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sábado, 28 de noviembre de 2020

Adviento. El Señor viene


Evangelio de Marcos 13, 33-37  

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje, y dejó su casa y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad, entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer: no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: ¡Velad!


                                          Rorate Coeli, Canto gregoriano para el Adviento


Mira, estoy de pie a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo.

                                                                                                         Apocalipsis 3, 20
Durmiendo yo, mi corazón velaba.
Y en esto, la voz de mi amado que llama…

                                                                                    Cantar de los cantares, 5, 2

Entre los primeros cristianos nació una expresión Maranatha, ¡Señor nuestro, ven! traducción al griego de una palabra  aramea. En indicativo, marán athá, el Señor viene. En esta expresión, que la liturgia repite continuamente estos días, se resume el sentido del Adviento.

Comprender y vivir el  Adviento consiste en descubrir que Él viene, que siempre está viniendo. Es darse cuenta de esta realidad, despertar del sueño que nos mantiene en una espera pasiva de que algo externo, espectacular y evidente, nos salve.

Ya estamos salvados; llevamos la Salvación escrita en nuestro ADN desde el Misterio del Calvario. Él viene, está a la puerta y llama… La Salvación está ya en ti, en mí. No hay nada que hacer, ningún mérito que conseguir, solo despertar y darse cuenta de esta experiencia de salvación y liberación que ya Es. Emmanuel: Dios con nosotros

                                                    MARANATHA                                             
            
            Si logro estar alerta, me descubro:
            soy atención serena y sostenida,
            soy la mirada fiel, soy el aliento
            de una respiración que me respira,
            devolviendo mi esencia al universo.
            Si logro estar alerta, Le descubro:
            es todo para mí,
            soy todo para Él.
            Soy real en el centro de mi ausencia,
            presencia Suya al fin
            y para siempre.

El dueño de la casa siempre está viniendo. Está a la puerta. Pero no le oímos, ni siquiera vemos que hay una puerta. Porque no es una puerta normal, no divide dentro y fuera, interior y exterior; no divide…  Es la puerta del darse cuenta, de estar atento, vigilante, despierto, la puerta de la consciencia que permite a cada uno/todos/Uno volver al Centro, desprenderse de lo falso para reconocerse en el Ser, único, indivisible, real, eterno www.viaamoris.blogspot.com.

La pereza, el miedo, la ambición, el egoísmo, todo lo que genera la voluntad humana separada de la Voluntad Divina es muerte, mentira, trampa diabólica que nos roba la atención necesaria para mantenernos unidos a Jesucristo, nuestra verdadera vida. Él nos salvó y mucho más. Para salvarnos habría bastado una palabra, una gota acaso de Su Sangre preciosísima. Pero vino a hacer algo infinitamente más grandioso que salvarnos; vino a devolvernos la Vida Divina.

En espíritu y en verdad… Si traducimos literalmente del griego: en pneumati kai aletheia: en la respiración (en pneumati, de pneuma, el aliento, rouah en hebreo) y en la vigilancia (a-letheia, sin lethè, sin sueño, sin letargo). Empezamos el nuevo año, como acabamos el anterior, con una llamada a vigilar, velar, mantenernos en pie y despiertos. Vigilancia en griego es a-letheia, sin lethè, sin sueño, sin letargo. Hemos de vivir despiertos, vigilando, atentos a la Voluntad de Dios obrando en nosotros para darnos Su Vida.

Adviento, tiempo de estar alerta como nunca, tiempo de velar. Porque cuando nos dormimos, volvemos a poner la mente y el corazón en los afanes del mundo, abandonando ese estado de vigilancia y verdad y nuestra voluntad caída nos arrastra de nuevo al camino de sombras y de muerte.

Pero la Voluntad de Dios, que nos lleva a la Vida en plenitud nunca nos abandona; somos nosotros los que podemos olvidarla. Si nos mantenemos atentos, despiertos, vigilantes, será Jesús Quien viva en nosotros, como nosotros vivimos en Él. Es la Verdad en la que somos, que configura nuestra identidad y nos llena de amor porque es más íntima a mí que yo misma.  

El Evangelio de hoy es una nueva llamada a despertar, vigilar, estar atentos, de pie, la cabeza levantada, el ánimo resuelto, porque el Libertador, el que era, el que es, el que viene (Apocalipsis 1, 8; 4, 8), es Vida nuestra.


Estoy a la puerta y llamo, Jesed


Algunos pensamientos de Imitación de Cristo de Thomas Kempis, que nos animan a velar:
            Así habías de conducirte en toda obra y pensamiento, como si hoy hubieses de morir.
            Si no estás dispuesto hoy, ¿cómo lo estarás mañana? Mañana es día incierto; y ¿qué sabes si amanecerás mañana?
            ¡Ojalá hubiéramos vivido siquiera un día bien en este mundo!
            Bienaventurado el que tiene siempre la hora de la muerte delante de sus ojos y se dispone cada día a morir.

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