dos de sus discípulos y fijándose en Jesús que
pasaba, dijo: “Este es el cordero de Dios”. Los dos discípulos oyeron sus
palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y al ver que lo seguían, les
preguntó: “¿Qué buscáis?” Ellos le contestaron: “Rabí (que significa Maestro),
¿dónde vives?” Él les dijo: “Venid y veréis”. Entonces fueron, vieron dónde
vivía, y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde. Andrés,
hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a
Jesús; encontró primero a su hermano Simón y le dijo: “Hemos encontrado al
Mesías (que significa Cristo)”. Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y
le dijo: “Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que significa
Pedro)”.
El día de tu muerte sucederá que lo que tú posees en
este mundo pasará a manos de otra persona. Pero lo que tú eres será tuyo por
siempre.
Henry Van Dyke
¿Cómo hemos vivido la Navidad? ¿Hemos
dejado que nos transforme e iniciamos el 2018 como hombres y mujeres renacidos? (www.viaamoris.blogspot.com)
Saber dónde vive, ver dónde vive, vivir con Él, ser en Él. Vivir en gracia es ya posible con Aquel que es la Gracia y la Verdad y
nos hace luz del mundo. Yo
soy el Camino, la Verdad y la Vida, nos dice cada día, cada instante.
Conscientes de esta verdad, nos
liberamos de la incoherencia y el sueño, el olvido y el pecado (en arameo
significa errar el tiro). Que nunca tengamos que escuchar las escalofriantes palabras que
escuchó Gawain, el sobrino del rey Arturo.
Entonces
el hombre bueno llamó a Gawain, y le dijo:
-Mucho
tiempo ha pasado desde que fuiste hecho caballero, y desde entonces nunca
serviste a tu Creador; y ahora eres un árbol tan viejo que no hay en ti hoja ni
fruto; así que piensa que rendirás a Nuestro Señor la pura corteza, ya que el
demonio tiene las hojas y el fruto.
La muerte de Arturo, sir Thomas Malory
Si vivimos recordando que somos hijos de Dios, hermanos del Niño Divino,
el Rey del Universo que aún evocamos en el pesebre, sabremos dónde vive y viviremos con Él y Él con nosotros (Emmanuel). Entonces no fallará nuestra puntería,
no erraremos el tiro ni confundiremos lo infinito con lo perecedero, lo
absoluto con lo limitado, no equivocaremos el camino. Pero si lo olvidamos, nos basta Su gracia para recordar dónde vive y pedirle que nos deje quedarnos de nuevo con Él, en Él.
Maestro, ¿dónde
vives? ¿Dónde piensas, sientes, sueñas, confías? ¿Qué rodea tus
pensamientos, tus sentimientos, tus anhelos? ¿Cómo es la luz de tu casa, el silencio
y el espacio de tu casa? Muéstranos tu Casa infinita, donde todos cabemos.
Enséñanos a liberarnos de nuestras oscuras madrigueras, de los pensamientos
raquíticos, los sentimientos mezquinos, de los sótanos húmedos y los trasteros
polvorientos donde malvivimos. Tu Casa es enorme, inmensa, llena de luz y vida,
tan diferente de las nuestras, mugrientas y en ruinas. Haz que deseemos
quedarnos contigo, toda la tarde, toda la eternidad. Juan y Andrés llegaron a
la hora décima, acoge a estos rezagados de la hora undécima que ya se acaba… Venid
y veréis, nos dices, invitándonos de nuevo al encuentro contigo, que es la
antesala de la vida verdadera, eterna, plena, dichosa, pase lo que pase aquí,
en esta representación que se derrumba.
Buscadme y viviréis, Marcos Vidal
Un santo es una persona que ha descubierto su deseo más profundo. Entonces “hace lo que quiere”, que es también lo que quiere Dios. Su voluntad y la voluntad de Dios están en armonía, de modo que su vida se caracteriza por una paz, tranquilidad, libertad y alegría continuas, incluso –quizá especialmente– en las crisis y el sufrimiento.
Gerard W. Hughes
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