Evangelio
según san Lucas 4, 1-13
En aquel tiempo, Jesús, lleno del
Espíritu Santo, volvió del Jordán y durante cuarenta días, el Espíritu lo fue
llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo. Todo aquel tiempo
estuvo sin comer, y al final sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: “Si
eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.” Jesús le
contestó: “Está escrito: No sólo de pan vive el hombre”. Después, llevándole a
lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le
dijo: “Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y
yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mi, todo será tuyo.” Jesús
le contestó: “Está escrito: Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás
culto”. Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le
dijo: Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito:
“Encargará a los ángeles que cuiden de ti”, y también: “Te sostendrán en sus
manos, para que tu pie no tropiece con las piedras”. Jesús le contestó: Está
mandado: “No tentarás al Señor, tu Dios”. Completadas las tentaciones, el
demonio se marchó hasta otra ocasión.
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Acostúmbrate, hijo, al desierto.
Joseph
Brodsky
El
miércoles pasado, Miércoles de Ceniza comenzamos la Cuaresma, tiempo de
transformación, de volver a lo esencial, abandonando todo lo que nos aparta del
Camino, la Verdad y la Vida. Cuaresma, desierto, tiempo de soltar, dejar ir, tiempo de desnudarse, no solo de todo lo exterior a uno mismo, sino también, y sobre todo, desnudarse de la propia voluntad cuando no coincide con la voluntad de Dios (www.viaamoris.blogspot.com ).
Transformarse,
convertirse, dejar de mirar solo lo temporal, lo material, las realidades
perecederas del mundo para mirar en la dirección contraria, hacia
lo verdadero, lo eterno, lo Real.
Conversión,
en griego metanoia, significa volverse, darse la vuelta hacia la versión original que hemos olvidado. Es un
movimiento interior de transformación de mente, corazón y actitud, que cambia
los significados y el sentido de la vida.
Metanoia,
teshuvá en hebreo,
conversión, arrepentimiento… Todas estas palabras señalan a ese gesto o cambio
de mente y de corazón que permite mirar de un modo nuevo, no ya a la manera
egoísta del mundo, sino a la manera generosa, abierta y disponible de Jesús.
Solo se puede experimentar la
conversión cuando se está dispuesto a dar ese paso decisivo, cuando uno se
atreve, en lo más recóndito de su ser a rechazar para
siempre lo que sobra en su vida, para ser recreado en una nueva dimensión, la
real, eterna.
La palabra arrepentimiento suscita a veces cierta
repulsa, pero su significado verdadero, volverse, cambiar de mente, no tiene
nada que ver con el remordimiento: volver a morder (se). El
arrepentimiento consciente es el fuego purificador donde el ser humano se
acrisola y se transforma. No podemos esperar a ser perfectos para amar lo
bueno, lo bello, lo verdadero. De ese amor a lo Perfecto, desde nuestra
evidente imperfección, nace el arrepentimiento consciente, sincero,
transformador y liberador.
Escenas de La Biblia: Jesús, 1999
No te disperses, suelta, vacíate,
desnúdate, adéntrate en el desierto, ve a la esencia, a lo real, decidido, libre. Mira la Cruz que te eleva, te
levanta, te iza, te realiza. Su trazado es el diseño del infinito Amor que te transforma en lo que olvidaste:
eternidad, vida verdadera, pregunta y respuesta unidas para siempre.
Somos el negativo
de una figura eterna,
anhelando esa luz que nos devuelva
el perfil esencial,
bajo un cielo fiel que nos bendiga,
nos haga aparecer.
Desert song, Hillsong
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