El universo se transforma ante mis ojos en este nuevo paseo desde Cibeles, por una Gran Vía que otra vez estoy estrenando. Si antes me costaba concebir que hubiera tantas personas en viviendas como nichos, en ciudades atestadas, en países de sueño, amnesia y soledad, hoy me parece todo mucho más pequeño, más de andar por casa.
Se diría que solo hay un puñado de personas y sé que sigue habiendo millones. Un puñado y a la vez millones. O una sola persona con infinitos niveles de ser y de comprensión.
No sorprende que Hamlet, la única obra de teatro que es Hamlet, se esté representando simultáneamente en varios teatros en el planeta. Pero solo es Hamlet, siempre Hamlet, con actores pésimos o actores brillantes, con actores expertos o simples aficionados.
Siempre Hamlet, solo Hamlet, con un director excepcional o con otro mediocre.
Siempre y solo Hamlet.
Se diría que solo hay un puñado de personas y sé que sigue habiendo millones. Un puñado y a la vez millones. O una sola persona con infinitos niveles de ser y de comprensión.
No sorprende que Hamlet, la única obra de teatro que es Hamlet, se esté representando simultáneamente en varios teatros en el planeta. Pero solo es Hamlet, siempre Hamlet, con actores pésimos o actores brillantes, con actores expertos o simples aficionados.
Siempre Hamlet, solo Hamlet, con un director excepcional o con otro mediocre.
Siempre y solo Hamlet.
SOLO EL TIEMPO
Cuando ha desaparecido todo, queda todo.
Francisco Pino
Solo el tiempo puede
ganarnos la partida,
si no somos capaces de perder
como quien vence
o como quien aprende
a atravesar los velos
del sí y el no, del arriba y abajo,
del blanco y el negro
y ver las cosas, en un instante
de lucidez inesperada,
como son.
Pero si aprendemos
a perder con la serena
ecuanimidad del que recuerda
quién es
y no lamenta el cambio
de escenario o de ropaje,
del que se empeña a fondo
en cada nuevo personaje,
sin olvidar que es actor
(y no Otelo y no Penélope y no Hamlet),
sin olvidar que el silencio
es arma tan poderosa como la palabra
(a veces, tantas veces, más),
si encontramos en la pérdida
un nuevo afluente, una nueva raíz
que se adentra y avanza y va creciendo,
conseguimos el Bálsamo de Fierabrás
que protege y sana toda herida.
Solo el tiempo puede entonces
tratar de ganarnos la partida
y fracasar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario